Algunos
amigos me han reclamado pues a su vez tengo amigos que trabajan para el estado,
algunos con cargos de cierta responsabilidad pero sin real poder político, la mayoría
son gente a quienes trato desde hace varios años, en algunos casos desde antes
de que la locura chavista se apoderase del país, de aquellos años en que la
izquierda aún tenía el aura de inteligencia que hoy ha perdido.
Me
niego a caer en el incómodo momento de dejar de tratar a la gente por sus
ideas, aunque para ser sincero en muchos casos he dejado de tratar gente, pero
eso es más por su cortedad de ideas que por otra cosa (hace años decidí que el único
pendejo que trataría soy yo, de ahí en adelante paso), también es cierto que en
este país y en todo el mundo uno debe mantener a los amigos, eso de andar solo
por ahí, con un grupito de conocidos que solo son afines a las mismas ideas que
yo, que no se discute mucho, donde todos coinciden en las mismas cosas y ni
siquiera se esfuerzan por buscar argumentos para desmontar los discursos ajenos
sin llegar al insulto, es muy aburrido.
En
mi caso tengo una suerte de “pacto de no agresión” con los pocos oficialistas
que trato, esos son mis amigos desde hace muchos años y creo que mi deber es
mostrarles donde están equivocados, a los que trato sin ser mis amigos del
alma, debo admitir que me divierte señalarle sus errores, los del gobierno que
defienden y de su idiotez fanática, los hago verse en el espejo de su miseria
solo para dejarlos descolocados de forma tal que sientan vergüenza por apoyar
todo este circo. Claro, no siempre la cosa sale bien ni siguen siendo amigos,
de hecho sé que hay gente que cruza la acera cuando me ve solo por no verse
obligados a saludarme pues temen que de hacerme un desaire, alguna barbaridad
diré o los dejaré en evidencia sobre algún tema como una suerte de venganza.
Si
por casualidad algún amigo oficialista me lee sabe que lo que digo es cierto,
además puedo acotar desde mi esquina mi preocupación porque no hagan ningún gesto
de asco sobre la situación, tampoco que no se pronuncien sobre la payasada de
las instituciones, que nadie levante su voz para señalar la porquería en la que
nadamos, algunos sé que no tienen opción, otros pues que por sentirse
importantes prefieren ser miserables con chofer, aprovechar sus quince minutos
de gloria antes de volver a la piedra de donde salieron pues en un país normal
ellos no tendrían oportunidades de nada ya que tampoco estudiaron nada, su
empleo se lo deben a su buena memoria por saberse los textos chavistas además
de las cuatro máximas de Marx, las mismas de Wikipedia. Esos panas de verdad, prefiero no decir nada
pues saben mi opinión y si no se han dado cuenta me pueden invitar unos tragos
y se los explico con amplitud, no las invito yo pues mi sueldo de maestro no da
para esos “lujos” de cerveza y conversa, así sea en la puerta de la licorería.
Mi
reserva de odios siempre ha estado vacía, no creo en eso de perder el tiempo
odiando gente que no sabe ni que existo, claro que resentimiento guardo
bastante, esta esquina ha servido por lo menos para imaginar que mucha de la
gente que detesto lo sabe, así que puedo odiarlos desde la premisa de que
cuando menos saben quien soy y también me detestan, con el añadido de que la inteligencia
no les da para mucho, por eso jamás borro los comentarios que hacen en mis
post, ellos mismos se encargan de confirmar mi tesis sobre su idiotez.
Quizás
soy en extremo idealista, me repugna eso de la segregación por los motivos que
fueren, estoy claro que los países son como las familias grandes, no todos se
soportan pero hacen el esfuerzo por que así sea y si nos ponemos en el mismo
plan de ellos pues fracasaremos ya que repetiremos en el futuro las mismas
estupideces de los actuales solo que sin la excusa de ser idiotas, creo
firmemente que la inteligencia está de este lado de la historia, los del otro
lado (muy pocos de verdad) son gente que después de haber militado desde su
infancia en la izquierda se les hace difícil creer que están equivocados, es
como si un católico se levantase una mañana y descubra que todo es una farsa,
se lo negará hasta que las pruebas lo abrumen o simplemente ignorará todo pues
quedarse sin dios ni ideas debe ser algo espantoso.
Amanecerá
y veremos, cuando todo esto haga explosión, como sea que explote, nos
necesitaremos todos para reconstruirnos como nación, seguirnos odiando de
gratis no nos llevará a nada.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
No hay comentarios.:
Publicar un comentario