La
rabia es un feo sentimiento, hago un esfuerzo enorme por no despertar una
mañana y quemar lo primero que se me ocurra con todo y gente adentro o en el
mejor de los casos insultar al primer individuo con pinta
chavistoide-maduroide-imbécil-izquierdoso del siglo XXI. Soy de los primeros en
exigir concordia, sé que andar gritando y pavoneándose por la calle, desafiando
a todo el mundo es lo menos sano que se puede hacer en estos lares, te puedes
encontrar una de tres , te ponen preso, te dan dos disparos y termina glorificado
el idiota pues al final va a resultar ser un patriota que defiende los
intereses de la revolución o simplemente pierdes el empleo por tener una
posición política muy parecida a la de los jefes solo que en vez de glorificar,
señalas y haces gala de tu incomodidad.
Es
que no andar molesto es complicado, trabajar todos los días, hacer el trabajo
mejor de lo que se espera, no meterse con nadie, ser correcto hasta cuando se
es incorrecto, igual al final la quincena parece de mentira, te dura lo que
tardas en sacar la tarjeta de débito, si es el crédito pues asusta solo sacarla
e igual vives endeudado hasta los tuétanos sin solución posible, ya que (en mi
caso) solo la uso para hacer mercado ya que el sueldo no alcanza para eso.
Como
no estar arrecho con el gobierno si cada día hay menos, ganas teóricamente más
que hace un año pero compras la cuarta parte y
gastas más, ya ni tener hijos es factible, digamos que tienes seguro
pero entre pañales, leche, vitaminas, cereales, ropa, zapatos y demás cosas que
exige un bebé se te va el sueldo, quedará uno para pedir limosna en los ratos
libres o esperar que “dios provea” no hay de otra. Si es para las medicinas
mejor nos quedamos en beber cocidos de maticas que teóricamente tienen
facultades medicinales ya que comprar medicamentos no solo es caro, también imposible
por el sencillo hecho de que NO HAY, no se encuentran, tampoco las puedes pedir
en el extranjero, mucho menos comprarlas por internet ya que igualmente dólares
NO HAY ni para remedio.
Todos
andamos asustados, molestos, incomodos pero esperamos que el tiempo de dios sea
perfecto, es verdad, la mayoría de las cosas salen cuando en realidad las
necesitamos, pero también es cierto que si trabajamos por ellas, adiós rogando
y con el mazo dando. Hoy ando especialmente molesto, quizás más deprimido que
otra cosa, el banco Banesco me debitó pero jamás me dio mil bolívares la semana
pasada, el ultimo habían prometido un aumento de sueldo que jamás llegó y ya se
me acabó la quincena sin haber comprado ni una lata de sardinas, decido acabar
el poco crédito que me quedaba y sorpresa, me reboto la tarjeta tres veces
teniendo que dejar las tres bolsas (1600 bolívares) sin nada pues tampoco es
que queda mucho en el supermercado pero a mediodía cuando iba en un bus, parado
como de costumbre, miré encima del hombro de un señor con estampa de milico
retirado, quien venía leyendo un ejemplar de un pasquín de propaganda gubernamental
que le dedicaba no menos de 80% de su edición a explicar las razones por las
cuales el imperio se empeña en acusar de narcotraficantes a los mandamases, sin
pararle mucho a lo dantesco de la situación.
Pero
desde ya hay muchos haciendo cálculos electorales, me disculpan pero yo no voy
a votar, me importa nada lo que me diga, es verdad que estaremos entrampados
entre un gobiernp forajido que le importará nada la abstención pero es ese
mismo gobierno forajido quien intervendrá las máquinas para ser siempre
ganadores así saquen menos votos, las formas existen sin tener que recurrir a
estrategias manidas como doble cedulación o meter más votos de manera
fraudulenta, todo es simple, cualquier software de un hacker medianamente
competente podrá jugar con las cifras para que aparentemente sea algo limpio, corresponderán
los números de votantes pero como no se auditan las papeletas en contraste con
los libros de votación pues no ha pasado nada y seguimos mamandonos este
calvario de pobreza, atraso y escasez, Venezuela se ha vuelto un gueto y
nosotros, la gente de bien, estamos presos en el, sin que nadie más allá del
tuiter nos ayude a librarnos de esta plaga roja que se parece más a un castigo bíblico
que a una situación política.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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