Juan era un estudiante mediocre, la verdad iba a clases gracias a la supervisión
materna, típica de algunas familias venezolanas, de esas que aun piensan que el
estudio y el esfuerzo dan sus frutos en el futuro, el tipo realmente se graduó
de bachiller en ciencias, lo que su mamá nunca supo que en los dos años esos
del diversificado el muchacho ya era doctor en licores baratos, de esos que se
toman con gran variedad de cosas, desde yogurt hasta jugos de sobre. Todavía hoy,
veinte años después al pobre juan le cuesta horrores leer la prensa pues con la
deficitaria educación que tuvo solo le alcanza para lo mínimo indispensable.
A mediados de los noventa y a pesar de su negativa, otra vez su madre
intervino con una letanía diaria e intensiva sobre las ventajas de ser
universitario, tanto dio la señora hasta que por medio de unos amigos del
partido de la izquierda radical de aquellos tiempos le consiguió un cupo para
estudiar educación en una universidad pedagógica, claro todo bajo la suposición
de que la educación es mucho más fácil que la medicina, pero su descuido en la
educación básica le estaba jugando malas pasadas. Por un asunto de obligaciones
adquiridas para poder acceder a la educación superior, el joven fue a varias
reuniones con sus compañeros de partido, la verdad nunca entendió muy bien eso
del marxismo, el socialismo, la dialéctica y otras cosas que se le escapaban,
sin embargo entre tragos luego de una de esas reuniones juan comenzó a trazar
un plan, había visto a los que fungía de líderes con ropas costosas, aunque
poco ostentosas, relojes carísimos y celulares que valían varios sueldos
básicos.
Cuando preguntó, ya medio ebrio, alguien le respondió que era el partido
quien les sufragaba los gastos, que esa persona que tan bien les había hablado
era el próximo candidato a ser asistente del primer asistente del segundo
director de la cuarta oficina del ministro de educación. Ese día Juan vio la
luz, decide meterse a la política de lleno pues tenía la impresión que de
seguir así se iba a jubilar el día que le diesen el título, eso de estudiar es
cosa muy complicada para su entendimiento, desde ese momento ya comienza a leer
con alguna profundidad a los autores que les recomendaban, realmente no leía,
más bien entresacaba citas, las anotaba, se las aprendía de memoria y cuando algún
despistado lo contradecía el rápidamente lo acusaba de contrarrevolucionario y
hasta allí la historia del pobre despistado.
En ese mismo años fueron las elecciones nacionales, todo un desastre pues
los partidos tradicionales se volvieron un ocho ante el inminente triunfo de un
golpista que se rodeó de muchos de esa izquierda radical, los olvidados y se
cubrió de un manto de falsas verdades que lo encumbró hasta la presidencia, que
ya desde ese instante él y sus corifeos vieron como vitalicia.
Mientras en la capital sucedían esas cosas, ya juan, que tenía seis años
en la universidad pero no había podido superar el tercer semestre, decide
cambiarse de carrera, ahora no es Lengua y Literatura, se metió a estudiar
Ciencias sociales, el nicho perfecto para sus intenciones, allí pues se une a
la facción más ultrosa de la izquierda, se hace muy cercano de algunos
profesores con prontuario de izquierda, esos que sueñan con la guerrilla y ser émulos
del argentino aquel, el mismo que a pesar de ser asesino confeso y notorio,
ahora hace millonarios a los capitalistas con sus imagen como icono del
anticapitalismo, una locura total de estos tiempos en los que vivimos.
Al final nunca se gradúa, llegó el nuevo milenio y el tipo todavía medraba
apenas el cuarto semestre, pero ahora la
excusa es que el partido lo mantenía y le obligaba a no graduarse pues tenía
como meta mantener el espíritu de la revolución intacto, mientras, además se
rebuscaba vendiendo cupos e influencias.
Tantos años en la “lucha” lo habían
acercado bastante a los altos círculos del poder, esos mismos que lo llamaban
constantemente a reuniones con el ministro, el gobernador que de paso también era
secretario general del partido, canciller auxiliar , diputado y de paso
director del consejo consultivo del tribunal supremo, a pesar de que su título
(el del megafuncionario) era de ingeniero industrial, solo que su constancia y
confianza del líder lo llenó de obligaciones, en fin , un buen día el
megaministro lo llama al despacho y le ofrece un cargo como asesor, de una vez
le indica que le van a pagar un muy buen sueldo, que abandone la universidad
pues eso de ser docente es un muy mal negocio de vida, le recomendó también no
perder el contacto con los agitadores de oficio que mantiene el partido pues
estaban haciendo muy bien su trabajo convenciendo a los estudiantes que a pesar
de que cuando se gradúen ganen una mierda de sueldo, primero está la
revolución, que esos cagatintas de la derecha malvada no los convenzan de
querer vivir bien con sueldos decentes que le den acceso a las espantosas cosas
que promete el capitalismo salvaje, que se deje de vainas pues siendo alto
personero gubernamental tenía derecho a disfrutar algunas cosas del capitalismo
para demostrar que con lealtad se consiguen las cosas, eso del pensamiento
libre es peligroso.
Mayores responsabilidades le dieron acceso a espacios antes vedados, se
tomó el consejo de un alto funcionario muy pana que le dijo que en el gobierno
toca hacer algunas trampas pues nunca sabes cuando tu jefe cae en desgracia y
te quedas en la calle, así un buen día (nunca se graduó de nada en el pedagógico)
se hizo padre, compró casa en urbanización de lujo, carro 4X4 para él y su esposa,
colegio privado para los hijos, cuenta bancaria en Panamá y en Miami,
apartamentos también en ambas ciudades y lo mejor, todo con un sueldo de seis
mil bolívares más cesta tickets, es que ser revolucionario tiene sus
sacrificios y miren lo que Juan logró con ahorro y constancia.
Hoy, veinte años de esos primeros semestres que compartí con Juan en la universidad,
me lo tropecé en un centro comercial, paseando el a sus hijos y yo a la mía,
coincidimos en un mac donalds , ciertamente me hice el loco pues pensé que con
todo lo que escribo sobre el gobierno, no me hablaría pues últimamente le dan
mucho centimetraje en prensa y yo sabía qué hacía, el hombre me abordó, me
preguntó que estaba trabajando y le dije la verdad esta de los profesores y sus
miserias, el muy orondo me confesó que nunca se graduó pero que los periodistas
sumieron otra cosa y por eso lo llamaban profesor, sin embargo ya la UBV le
estaba tramitando un título pues su dignidad revolucionaria así se lo exigía,
me mostró su carro y en un momento dado sonó su Iphone último modelo, hasta
allí el encuentro pues dijo tener una reunión importante con el ministro de
alguna vaina .
Antes de irse se confesó como uno de mis lectores, me recomendó bajar el
tono de mis escritos pues al parecer estaba en la mira de la policía secreta ya
que mi protesta estaba fuera de tono y al parecer ya molestaba a algunos altos
funcionarios, además que como no tenía línea editorial que seguir, ni jefe a
quien expropiar y lo peor, el servidor del blog estaba en otro país, no les iba
a quedar más nada que meterme preso o algo peor, total a cualquiera lo atracan
y si no tiene nada(como en mi es costumbre) lo matan, eso es algo muy normal.
También y ya para salir me dijo que su dignidad revolucionaria él no la vendía
y por eso ahora se iba como presidente de una multinacional estatal, que sus
lujos aparentes eran fruto de la constancia, el trabajo y el ahorro, que el sí
hacia rendir sus seis mil bolívares de sueldo, que me dejara la quejadera, le
bajara dos al tono de mis textos y me enchufara con él, eso sí, tenía que
cerrar este blog para poder hacerlo y callar la boca, que en estos tiempos era
peligroso hacer alardes de independencia.
Esa fue la última vez que lo vi, hace unos meses por cierto, se montaba
en su 4X4 con sus escoltas , sus hijos y lo seguían a su vez dos motorizados
con estampa de policías, nomás me puse a pensar que hubiese sido de mi vida si
mi abuela y mi papá no me hubiesen criado con este mal vicio de la lectura,
seguramente sería ministro o algo similar y viviría como Juan, pero en
Venezuela pensar se castiga y la obediencia ciega propia de los ignorantes se
premia con cargos altos en el gobierno, cosas de estos tiempos de revolución.
José Ramón Briceño Diwan, 2013
@jbdiwancomeback