La semana pasada dictaron sentencia a Leopoldo López, con
unos cargos que si a ver vamos son absurdos, si la ley fuese igual para todos,
esos mismos cargos endilgados al joven Lòpez podrían fácilmente serle imputados
a todos los de la camarilla presidencial, los empleados y locutores de VTV, los
de Tves, toda la caterva de haladores de oficio, màs de las dos terceras partes
de los gobernadores, el 98% de los alcaldes gobierneros y hasta los voceros del
partido de gobierno, total, allí todos llaman a la paz invocando la violencia
como forma de “lucha”, un juego bobo de hacerse los adalides de la paz pero
impulsando el rencor como influencia política.
Un ejemplo claro es esa campaña de discriminación que
tiene muchos años en uso, es altamente funcional en un país donde el 98% de sus
habitantes está pendiente de hacerse el vivo, de tener acceso a cosas sin ganárselas
y de odiar a quien tiene más sin pensar en un instante si ese ser que ha sido más
afortunada ha trabajado, estudiado, esforzado y hasta dejado de comer para
tener, muchos años después lo que disfruta. El gobierno y los imbéciles que se
dicen marxistas, leninistas, patriotas pero que al final solo pueden ser
definidos como disfuncionales intelectuales cuyas carencias elementales de lógica
no los dejan ver más allá de sus peroratas sin sentido, que obedecen a un guion
predefinido, que los hace creerse gentes por el solo hecho de recitar de
memoria los malos libros de peores pensadores, cuyo pensamiento ha sido
superado por el peso de la realidad desde hace muchos años.
Esa política gubernamental ha matado no solo el aparato
productivo, también la industria publica, así vemos bachilleres presidentes de
empresas quebradas, en algunos casos gente sin bachillerato aprobado con cargos
que distan años luz de sus capacidades, abogados presidentes de empresas eléctricas,
TSU en publicidad directores de departamentos de la petrolera estatal,
enfermeras directoras de hospitales, maestros de castellano jefes de policías,
alcaldes analfabetos y hasta pasquines donde hablan mal del preso insigne pues
ridiculizan su formación académica como si haber estudiado fuese un insulto al
gentilicio y no hacerlo te acerca al “pueblo”.
Esos discursos han convertido el vocablo “pueblo” en una
ofensa màs pues, se supone (según entiendo) que pueblo es todo aquel que los aúpe,
los felicite y se haga el estúpido por las colas donde toca perder un día
entero para comprar cosas tan básicas como un kilo de arroz o una afeitadora,
si levantas la voz automáticamente caes en desgracia y dejas de ser “pueblo”
como si la partida de nacimiento se anulase por el solo hecho de que no te
agrade aplaudir la idiotez supina de los tantos defensores descerebrados del
gobierno e idiotas comunistas asociados.
Hoy estoy escribiendo desde una computadora alquilada,
con las incomodidades propias de redactar sin poder fumar ni tomar café, dos
cosas que me estimulan el pensamiento y le dan vuelo a mi verbo, quizás mi
prosa sea un poco más virulenta que de costumbre, pero al incordio de alquilar
computadora se junta este otro de no poder reparar la propia pues es muy caro
eso, comprar una nueva me costaría un año o dos sin comer ni hacer nada para
que el sueldo alcance.
Mientras el mundo sigue girando, la gente haciendo colas,
los estúpidos comunistas haciendo su evangelio de miserias con arrestos de sabiduría,
los venezolanos seguimos impotentes, penitentes, molestos y neuróticos pues
todo parece cambiar para mal sin que se vea futuro cercano, Leopoldo preso y
los ciudadanos también, pero el “pueblo” está feliz pues por `primera vez
siente que la flojera de no estudiar ni hacer nada màs que esperar los regalos pareciera ser parte de la política estatal,
que asco.
Josè Ramòn Briceño, 2015
@jbdiwancomeback