Desde anoche andan circulando más rumores sobre la
salud presidencial, al parecer no hay más tema para los cibernautas , noto no
sin preocupación que hay algunos eventos omitidos y que merecen mención aparte,
por ejemplo, he venido leyendo que en alguna parte del mundo, al parecer,
inventaron una vacuna contra el SIDA, esa es LA NOTICIA, sin embargo a nadie
parece importarle que la enfermedad que ha costado más muertes en los últimos
años esté en aparente retroceso, toda una revolución, si, leyeron bien REVOLUCIÓN
ya que se acaba la época del miedo, del incomodo condon, del amor a ciegas cuan
ruleta rusa, pues hasta la más cándida de las chicas (o chicos según su
preferencia) puede ser portadora de la muerte, de besos que matan y noches de
placer que desencadenan toda una vida de horror y médicos.
Ese descubrimiento señores debería ser considerado
desde ya el invento del milenio, ser festejado e impulsado por todas las
naciones del mundo sin importar un carajo ideología o religión. El amor así sea
ese eterno que dura unas horas, debería ser seguro, al final es una de las
pocas cosas gratuitas que van quedando en el planeta, la muerte pues cuesta
mucho, no solo en lo material ya que un paciente VIH positivo le cuesta al
estado millones, también en lo emocional pues una persona cualquiera puede ser
portador y contaminar a su compañera y hasta los hijos se contagian, toda una
generación perdida por un traspiés perdido en el tiempo y seguramente hasta en
la memoria. Huérfanos con sentencia de muerte aun desde el vientre materno,
vidas de jóvenes que se van al caño y quien sabe cuántos futuros truncados por
un minuto de amor no protegido.
Carlos es un hombre como cualquier otro, que un dia
decide a sus treinta y tantos comenzar a estudiar una carrera universitaria
para buscar otra forma de vivir teóricamente más cómoda, la del profesional, no
es homosexual , sin embargo y a decir verdad es un bebedor impenitente, de esos
que uno ve en los pueblos en los días de fiesta, donde la costumbre de las
madres es mandar a alguien a buscar al hijo o al esposo al bar de la esquina
pues está segura de que ha de estar desmayado de la pea en algún rincón, una
suerte de rescate organizado e institucionalizado por las señoras de cada casa.
En una de esas parrandas pantagruélicas conoció a una mujer, quien en medio de
los vapores etílicos de la cerveza le regaló un rato de esparcimiento.
Un año después y ya en la universidad, Carlos
comenzó a sentirse diferente, adelgazó muchos kilos y no salía de una gripe,
por consejo materno se hizo los exámenes , estos al final arrojaron un HIV
positivo, claro este descubrimiento hizo que el pobre hombre se derrumbase y suspendiese
un semestre sus clases, además con el agravante de la depresión normal y el
miedo al seguro rechazo por parte de la comunidad siempre ignorante que repele
lo que no entiende.
Al final, el señor quien al parecer no estaba muy
seguro de su condición suspende la medicación al pensar que ya estaba sano,
craso error, pues todos sabemos que la medicación es de por vida. Esa suspensión
le acarreo una recaída de la enfermedad, esta vez en forma de una virulenta
toxoplasmosis que lo tuvo un tiempo en silla de ruedas. Hoy día ha superado
casi todos los escollos de la enfermedad gracias al cuidado médico y el cariño
familiar, pero aun anda por ahí con paso vacilante, cuan abuelo prematuro, la
toxoplasmosis le dejó de regalo unos nódulos en el tallo cerebral que le
impiden tener memoria inmediata, vive en un olvido eterno y casi es patrimonio
de la universidad pues su dolencia no le ha permitido aprobar por completo el
tercer semestre.
Carlos es uno de los tantos ejemplos que caminan por
estas calles, miles viven en nuestras ciudades , uno de tantos futiros
truncados por la enfermedad del milenio, esa que ha acabado con millones de
seres en todo el mundo y aún está escondida tras cada puerta para morder a
quien le toque en mala suerte tropezársela.
Por esos millones de venezolanos sin contar los del
resto del orbe, deberíamos dejar que el presidente se muera en paz (claro
vigilantes siempre de las triquiñuelas del gobierno) , salir a la calle si es
necesario, pero no olvidar que allá afuera están pasando cosas y que vale la
pena conocerlas. Festejemos las cosas buenas, dejemos que los políticos se
maten, presionemos a esos políticos a respetar el trabajo por el que se les
apoya, obliguemos al gobierno a respetarnos y que se metan sus armas por donde
les quepan, pero además celebremos la vida que renace luego de que la humanidad
venza al enemigo más poderoso que ha tenido, el SIDA.
José Ramón
Briceño 2013
@jbdiwancomeback