Maracay es una ciudad con una particularidad que jamás he logrado definir, por ejemplo, si caminamos cualquier noche por la acera del campo de golf el antiguo Hotel Maracay por la avenida Las delicias, justo al pasar frente a un portón se siente una franja donde la temperatura es siempre un poco más baja que el resto, una franja de acera de aproximadamente quince metros está al menos tres grados por debajo de la temperatura ambiente, la sensación es la misma que se tiene cuando pasas frente a un refrigerador gigante, del tipo donde expenden embutidos, quesos y carnes los supermercados, nunca supe cuál era la razón hasta que comprobé que la fulana acera es más fría que el resto de la calle, fueron cinco años paseando al menos dos noches a la semana por aquel paraje, fue en tiempos de universidad que un profesor amigo me contó una historia que quizás explique este fenómeno.
El (hoy) colega es profesor de la
catedra de historia local de una prestigiosa universidad que casualmente está a
la misma altura del Campo de golf del Hotel, una tarde de conversas le cuento,
asombrado por haber comprobado que no estaba loco, que la acera tenía una
franja más fría que el resto, la cosa más interesante es que no daba miedo, no
habían sombras ni demonios, simplemente estaba más fría, él se burló pero a su
vez se excusó de haberse reído del asunto, pero que la historia nacional había
tenido que ver con la vergüenza de que ambos bandos acribillaron a un batallón
completo de soldados al servicio de la república, la historia está fragmentada,
oculta pero con amplios visos de haber sucedido, de eso se encargó
personalmente el Marqués de Casa León, quien pasara de funcionario de la
primera república a intendente principal del Coronel José Tomás Boves , un hombre que hubiese sido
traidor a la corona no podía ser un alto funcionario del ejército Español así
de gratis, debía tenerle en deuda por algo realmente vergonzoso como para que
el señor Boves, quien diera muchísimas muestras de no gustarle la traición ni
siquiera en su propio beneficio, arrestos de guerra le dicen, es Marques, del
cual aún existe la inmensa finca con su caserón en ruinas, la Trinidad se
llama, una casa digna de un miembro de la realeza quien además estaba asentado
en unas tierras altamente fértiles y cuya posesión ha sido parte del erario
nacional casi desde antes de terminar la última gran guerra, por alguna razón
todos los terrenos que pertenecieron al hombre , hoy día, con la voracidad de los urbanistas , siguen deshabitados,
es un secreto bien guardado, toda esa zona está maldita gracias a una traición
que le hiciera el Marques al General Páez como retaliación por una (manifiesta)
enemistad entre el general y el Marqués.
Corría el año 1816, el general
José Antonio Páez, el otro gran Taita del llano, entrena y envía al centro del
país a un contingente de sus arqueros, dos años atrás. Por alguna razón
desconocida vivió en San Fernando de Apure el Dr. John Adams; supuesto soldado
de fortuna interesado en invertir cuando caiga la corona comprando tierras a
sus asustados compatriotas en aquel país, muy amigo del joven José Antonio Páez
cuyo talento apuntalaba con clases de
tácticas de combate contra los españoles, hablaba de la importancia de una
estrategia bien definida, era agente al servicio de Su Majestad quien había
sido enviado a soliviantar el ejército en rebeldía para con los muy antipáticos
Borbones , por supuesto el inglés que se hacía pasar por norteamericano en
huida propuso al joven José Antonio que dispusiese de cien lanceros para
convertirlos en arqueros, con madera de Araguaney se construyeron los primeros
cien arcos largos ingleses, para el año 1821 el regimiento de lanceros número
quince bajo las órdenes del General Páez cabalgaba y disparaba al arco como
cualquier soldado Mongol pero en el trópico , aunque tenían lanza y fusil,
estos hombres disfrutaban las posibilidades de matar a distancia, en completo
silencio, así, sigilosamente fueron diezmando a las tropas enemigas , gracias
al decreto de guerra a muerte promulgado en 1813, todos los arqueros esgrimían
grados militares comprados con cabezas
de españoles asaeteados, solo limitados por la autoridad del General Páez quien
había prohibido que ningún arquero de la república ascendiese a coronel, mucho
menos general pero de todas maneras eran los cien oficiales de alta graduación
(casi todos capitanes) con rangos comprados con muerte , lo inesperado de un
batallón de flecheros con arcos ingleses largos made in san Fernando de Apure
les hizo la compra de los rangos un baremo para poder pertenecer al selecto
grupo de elite del siglo XIX.
Mientras los arqueros acababan
con todos los españoles de su lado del Arauca, el país entero se convulsionaba
ante el poder de los recién llegados mil veteranos de Napoleón, el General
Bolívar solicita al General Páez auxilio para las tropas del ejército libertador,
como al jefe llanero no le gustaba ir a guerrear a tierra extraña decide
cederle a Bolívar su mejor arma, los arqueros, quienes se anexan al ejército
regular en enero del año 1821 , el Libertador, dos años atrás, furioso por recibir
apenas cien hombres lo que significaba para él un desaire que solo se saldaría
en la Batalla de Carabobo( aun sin estar ni tan siquiera en fase de gestación),
sin entender ni atender razones destina la unidad a patrullar la hacienda de La Trinidad, recientemente
expropiada al Marqués de Casa León, demasiados soldados con rango de oficial
para tenerlos cerca de sus tropas. En marzo de 1821, firma la orden para que el
General Fermín Briceño, sobrino dilecto del Diablo Briceño (General Antonio
Nicolás Briceño) al mando de la plaza, lo bárbaro del modo de escalada del
oficial en el ejército lo alarmaba, este también había comprado sus galones con
cabezas de españoles que por ser nieto del redactor del Decreto promulgado por el
Libertador y ferviente creyente de la causa no podía ser objetado, posible
adversario político en este país de salvajes, para no colocar ni al general ni
a los arqueros en posición de hacer guerra ni de dejar evidencia de descortesía
alguna ante dos de sus más grandes aliados, da al mando de un ejército a un
general de las montañas y le encuentra trabajo a las bárbaras tropas enviadas
desde el llano, todo resuelto de un plumazo.
Para los primeros días de julio
de 1821 el Marqués de Casa León pretendió recuperar la hacienda expropiada, bajo
el amparo de su posición se permite
reclutar trescientos soldados a las órdenes del coronel Francisco Tomás Morales que iba en retiro
acompañado por los casi mil sobrevivientes de la batalla de Carabobo, todos
iban buscando camino a las montañas de
Aragua para llegar al mar sin que tropas del nuevo gobierno los encontrasen en
la ruta, la petición del Marques era
para invadir sus tierras con el pago de tres sueldos por soldado al
momento de tomar la posición, los espías de la vanguardia habían vuelto con la noticia de que la
hacienda ahora era el cuartel del Batallón de Reserva Activa numero 89 a cargo
del General Fermín Briceño quien ganase los galones por ser un despiadado
carnicero en Barinas durante la batalla de Las mucubajitas donde rebanó el
cuello a una veintena de cadetes recién llegados de Francia , lo que le valió
el ascenso automático según el decreto de Guerra a muerte hecho por su dilecto
tío , un general sin experiencia acompañado de una tropa de barbaros, de la
expedición solo se salvaron el Marques y sus ordenanzas por hallarse lejos de
la batalla doscientas cabezas amanecieron pudriéndose donde hoy día se
encuentra el Batallón Bravos de Apure, los hechos acecidos de marzo a junio del
año 1821 dieron su nombre al terreno donde funciona su homónimo en el cuartel
actual, un secreto homenaje a esos caidos.
Enterado del asunto mientras
descansaba, en lo que hoy conocemos como El Arsenal, al oeste de Maracay, el
coronel Morales se enfurece, han matado a sus doscientos de sus bravos y ni tan
siquiera un entierro decente les dieron, enseguida llama a varios espías de la
tropa y le encarga la tarea de descubrir que sucedió realmente, era muy extraño
que a doscientos hombres curtidos en batalla los masacren así tan fácil, de
algún modo el lugarteniente hizo las averiguaciones y descubre que en realidad
son los cien arqueros llaneros, entrenados por un espía inglés quienes han
llegado a un acuerdo con su General Briceño, él manda y ellos pelean como les da
la gana, así han logrado hacer de la Hacienda un sitio inexpugnable, mientras
los soldados tardan en promedio diez minutos en recargar los fusiles, estos
arqueros los acribillan a flechazos con arcos largos ingleses, fabricados con
madera de Apamate, un primo tropical de los Robles Ingleses. El coronel Morales
piensa que sería excelente tenerlos en su ejército, sin embargo, siente nausea
al saberse impulsor de una idea tan extravagante, los arcos no sirven en la
guerra moderna y esos arqueros serian la perdición del reino, aunque luego de
ver a los lanceros de Páez se lo piensa un poco más.
Durante un mes entero se
dedicaron a masacrar a cuanto sospechoso de ser arquero encontraban, desde La
Placera hasta Tapa-Tapa amanecían arqueros pudriéndose al descampado, Morales
había decretado que quien tocase uno de esos cuerpos seria enterrado debajo por
necio.
La operación fue concebida por el
Marques quien en compañía de sus ayudantes facilitaron todo tipo de informes a
la oficialidad a fin de acabar con los arqueros, la última batalla se dio donde
justamente hoy está ubicado el campo de golf, una partida de cuarenta arqueros
junto con su general huían a las montañas a fin de perderse en el follaje, iba
seguidos de cerca por el ejército realista , los enemigos al ubicarlos en la
Sabana de la paja, incendiaron el campo, muriendo quemados los cuarenta y un
hombres justo frente de lo que hoy conocemos como pedagógico de Maracay, he ahí
la posible causa de la anomalía, casi sin darme cuenta pregunto por qué razón
no existe traza de eso en ningún libro al alcance del público, a causa de que
no nos cuentan eso en las escuelas.
El profesor se acomoda los lentes
y enciende el quinceavo cigarrillo para acompañar el tercer café de la tarde,
luego de una larga calada dice que no hay mención del asunto por vergüenza,
meses más tarde El libertador ordena retirar toda la información del caso,
ignora los reclamos del General Páez al respecto y a los andinos les envía una
carta luctuosa explicando que el General Fermín Briceño murió en el sitio de Maracay
bajo las tropas en retirada del ejército español, ningún parte explica que
sucedió, de todas maneras al terminar la guerra el marques volvió a ser
deportado y sus posesiones confiscadas por el general Páez en persona , poco después
expulsa a Bolívar y comienza los trámites para separarse de la Gran Colombia.
Esta es una historia que se pasa de generación en generación los habitantes de
la gobernación , el encargado de contarla es el comandante general del ejército
en ejercicio , cuyo trabajo principal es asegurar por cualquier medio que nadie
pueda urbanizar los terrenos que van desde la actual Universidad Central hasta
el Campo de golf, de ahí que estén cuarteles militares , hospitales y un
inmenso campo de golf evitado que nadie construya allí, si alguna vez te quedas
caminando por los terrenos de la universidad, muy cerca de la montaña, es
factible ver como por el campo andan muchos hombres harapientos gritando ,
maldiciendo el campo siendo espectros sueltos en plan de venganza, se
consideran traicionados por sus jefes, Páez nunca se lo perdonó a Bolívar,
según algunos investigadores hubo reclamos la mañana misma antes de la Batalla
de Carabobo , varios años más tarde y ahora pues la vergüenza nacional de tener
como culpable al más alto héroe de la masacre de un ejército que pudo haber
cambiado la guerra , todo por mezquindad de unos y otros, lo hace imposible de
publicar.
No pude más que sonreír y salir de
allí sin que se notara tanto el apuro, eso sucedió la última tarde que estuve
en la universidad, nunca más volví a transitar por aquellos lados, aunque
confieso que me encantaría poder acampar en los terrenos de la universidad
central y que por suerte pueda constatar la existencia de aquellos espantos,
mientras, seguiré investigando, algún día volveré a caminar a las dos de la
mañana por aquella acera, como tantas veces hice durante mi juventud.
José Ramón Briceño Diwan
20/09/2022