Comenzaron los desaparecidos, todos los días veo en
las redes sociales un aviso de algún muchacho o muchacha que se han llevado
detenido por la policía, hace unos años estaríamos seguros que del susto no pasaría,
hoy la cosa tiene otro cariz y todos los miedos con respecto a la salud del
joven afloran. Uno, desde su posición de nulidad e impotencia pues ni poder
tiene para exigirle nada a quienes nada quieren hacer, no le queda más que
morderse los codos en un grito de rabia. He intentado por todos los medios que
la cosa no me afecte en extremo, hay lujos que los de a pie no nos podemos dar,
nadie va a hacer nada por nosotros y tenemos obligaciones que cumplir, nada
trágico pero la vida te obliga a salir así no quieras.
Me he dado cuenta, no sin sorpresa que ir a trabajar
es un suplicio, no son mis alumnos, de verdad disfruto cuando miro lo que
avanzan, como llegaron y como se van al terminar cada nivel, es el entorno, el
sueldo, la paja política y la imposibilidad de cosas mejores, ni siquiera hay
beneficios que compensen lo que te tragas. Ayer me tropecé con dos personas que
me aseguraron se iban del país en breve, ambos por la misma razón, descontento
por lo económico y hartos de estar hartos con el hampa, la inseguridad, la
escasez y la búsqueda de mejores posibilidades para los hijos que van
creciendo.
Lo más impresionante fue quizás que una de esas
personas, una amiga de muchos años, quien hasta hace poco era militante
furibunda del gobierno y con quien tuve alguna vez agrias discusiones sobre su ceguera
selectiva por la situación del país, sobre todo la ignorancia supina y adrede de
las autoridades culturales quienes por comodidad prefieren apoyar esperpentos
como los llamados “cultores” en vez de impulsar el raciocinio lógico del
artista, en fin, la mujer me dijo que no se aguantaba más la situación, que
vendía hasta la cama para irse definitivamente en cuestión de un año o menos,
lo que tardase en reunir y vender todo lo vendible para irse sin intenciones de
volver no de vacaciones.
Hace unos días me llamó el jefe a su oficina, me
pidió que actualizara los programas de fotografía “antes de irme”, me aseguró
que él sabía que me iba del país en breve, todavía no sé si fue por algo que
dije, si es por la onda de todos o que me cree lo suficientemente talentoso
como para tener un plan B que me saque del país en cualquier momento. Tuve que
explicarle las razones más que evidentes para quererme ir, así mismo le
expliqué las razones por las cuales por mucho que lo quisiera no me puedo ir,
al final salí de la reunión con la impresión de que fue un llamado a botón, que
debería meterme a buhonero para reunir el dinero, comprar los dólares y pedirle
a alguien desde el extranjero que me compre el pasaje en avión, que al bajarme
se lo devuelvo en dólares para dejar la deuda saldada de una vez.
Claro que uno no escapa a la tentación de irse, de
dejar todo este estado de guerra para ofrecer algo nuevo a los hijos, aunque en
muchos casos signifique perder el camino andado profesionalmente hablando. Muchos
me lo aconsejan, debo admitir que cada día lo pienso más, sin embargo debo
confesar también que da miedo la cosa, sin dinero, sin empleo y sin contactos
en ningún lado es difícil hacer el camino de la emigración, muchos tienen
familias que los acogerán, oros tienen amigos del alma dispuestos para lo
mismo, alguno no tenemos a nadie y me he dado cuenta que ninguno de mis amigos
entrañables, de esos que ya se fueron , trabajan ni siquiera en la periferia de
lo que hago para vivir.
Después de tanto muchacho muerto a manos de la policía,
de tanto preso sin juicio solo por expresar su indignación, de la pobreza de
indigentes que tenemos muchos por acá, de la desesperanza sobre el futuro, de
la imposibilidad de muchas cosas, claro que uno piensa en irse, ahora el asunto
es como resolver eso, amanecerá y veremos, por lo pronto ya conseguí los libros
de Paulo Coelho y bajaré algunos libros más del tema de la autoayuda para
proyectar en mi mente lo que quiero. Eso es encontrar alguna manera elegante de
exiliarme, llevarme a mi familia y olvidar que alguna vez viví al borde de un
ataque de nervios , en una zona de guerra, esperando la desgraciada quincena
con la alacena casi desierta, ligando que nadie se enferme para no tener que
llorar de impotencia pues no hay medicinas, tomando un lexotanil a la semana
(así estirar el blíster regalado) para poder dormir si terrores nocturno,
bebiendo mal vodka para olvidar y seguir evitando el tema del futuro y la
esperanza en este país que ha pasado de ser una promesa a ser un moridero de
pobres.
José Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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