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miércoles, febrero 05, 2014

Relato de la "normalidad" de estos días

Como todos saben soy padre “soltero”, tengo una hija de apenas nueve años, que es el centro de gravedad de todo lo que hago, no es cursilería, más bien es la realidad que a mis ojos está, el asunto es que a diario las compras se han vuelto más complicadas, estoy hecho todo un maestro en el malabarismo microadministrativo de la vida.

Esta semana la madre de la niña me recordó que “al precio que fuera” encontrase leche en polvo o de la que sea para el vaso diario de lo que sea, chocolate, cereal, alimentos de esos super concentrados que prometen crecimiento y brillo mental, del que se les da a los niños antes de ir a la escuela por las mañanas pues la catira al estar en pleno crecimiento come por tres, ahí caí en cuenta que (en mi caso) tenía cuando menos cuatro meses sin tomarme un vaso de leche, que horror me dije.

Salí y recorrí cuanto supermercado, abasto, bodega, cuchitril y hasta buhonero se me atravesaba, al final terminé pagando casi doscientos bolívares por una cosa que promete ser leche pero avisa que tiene no sé qué cosa, probioticos y otras vainas, la misma que le compraba a mi hija hace nueve años, cuando a los dos meses de vida, en vista de que el sueldo se me iba en potecitos de leche maternizada, luego de la consulta de rigor con madre, abuela y suegra la pasé a la leche completa sin avisar al inefable pediatra que pretende que los niños pasen hambre, sobre todo la mía a quien el asunto de la lactancia materna jamás le hizo gracia, me dio bastante bronca, coño, 200 bolívares (18 dólares a precio oficial) por un kilo de leche, es un insulto, sin embargo toca tragarse la rabia y hasta el orgullo por los hijos, compré el producto.

Igual sucede con la harina de maíz pre cocida, por la que he pagado hasta 20 bolívares cuando el estado la regula en 7 creo, no es que uno sea sin vergüenza, cómplice del terrorismo económico o cualquiera de los otros adjetivos que se le endilgan a quienes andamos con bronca por las calles, es que si se necesita y solo se encuentra a esos precios pues uno se ajusta, camina más, gasta menos en cosas superfluas hasta que te das cuenta que de vaina comes, ruegas secretamente a diario para que a nadie le dé nada más fuerte que un resfriado y aun así que la vecina te siga donando los limones para no tener que gastar en eso también, en fin, todo un tango arrabalero con aire de galerón, gaita, joropo, tambor y calipso es lo que acá en esta tierra de gracia estamos viviendo.

Ahora comprar jabón de baño, champú, enjuague para el cabello, desodorante, cremas, pasta dental, afeitadoras, lavaplatos, servilletas, margarina o mantequilla según sea su preferencia y un largo etcétera son un viacrucis con más de suerte que de otra cosa, eso sin hablar de otras cosas más lujosas, como perfumes por ejemplo, ahora uno medio decente te cuesta más de un sueldo si lo encuentras claro, eso no es lujo, oler bien deberá ser considerado un derecho humano y la higiene también.

No estoy hablando de marcas pues ahora compras lo que encuentres, si te pones exquisito por eso de las marcas reducirás tu dieta a comer avena sola, pues  hasta las galletas de soda están escasas. Sería bueno preguntarles a los jerarcas menores, esos de carro, escolta, pistola y carnecito colgando al cuello, que piensan de todo eso, ¿será que el cupo les alcanza para importar a título personal?,  seguro que lácteos los andes tienen una línea de comercialización solo para los jefes y sus familiares, no creo que las amas de casa, las madres, primas, hermanas, tías y hasta comadres de los tipos y tipas de la administración pública toman con simpatía el asunto de la escasez.

Mientras andaba en la misión de encontrar leche para mi hija y café para mis mañanas, vi gente haciendo cola solo por ver si había algo por lo que hacer cola, no entendí, ¿era gente necia y sin oficio? O  era simplemente gente que ante la posibilidad de llevarse a casa algún producto digno de ser cazado pues se adelantaban y los otros por mera curiosidad se les unían en lo mismo,  al final, mientras los veía con curiosidad, salió alguien del supermercado, de chinos por cierto como casi todos por acá, gritó que no hicieran cola pues no había nada de eso que buscaban, ni café, leche, margarina, harina, jabón de baño, lavaplatos, azúcar, papel higiénico, pasta dental ni carne regulada, misma escena vi en otros dos supermercados, me provocó tirarle una piedra tanto a los "colistas" como a los supermercados.

Quiero creer en el PNL, la atracción mental, el rayo violeta, los horóscopos, la meditación, la nueva era, los videntes, las cartas de la mañana por la tele, las cadenas de Facebook o tuiter, la buena vibra, pero al final no me sale la tarea, se me seguirá cayendo el poco cabello que me queda, me saldrán más canas, quizás hasta recupere el peso por no poder seguir en esta dieta de cero carbohidratos ni colesterol, pero la bronca no se me baja ni con pastillas mágicas, la verdad espero que cada mañana, algo pase así sea un cometa, los mayas, los egipcios o los maquiritares, pero que este viacrucis diario se acabe y volvamos a ser eso que éramos pero que hemos olvidado, desde el valor de arrecharnos, la valentía de los estudiantes, el guaramos de los políticos y el buen sentido de todos, ya le perdí el respeto a la izquierda, no me creo las noticias, he perdido amigos, unos se han ido, otros me han quitado el habla por conservar su parcelita de poder o por lo menos el sueldito miserable que les tiran por no pensar, pero igual la molestia sigue intacta y la esperanza tambaleante.
José Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback


1 comentario:

Unknown dijo...

Entiendo la sátira pero no deshecho la oportunidad de darle la bienvenida al mundo del comunismo!!!