Hace
dos noches vi con espanto a través del tuiter como se organizó una balacera con
saldo de muertos en pleno centro de la ciudad capital (curiosamente) un rato después
que un fulano líder de uno de los “colectivos” hizo algunas declaraciones
comprometedoras para el gobierno. Como de costumbre llegué tarde a la noticia,
sin embargo eso me permitió hacer cierto juicio pues al parecer el gobierno
declaró públicamente que el tal directivo del “colectivo” que cayó bajo las
balas de la policía era un delincuente, el detalle está en que muchos tuiteros
comenzaron a publicar fotos del hombre en cuestión con mucha gente importante
del régimen, lo que los deja desnudos en su mentira, hasta donde se ningún hijo
de vecina, así, de gratis se fotografía con la esposa del presidente, con el
embajador de Irán ni con los más altos jerarcas, a menos claro que tengan
alguna filiación por alguna parte.
Mientras
comentaba eso anoche con mi novia, decidimos ir a una farmacia de esas grandes
que abren toda la noche, la señora estaba antojada de comer helado y yo como
buen caballero me ofrecí a comprarlo, al llegar al sitio había una cola
bastante grande en la puerta, al acercarnos a preguntar si podíamos comprar el
fulano helado, la vigilante nos indicó que debíamos hacer la cola pues había desodorante,
champú, jabón de baño y pañales, razón por la cual debíamos esperar nuestro turno
como todos. Por supuesto no hicimos tal cola y mi novia se quedó sin el helado,
con la subsiguiente tanda de insultos para todos por la monstruosidad de hacer
una cola a las ocho de la noche para comprar una cosa que antes estaba al
alcance de la mano.
Eso
me hizo pensar ¿Por qué con todo lo que pasa no pasa nada? ¿el estado se ha
quedado con los pantalones abajo más de una vez en su asociación con el hampa y
a nadie parece importarle? Ahora buscar
pañales desechables (de los malos o buenos no importa), jabón de baño, jabón en
polvo, champú y otros productos de cuidado capilar, afeitadoras, café, azúcar, carne
de res (a buen precio) y hacer el mercado con lo que se encuentra sin que se
encuentre la manera de comprar de todo y nadie se acojona o por lo menos
protesta de alguna manera ¿Qué pasa en mi país?.
Creo
que esa pregunta es bastante común entre todos los que caminamos por estas
calles, creo que la respuesta está inserta en un vocablo que casi nadie usa “Resilencia”
que significa : Convencimiento que tiene
un individuo o equipo en superar los obstáculos de manera exitosa sin pensar en
la derrota a pesar de que los resultados estén en contra.
Es
decir te acostumbras a todo y le buscas la vuelta para intentar sobrevivir sin
mayores tropiezos, aun cuando esto signifique una cantidad considerable de obstáculos
que te obligan a ser sobreviviente en vez de un ciudadano. Esa es la herencia
del galáctico y su corte interplanetaria, quienes han logrado elevar las
barreras hasta niveles insólitos, por ejemplo, la lista Tascón, los carcelazos,
la represión, la censura y pare usted de contar, eso sin hablar de los
retrocesos que se han obtenido cada vez que se intenta algo y la muda grita para pedir lo contrario quien sabe
por cual razón.
Eso de la resilencia se puede traducir en
desesperanza, cuando na hay una salida a la vista, mejor dicho, cuando la única
salida posible está imposible, la gente decide vivir como mejor puedan, lo
demás será parte del tiempo perfecto de dios como muchos dicen por ahí. Nadie sabe
ni sabrá jamás la verdad sobre los tales colectivos, seguramente habrán ordenes
giradas para que los involucrados del lado oficial desaparezcan en alguna
oficina, quizás hasta un premio les den por muertos del bando “enemigo”, eso la
verdad no es mi problema, lo que si es mi problema es que estamos gobernados
por una sarta de incapaces cuyas capacidades de destrucción sistemática y
criminal las tienen a flor de piel mientras los ciudadanos estamos atrapados
entre las balas, ya desesperanzados o resignados a hacer una colita para los
que necesites en tu casa, a que el sueldo no se te acabe sin poder comprar lo
poco que se encuentra y que de paso te alcance para medio comer en la quincena,
rogar a todos los santos posibles que nadie se enferme pues no van a encontrar
las medicinas o no van a poder pagarlas, pero la revolución avanza como el
virus de la Chicunguya, tranquilo que a quien el estado no ha jodido ya lo
hará, al igual que el fulano virus que nos ha terminado de rematar, encima de
pobres, desmotivados, amenazados, asustados ahora pues tuyidos por un virus que
oficialmente no existe, más allá de la propaganda.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
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