Había
decidido no escribir nada hoy, pero en vista de las circunstancias debo hacerlo
antes de caer en el lugar común de salir a escupirle un ojo al primer
desagradable bicho que me diga que todo está bien, o encontrarme en la
desagradable situación de tener que llamar a un amigo que me saque de la cárcel
por quemar alguna vaina de esas que anuncian una “revolución bonita”.
Resulta
que este fin de semana me traje a mi hija como corresponde a cualquier padre en
mis condiciones, hasta allí no hay nada especial, el cuento es que mi hija,
quien tiene una larga cabellera castaña, la cual por cierto siempre está muy
bien cuidada por su madre, andaba con el peinado extrañamente desprolijo y el
cabello tan suave y sedoso como escoba de mijo, tanto así que le dije que
parecía una bruja, en fin, acá en mi casa pasamos el fin de semana natural,
haciendo nada y jugando de a ratos.
Al
devolverla a su casa, igual que todo padre preocupado, le reclamo a su madre el
descuido en la apariencia personal de mi hija, ahí me entero que no existe en
el mercado nada de aquellas cosas que se usan para eso (mi ignorancia se debe a
mi calvicie, tengo un año con un frasco de champú y otro de enjuague que solo
usa mi hija). La bronca no es poca, me explico, resulta que si a uno le falta
alguna cosa, se resuelve de alguna manera pues sabemos que no existe forma de
solucionarlo a menos que se apele a la solidaridad entre los panas con aquello
del trueque o simplemente compartir, quien sabe si hasta de los que viven en el
extranjero.
Pero
que a un hijo de uno le falte algo produce una rabia sorda, así sea algo tan
aparentemente poco importante como el champú, coño, que vaina es esa de que no
existe nada en ninguna parte mientras los desgraciados del alto gobierno andan
haciendo malabares y carantoñas regalando las cosas que pertenecen al pueblo, quien
por cierto es el menos beneficiado siempre, ahora saldrá algún parasito rojo
rojito a gritar voz en cuello que eso es culpa de Obama, del papa o de quien
sabe quién carajo, cuando la realidad de las calles dice otra cosa.
En
estos días hablaba via redes sociales con un amigo que vive en el extranjero,
él estuvo por acá hace un par de meses y me comentó lo ridículamente baratas
que son las cosas por aquí, yo le contesté que claro, si vienes con dólares y
los vendes en el mercado negro todo es ridículamente barato, pero si vives con
estos sueldos de acá todo es ridículamente costoso y en muchos casos
imposibles, por ejemplo, imaginemos a un padre de familia, de esas
tradicionales donde el señor es el sustento del hogar, digamos que el hombre
hace un gran esfuerzo y produce cuando menos 10 mil bolívares débiles al mes,
en dos quincenas, la familia es de cuatro integrantes, los niños menores de 12
años por lo que están en la escuela, el señor no paga alquiler y tiene todo lo
necesario en casa (carro, muebles, tv, computadora, cocina etc.etc.) solo en el
mercado básico se le van cuando menos las tres partes de la quincena, sin
comprar nada de las otras cosas necesarias como productos de limpieza,
vegetales, pescado ni carnes, el fulano mercado son solo unas bandejitas de
muslos de pollo, alguna de hígado de res y si acaso un par de carne molida (que
de seguro es de gato con perro y alguna que otra víscera para darle
consistencia), total hablamos de mala alimentación y una ranchificación total
del estilo de vida, si el sueldo apenas te alcanza para un medio mercado cada
quincena y nada más pues las otras cosas del vivir quedarán a la buena de dios,
haga los cambios que quiera para el ejemplo y volverá a la misma situación.
Volviendo
al tema, si mi hija que tiene dos padres que no se conforman con amarla si no
que además hacen esfuerzos diarios para mantenerla dentro de unos parámetros más
o menos de vida normal, no tienen como carajo darle un triste tratamiento para
el cabello, imagínense por donde va la economía, que se supone (según la
parafernalia gubernamental) ayudar al pueblo a salir de la miseria, cuando la
real miseria pulula por calles y barrios de este país, siendo los únicos realmente
beneficiados todos los parásitos oligarcas de la boliburguesia roja rojita en
todos los niveles de la administración pública incluyendo a los otros imbéciles
que los defienden (acá pierdo las formas) , creer en algo es una cosa pero
estar jodido y joder a los demás por su ceguera, ignorancia, atraso mental y
mezquindad cerebral es otra cosa, si se quiere joder hágalo solo, pero no nos
arrastre a todos los demás.
José
Ramón Briceño, 2014
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