Cada
vez que me asomo a los pocos espacios informativos que hay, quedo al borde del
infarto, es complicado no molestarse cuando uno lee o mira las barbaridades que
los fulanos de la tolda roja. No hablo de los miles de tuits con “chismes” cuya
credibilidad solo alcanza para que los creyentes crean que alguien nos va a
sacar de acá, que seguramente hay unos fulanos torpedeando la institución
militar, esperando un espacio para la insurrección.
A
estas alturas no sé qué pensar, de quien pensar o que esperar, simplemente hago
mi parte desde todos los espacios donde me muevo, miro feo a los policías y si
se me atraviesa algún milico procuro que ni me hable para no verme en la
necesidad de ignorarlo, si por casualidad quiere insistir pues le diré lo
primero que se me ocurra así toque tomarme un lexotanil para que de la bronca
no me dé una vaina.
Ayer
domingo compré un diario de circulación nacional, en sus páginas internas vi
una noticia de verdad aterradora, hablaba de unas fulanas “Zonas de paz” (Nota de prensa sobre la zona de paz),
donde ni la policía u otro cuerpo de (in)seguridad entran a hacer lo poquito
que hacen, ya que un ministro irresponsable quiere creer que el hampa hace
tratos con nadie y menos aún respeta la vida de ningún ciudadano. La verdad no sé
en qué país piensan que viven esos fulanos, lo único que me queda por pensar es
que esos mal vivientes (los hampones de los barrios bajos pues los otros viven
muy bien aunque se comporten muy mal) son aliados incondicionales y son
tratados como tales, como previendo lo que temen, algo así como tener un ejército
que no sabe de ordenes ni de disciplina, una excelente carne de cañón para
evitar que los “gloriosos” miembros del ejército se manchen (más) las manos con
la sangre de quienes no comulgamos con su discurso maniqueo de pobreza, miseria
además de su escasez mental y física.
Todos
saben las cifras de criminalidad, ahora entiendo la razón de que nadie haga
nada, con zonas despejadas y sin autoridad, las cárceles ahora son despachos
ministeriales desde donde los altos jefes de las grandes corporaciones del
hampa despachan a su gusto y al parecer hasta tienen como asistentes a los
lacayos de la guardia nacional, todo con la anuencia y beneplácito de los altísimos
jerarcas del régimen.
Se
supone que si la cosa está muy difícil, los primeros perjudicados son los más
pobres, sin embargo ellos han logrado hacer pingues negocios, hacen las colas y
revenden hasta en un mil por ciento o más lo que no se vende en ninguna parte,
hacen su fiesta de miserias mientras el país se cae a pedazos, si a eso le
sumamos lo de las fulanas zonas de paz, ahora entiendo un poco más la razón de
que ningún barrio salga a protestar, los hijos, amigos y familiares que andan
en malos pasos están protegidos y la manga de inútiles que no han querido
estudiar ni hacer nada productivo se dedican a mercadear con la necesidad de
mucha gente que prefiere trabajar a perder su valioso tiempo en colas.
No
me mal interpreten, vivo en un barrio, una cosa de verdad ruda, los disparos se
escuchan todos los fines de semana y los robos están a la orden del día,
afortunadamente no me ha tocado el turno, sin embargo tiemblo a diario solo de
pensar en la posibilidad de que me suceda. Sé que allí vive gente decente, que
trabaja a diario, que no anda en malos pasos ni acepta que nadie en su casa lo
haga, sin embargo toca estar claro, en esos sitios pulula todo lo malo de una
ciudad, la gente como uno es una suerte de poro incrustado en medio de un mar
de pus que supura porquería todos los días, si esa por quería está alimentada
desde adentro de lo que debería ser el organismo encargado de hacer la limpieza
social respectiva, estamos perdidos.
No
pido disculpas por mis afirmaciones, esas no necesitan muchas conclusiones,
basta dar una vuelta por todos lados y ver los miles de compatriotas en las
colas, escuchar a los vecinos para saber quiénes y cómo venden los productos de
primera necesidad a precio de oro, preguntar por ahí a quienes han sido víctimas
del hampa como sus vehículos son secuestrados, como las muertes suman miles al
mes en todo el país sin que pase nada significativo, como el sueldo se va en dos
tonterías y los que ganan el sueldo mínimo ni se inmutan, entonces sabemos que
el país ha sido ganado por la miseria y que lo que queda por hacer mejor me lo
cayo, aunque sé que será necesario un holocausto de muertos como todos los del
siglo XIX y después, con lo poco que quede volver a empezar, mientras
seguiremos navegando en una cloaca, esa misma que un fulano prometió ser el mar
de la felicidad, ese que todavía esperamos.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
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