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lunes, febrero 17, 2014

Sensatez, medida de supervivencia


Estos días han sido de confusión total, puro rumor, pura guerra de Facebook, tuitter, cadenas, gritos disparos, carreras, gases lacrimógenos, acusaciones, desmentidos, mentiras y demás ingredientes normales para estos tiempos pero maximizados por la histeria colectiva, los tirios reclamando su justa molestia y los troyanos defendiendo su incapacidad desde la palestra del poder y las armas, sin importarles mucho ni las formas ni las leyes.

Llama la atención lo revuelto del espectro, mientras los medios de comunicación están amordazados por la espada de la censura so pena de cierre, la única vía libre que queda son las redes sociales, un milagro del siglo XXI con el cual los humanes (prof. Flores dixit) se comunican entre sí. Estas redes se han vuelto la única manera de monitorear y de dar cobertura a los hechos y situaciones que se dan en este tiempo amargo de marchas y rabias, sin embargo tienen su lado oscuro, por un lado unos (entre los que me cuento) andamos pescando verdades, por el otro regalan mentiras que por la necesidad de información pasan por verdaderas hasta que el tiempo las desmiente.

Por obra y gracia de las redes sociales los cuerpos de (in)seguridad del estado han quedado desnudos ante la opinión pública mundial, no importa cuántas ruedas de prensa, cadenas, gritos, órdenes y contraordenes, ya todos saben que los policías o algo parecido mataron a los dos jóvenes, así mismo nos enteramos casi al momento de cuando sucede alguna barbaridad de esas tan cotidianas, como las bombas lacrimógenas,  los disparos de balas de goma y las otras de plomo y cobre, al final hasta los homicidas, abusadores de oficio, malandros disfrazados de revolucionarios, todos quedan al descubierto en la maraña de videos, fotos y textos que a cada momento afloran por la red.

La parte mala es que igualmente las redes sacan rumores a granel, matan a gente mientras cena, cuentan de viudas llorosas que denuncian fusilamientos secretos, sacan fotos de hace años o de otras latitudes como si del patio trasero se tratase, en fin, toda una estrategia de desinformación dirigida a hacer más patente la histeria y con ello forzar alguna situación que desencadene un baño de sangre que a su vez justifique la salida por la puerta del medio, de tropas de asalto con acento antillano y aroma de ron con yerba buena que sumado a los ya animalizados criollos seguramente les aseguraran una buena cosecha de cabezas pensantes, así se aseguran el sustento en petróleo y dólares que con tanta ansiedad nos quitan de la boca.

Hasta el humor lo han pervertido, los oficialistas, esos que reclaman respeto, son los más groseros con sus imágenes, memes y mensajes, no creo que ningún humorista o ciudadano serio esté de acuerdo en hacer tales cosas, solamente quienes carecen del más mínimo sentido de la decencia además de exhibir una condición mental deplorable acepte tales cosas como “normales”, cuando menos yo sería incapaz de hacer comentarios escatológicos a pesar de que la tentación es mucha, el humor así como la vida debe ser llevado con algo de seriedad para que tenga el efecto, ahora, la ramplonería y la chabacanería habla peor de quien la ríe que de quien la piensa.

Creo que este momento es para intentar, en la medida de lo posible ser serio, delimitar lo cierto del simple rumor y el chisme de la información seria, no es fácil, lo sé, las fuentes están secas o simplemente fueron cortadas de raíz, entonces toca hacer acopio de sentido común, ver todo con ojos de incredulidad, no alarmarse hasta cotejar la información de la manera que podamos. No hacer caso de rumores o de chismes nos hará más fuertes, ignorar la desinformación generada por los agentes del estado, los del G2, los de los afectos al oficialismo a quienes por cierto es mejor ignorar, caer en la tentación del insulto es muy fácil, darle alas a la ignorancia también, entonces, así como exigimos se nos respete, respetemos a los demás, no divulguemos de manera automática, primero veamos, cotejemos y si al final la cosa resulta cierta publiquémoslo hasta en los asientos de las paradas de bus, en las bolsas de pan, en las redes sociales y hasta en los postes de electricidad, que la censura se aburra y los otros se cansen, somos más, somos inteligentes, queremos futuro, construyámoslo desde nuestras esquinas sin caer en tentaciones vanas, no nos dejemos llevar por los nervios o la rabia, que esta carrera es de resistencia, no de velocidad, allá los que se desesperan y aportan bala y brutalidad, no olvidemos la bronca pero esa toca  administrarla para que sea efectiva, de otra nos perderemos el rumbo.
José Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
@neurocaotico



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