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martes, febrero 11, 2014

Relatos de angustia

Como siempre pasa uno se reúne, conoce y trata a gente diversa, en mi caso particular la verdad he conocido a infinidad de personas que, vistos en conjunto, componen una muestra variopinta de los oficios y profesiones del país, además, son buena gente, trabajadores, emprendedores, ciertamente hay unos más cultos que otros, algunos aun piensan y se comportan igual que a los veinte años, sin embargo todos tienen en común el desconcierto y la intranquilidad. Eso se puede leer entre líneas o muy bien especificado en los muros de sus redes sociales, en el caso de los que muy poco veo, entre los que me tropiezo seguido pues la conversa invariablemente comienza por expresarlo.

Un amigo de esos de liceo, a quien conozco hace más de veinte años y con quien mantengo una relación más digital que otra cosa actualmente, me decía para que publicase en mi esquina que ha cerrado su negocio, no sebe cuando podrá abrirlo, el vende repuestos para vehículos, me dijo cuál era el ramo específicamente pero debo confesar que de carros se que ruedan solamente, nunca me he preocupado por saber de eso, es más ni licencia tengo, no manejo a pesar de que se hacerlo, el asunto es que con el cierre de su negocio deja cesantes a dos empleados que lo ayudaban, desde noviembre no adquiere mercancía, en enero se le acabó lo que tenía por tanto le sale más barato cerrar a esperar que algo pase que seguir gastando en servicios, sueldos y demás gastos que conlleva un local, por cierto, este amigo tiene dos hijos.
Otro de esos conocidos desde hace tiempo recién me lo encontré en un bus, él trabajaba como gerente de una tienda de electrónicos en un gran centro comercial de la ciudad, tiene tres hijos, desde diciembre está desempleado pues el negocio quebró y según su jefe lo llamarán apenas se resuelva el asunto, pero ya tiene dos meses y la plata de la liquidación se acaba, no estaba muy contento que digamos. Una odontólogo con consultorio propio, especialista en cirugía maxilofacial con bastantes pacientes, ha tenido que reducir su consulta pues no encuentra insumos para su trabajo, me cuenta que ha preguntado en las distribuidoras y la respuesta invariablemente es “NO HAY” vea que hace doctora, nosotros le podemos despachar una vez cada 15 días y es eso no más, me cuanta que la cantidad de lo despachado equivale a lo que gasta en tres días de trabajo normal, tampoco está contenta.

Mi papá alguna vez creyó en esto del socialismo, mi viejo es excelente persona, amante de los animales, de hecho carga en su carro un saco de perrarina para los animales desconocidos que se encuentra en la ruta, sin embargo anda muy asustado por que hace meses que el stock de insumos para radiología (es radiólogo) está casi en cero, de hecho hizo gala de su experiencia e ingenio, corta una placa de las grandes en cuatro y así rinde una caja de película por cuatro, esa es la única manera no solo de atender a los pacientes, también de mantener a flote su negocio que sabe que está pronto a tener que cerrar y eso lo tiene angustiado y con el estamos todos, la pensión del seguro social no alcanza para mucho que digamos.

Dos familias que conozco están tristes y preocupadas, una es la del hermano mayor de un amigo, es técnico calificado en GM, el otro es ingeniero de planta, sin embargo están a la espera de quedarse cesantes, saben que en cualquier momento los mandan a sus casas sin goce de sueldo y por tiempo indefinido, en ambas familias hay niños pequeños y la angustia no está nada sencilla, el ingeniero piensa emigrar, el otro ni eso pues no tiene ni la edad para andar inventando ni el nivel de relaciones del otro para hacerlo.

La abuela de mi hija, es una señora mayor, como muchas sufre de hipertensión pero se complica con una diabetes no insulinodependiente, su hija, mi ex, me cuenta que es un suplicio encontrar las medicinas para la señora, las de la diabetes son todo un rosario, de hecho al final tuvo que recurrir al cupo electrónico pues acá no se encuentran, con respecto a las de la tensión han armado toda una red de familiares y amigos en el país para encontrar las fulanas medicinas, alguna vez fueron simpatizantes del gobierno, ahora en vista de eso la abuela ya no lo está tanto, sobre todo después que casi lloró cuando les llevé dos kilos de leche en polvo que compré la semana pasada.

Mi abuelita murió hace dos años, ella hizo las veces de mi mamá, me crió y viví con ella por muchos años, obviamente el luto todavía está activo, sin embargo, pensando en lo que está sucediendo casi que agradezco que se haya ido, en este momento estaríamos todos corriendo para encontrar las medicinas propias de sus múltiples dolencias, la tendríamos condenada a una eterna agonía por no encontrar las medicinas, como en tantos hogares del país, me duele pensar así pero es cierto.

Creo no es asunto de lados políticos, el cuento es que estamos nadando en un barro pestilente de ausencias, balas, violencia y pobreza que jamás habíamos visto ni olido desde tan cerca , la situación golpea todas las casas por igual, quizás lo que más  molesta es que hay algunos que no se sienten aludidos, quizás sea su costumbre de vivir en la miseria y hasta le divierte la cacería diaria de cosas para vivir, no sé, pero su indolencia ante la necesidad ajena no da mucho margen para tenerles simpatía, amanecerá y veremos, ojalá me lean y entiendan un poco lo que nos está pasando a todos, acá solo muestro una fracción infinitesimal pero verídica de cómo estamos de mal, mientras yo seguiré desde mi esquina contándoles y compartiendo mi angustia.
José Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
@neurocaotico




1 comentario:

Nívea Español H. dijo...

Hola JR, qué terrible tener que tomar distancia desde la profesión, para decir: Me gusta, Buenísimo!! Sólo el final, quedó desvanecido de la intensidad del (los) Relato (s) que se desarrollan en la prosa.
Paso a otro tercio: Lo muy terrible es que es mi vida, más terrible aún, es el consuelo de que nuestros viejos ya no estén. ¡Ay que dolor que pena! como El Mampulorio. ¿Será que a mis años y el de mis 6 hermanos cuya edad menor es 55, sería mejor que nos fuéramos antes que de igual manera, morir por no encontrar los medicamentos, o que una bala nos facilite el camino? ¿y que a nuestros afectos ya no los podamos ver porque tuvieron que marchar antes que una bala los alcanzara? ¿o que nuestros hijos preparados para el trabajo, estén desempleados, sin poder hacer sus vidas? Tántas frases hermosamente triste están allí, pero noto el remanso de poder contar con belleza la tragedia que se come la cotidianidad del baño, la comida, el ibuprofeno, los rayos X, el odontólogo y nos coloca en el propio centro de "La Divina Comedia"...sin Beatriz.