Los
venezolanos debemos ser los seres más exóticos del planeta tierra, no importa
que tan peligroso sea el asunto, siempre habrán mirones, si hacemos memoria de
los tiempos en que aparecían maletines extraños en la calle, la policía decía
que podían ser explosivos, se armaba el dispositivo de seguridad, llegaban las
cámaras de televisión, la prensa y la radio, igual habían cuando menos cien
mirones esperando que la bomba explotase, eso no pasa en ninguna parte del
mundo, una amenaza de bomba despeja cuando menos tres manzanas de cualquier
otra ciudad, la gente se aleja todo lo que puede, acá no, hasta los policías
pasan a ver de qué se trata el asunto, le dan con el pie a la supuesta bomba
hacen chistes, le hablan a los mirones y hasta sonríen a las cámaras.
Esto
lo cuento pues hoy otra vez pasé por la zona de guerra de mi ciudad, a un lado
de un centro comercial, unos cien muchachos armados con palos, piedras,
botellas y hasta escudos artesanales, queman cauchos, gritan consignas, se
enfrentan a la policía, llueven bombas lacrimógenas, hay gritos, carreras,
insultos y hasta disparos, mientras todo eso pasa hay unos cuantos mirones
esperando a ver qué pasa, corren, aplauden pero ni de vaina entran al combate,
cierto, he sido un mirón más, la verdad hoy me llevé mi cámara con todas las
ganas del mundo de sacarla y tomar fotos para dejar testimonio de eso y sacarlo
al mundo, la verdad no me atrevo, quizás mañana me acerque hasta el sitio para
hablar con los muchachos a ver si me dejan participar, tengo que admitir que la
adrenalina es una cosa bastante gratificante, aunque los riesgos son bastante
altos.
Debo
criticar desde mi esquina la indolencia de todos, la gente se molesta, comenta
en todos lados que la cosa está difícil, pero nadie ayuda a esos muchachos que
se la están jugando completa, de hecho, cada tarde al volver a casa he oído a
más de uno comentar que van a “ver qué pasa” como si de un show vespertino se
tratase, no puedo entenderlo. Deberían sumarse, lanzar piedras, trancar las
calles, pero no, van a ver, a disfrutar del espectáculo gratuito, de guardias ,
policías y gente lanzándose cosas, como una guerra microscópica que no tendrá
mayores consecuencias, el gobierno seguirá matando gente, la guerra nos está
alcanzando mientras la mayoría va a ver, que vergüenza de país.
Puedo
entender el miedo, pero también debemos saber que la vida se nos va en tener
miedo, ya la salida ni siquiera está en el aeropuerto, seguramente nos iremos
por tierra, pero sin pasaporte está complicada la cosa, cuando les tumben la
puerta de la casa a culatazos dirán con amargura que se pudo evitar, pero el
miedo no los dejó.
A
los militares les podría insultar un poco más pero es llover sobre mojado, ya
saben que la historia se las cobrará, cuando no sus propios hijos por haber
permitido este descalabro de extranjeros matando venezolanos, por percibir
limosnas por hacerse los locos mientras el país se desangra, por “trabajar”
hombro con hombro junto a delincuentes, recibir y ejecutar ordenes de otros
iguales, solo que con cargo oficial, por ser las
celestinas del régimen, lastima dan.
Hoy
la esquina está de luto, ayer murió el venezolano ejemplar, el “Tío Simón”, yo
crecí oyendo sus tonadas, la verdad odié “caballo viejo”, pero lo demás me
suena a mi patria, sin las estridencias de los de la “canta recia”, sabiendo de
antemano que no tendremos otro igual, con su distinción humilde, su valor, su
ejemplo, ojalá algún familiar lea mis líneas luctuosas para sentir que mi dolor
es compartido.
Para
terminar mi artículo, no pierdo la esperanza de un cambio, de un nuevo aire en
mi país, sin esa tontería politiquera, con libertad de información, fronteras
libres, supermercados bien surtidos, sin colas, si escasez de todo, con futuro,
sin violencia, con orden y progreso, pero sobre todo sin este animo de tristeza
flotando en el aire, mezclado con gas lacrimógeno que nos hace dudar entre
llorar por el o por el país.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
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