Contra
de todos los consejos de gente que me quiere salí, me fui a dar una vuelta,
conversar con unos amigos nuevos y a ver si lo que decía tuiter sobre lo que
sucede en Maracay era cierto, me llevé una sorpresa, la verdad no sé si decir
que fuese grata pues ciertamente la calle encendida no es un espectáculo agradable
para nadie, sin embargo, en vista de la situación de mi país y de la normal
pasividad aragüeña, tanta gente en la calle, resteada, sin visos de echarse atrás
es un avance cualitativo en esta lucha, lo mejor, los partidos se han tenido
que mantener al margen pues su llamado a volver a casa no ha sido escuchado por
nadie.
Las
concentraciones por lo general son hechas en otro espacio, sin embargo el genio
del gobernador y sus secuaces secuestraron ese espacio desde temprano,
impidiendo así la reunión, pero la gente, puro muchacho menor de veinticinco a
decir por sus estampas, no se amilanaron, se embravecieron y trancaron una de
las avenidas más grandes de la ciudad, en horas de la tarde fueron atacados por
los colectivos armados del gobierno, me cuentan que hubo piedras, molotovs del
lado de los manifestantes, contra disparos y cohetones (explosivos usados en
los festejos que son potentes y generan mucho calor, pero en tierra hacen
bastante daño), los muchachos lograron que uno de los que disparaba se cayera
de su moto, fue rescatado en medio de balas por parte de sus compañeros y la
moto fue incinerada, acto seguido se trasladaron a otra avenida cercana que también
trancaron con barricadas, la policía intentó sacarlos a fuerza de lacrimogenas
pero no pudieron, ya los vecinos hartos del abuso policial pues los gendarmes
lanzaban bombas lacrimogenas a los edificios y los colectivos dispararon contra
los balcones, pues, los vecinos y sus hijos bajaron a apoyar la protesta, en
medio del caos vi muchos muchachos de los barrios cercanos, ya no es una
protesta de la clase media solamente.
Cuando
volvía un señor se me acercó y me dijo que se unía a la protesta porque no
aguantaba este eterno trafago de colas, devaluación, hampa y zozobra, aunque a
decir verdad lo dijo en un lenguaje más fuerte y coloquial que no pienso
reproducir, seguí caminando y me quedé un rato en el centro de la
manifestación, maravillado con la descarga de adrenalina, extrañando mi cámara,
la cual he decidido no sacar más pues la cosa no está para tentar a la suerte, rifarme
unos tiros, una noche de cárcel, quizás hasta la muerte, pero lo peor es que si
pierdo esa cámara los mil dólares que me costó difícilmente los podré reunir a
la brevedad y un fotógrafo sin cámara en estos tiempos es terrible pues uno
siente que se queda ciego.
Mientras
todo esto pasaba, vi un señor a mi lado, ha de tener como unos sesenta y tantos
pues tenía estampa como la de mi padre pero bajito, en ese momento venían unos
motorizados, comenzó una confusión de gritos y carreras, el señor, calmado
entre tanto caos se agachó y tomó unas cuantas piedras de un montón que tenía a
sus pies, se subió a la acera y esperó, tranquilo pero atento, me sorprendió y
lo imité, allí estábamos, conversamos mientras mirábamos alrededor, atentos
ante cualquier sorpresa, luego llegó su hija quien estaba recolectando piedras
y se paró a nuestro lado, la cosa me emocionó en grado sumo, un padre y su hija
haciendo acto de presencia entre tanto muchacho, un señor mayor como muchos que
en vez de quedarse viendo la televisión por cable o pegado al tuiter salió a
poner de su parte, ojalá todos los hiciéramos.
El
país está encendido, ya las protestas salieron de su rango focalizado, al norte
donde conviven casi que pared a pared las urbanizaciones de lujo con los
barrios periféricos, al parecer están entendiendo que la cosa no es de pobres
contra ricos como dicen desde las alturas del poder, el asunto es salir de la
peor administración de toda nuestra historia, que, para ponerlo en un símil histórico como tanto gustan los marxistas, han cambiado la casa Guipuzcoana,
los vascos aquellos que nos puso el rey de España para exprimir sus colonias
por el cacao, para clavarnos a los reyezuelos de verde olivo que tienen
tiranizada a su islucha desde hace más de cincuenta años por nuestro petróleo,
sin parar mientes al hecho de que la escasez no es solo ya de cosas de comer, también
es de medicinas, libros, repuestos y otras muchas cosas para vivir, ahora somos
los mendigos de latinoamerica a pesar de que en los últimos 10 años hemos
tenido la bonanza petrolera más grande de nuestra historia, la cual solo ha enriquecido
a los boliburgueses mientras que el resto de los ciudadanos hemos presenciado
con estupor la debacle económica, que nos ha quitado hasta el miedo por que ya
no tenemos nada.
José
Ramón Briceño Diwan, 2014
@jbdiwancomeback
@neurocaotico
2 comentarios:
Hermano, no entiendo lo que quieres decir porque me cuesta leerlo con fluidez. ¿Será que puedes redactarlo mejor? ¡Un abrazo!
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