Cuando tenía
once años, en alguna de las vacaciones escolares, estaba de visita en una casa
que tenía mi padre cerca del mar, aquella residencia tenía un amplio patio, tan grande que
comunicaba con la calle de atrás por donde invariablemente salían los vehículos
estacionados. Había ido con mi abuela que si bien era una buena mujer sufría de
manía organizacional que usualmente iba mezclada con un muy débil manejo de la
ira súbita que brotaba ante el primer intento insurreccional de quien fuese, y
yo no era una excepción, aquella casa vacacional tenía un amplio patio trasero
que fungía como estacionamiento cuyo
suelo no estaba asfaltado ni con construcción alguna, aquella mañana cayó una
profusa lluvia que había dejado empantanado todo el patio, por lo que andar
hasta el carro sin terminar sucio era toda una proeza. Como es normal en el
trópico y tanto más cerca del mar, andaba descalzo, al salir al patio había
dejado mis zapatos en una ventana con el agravante de haber dejado los
calcetines usados dentro del calzado, razón por la cual mi abuela ordenó que
las sacase para que no oliesen mal.
Eran tiempos en
los que no existía la televisión por cable ni la satelital, cuando menos no
para gentes de clase media tirando a baja como nosotros, por lo que la única
opción de entretenimiento era lo que hoy llamaríamos televisión de señal
abierta, en aquella casa había un aparato que tenía una larga antena aérea en
el patio trasero, que a su vez era sostenida por unos alambres que evitaban que
se balanceara mucho cada vez que hacia viento , uno de esos alambres pasaba
justo por encima de un cable eléctrico con el que hacia contacto pero al cual
nadie había puesto atención bajo el supuesto de que todos sabían y evitaban
tocar nada de aquel aparato, bueno, nadie me avisó y al ir a buscar los zapatos
quise evitar pisar un charco que circundaba la base agarrando la antena para
saltar, recordemos que llovió toda la noche, estaba mojado el piso y andaba
descalzo, lo último que sentí fue esa desagradable sensación de la descarga
eléctrica fluyendo por mi cuerpo sin alivio posible, abrí los ojos en un
hospital de pueblo rodeado de caras asustadas mientras un médico hacia lo que
después supe eran 15 puntos de sutura por donde (según los entendidos) salió la
electricidad, ahí supe que había estado muerto algunos minutos y que ese equipo
médico me trajo a la vida.
Cuarenta y tantos años más tarde
Hay madrugadas,
mientras me preparo para ir a trabajar, cuando pienso que morí en aquel
accidente y por algún movimiento karmático me tocó el infierno venezolano ya
que a los once años difícilmente pude haber cometido algún acto que mereciera
tal castigo. Quizás fue la vez aquella en la que luego de una fiesta me quedé
dormido en una esquina cualquiera de un barrio peligroso y cuando desperté
estaba frente a mí un fulano con un pico y una navaja preguntando por otro que
le había robado algo de casa, a lo mejor por uno de esos misterios del universo
parte del castigo es recordar esos episodios de casi muerte (o 10 minutos de
muerte en el caso de mi accidente infantil) como para que la duda perviva cada
mañana mientras me preparo para ir a un trabajo que dista dos horas o más de
distancia por un sueldo que alcanza si
acaso la subsistencia mínima, tanto es el drama que hasta sufro una crisis gástrica
por estrés.
A pesar del mal
humor matutino por la idea del viaje al trabajo, cuando salgo a la calle evito
detallar el terrible entorno urbano en el que resido para distraerme con los colores y la forma de los
cielos desde la montaña en la que vivo, siempre son una maravilla, tanto que
muchas veces me pierdo en pensamientos menos trágicos al amparo de la
ensoñación matutina del amanecer, todo más o menos bien hasta que llego a la
estación del metro de caracas, vuelvo a pensar en la idea del castigo infernal.
En esas estaba
pensando en la perfidia del diablo quien puede fácilmente hacer de Venezuela
una capital infernal menor, honor que comparte con Siria , Afganistán, Irak,
Corea del sur y otros países con similares esplendores de artificio infernal,
de seguro entre los colaboradores del inframundo la cosa es como los empleos
gubernamentales donde todos son expertos pero como nadie sabe nada se desviven
en ser imprescindibles para los jefes adornándolos con cuanto halago se les
ocurre , hasta serviles se vuelven para poder figurar. Los esclavos infernales
han de ser algo así y los delegados por transformar Venezuela en un espacio
idóneo para el solaz de Belcebú en persona , se esmeran en llevar la retorcida
cuerda de la maldad hasta cotas insólitas que están al borde de dejarse
descubrir, asunto importantísimo para el departamento de defensa del infierno tropical #3 , que ha
sido el designado para ejecutar la operación de dimensionado diabólico bajo la expresa asistencia técnica por parte
de varios miembros importantes de la corte de condenados modelo como el
padrecito Stalin , el camarada Fidel y el comandante de sabaneta , quienes
desde su insondable sabiduría maligna intentan reducir su pena diseñando
infiernos a la medida de la exigencia que se espera de un consejo experto de
tal talla.
Estos infiernos
“menores” existen como una suerte de pre-castigo donde las almas condenadas
hacen su pasantía y al morir, cuando pasen unos cuantos miles de años en la
eternidad del castigo final, cuando el dolor y el miedo ya no tienen más
espacio donde crecer para convertirse en una normalidad cualquiera que ya ni
molesta de lo acostumbrada que está el alma castigada, en ese momento de
aburrimiento, cuando busques las que por lo general deberían ser los recuerdos
más felices, los de la vida. En ese instante el castigo sube un par de peldaños
más en el momento en que caes en cuenta que estás mejor ahora en el infierno
pues peor ya no hay, en cambio en vida, siempre hay capacidad para vivir de
modos más infames.
Es un
pensamiento terrible que mastico durante el tiempo que voy viajando en el
metro, por lo menos los días en los que no tengo nada que leer para perderme
hasta llegar a mi estación. Lo peor es que es absolutamente factible que así
sea, lo que no vuelve menos aterrador el pensamiento debido a la imposibilidad de validar alguna tesis , sobre
todo desde que tomas conciencia de que si mi pc inventa miles de mundos a partir de personajes casi humanos recreados
en un laboratorio digital o en la sala de algún adolescente , quien quita ,
quizás pudiéramos ser entes creados para el disfrute de alguna civilización
interdimensional , la locura e inconsistencia de la humanidad dan para pensar
que tanta ridiculez que sucede en el planeta pueda formar parte de alguna
realidad organizada por un ejército de resentidos sociales que fabrican las
cosas más absurdas, dolorosas , espantosas y hermosas que hace la especie
humana , todo eso hace complicado pensar que sucedan de gratis sin aplausos en
alguna parte del cosmos, de otra entonces peor la sensación de saberse
participante activo del eterno naufragio de la tierra que vive así quizás como
trauma genético luego del seguramente espantosa inundación del diluvio
universal que dios regaló como ofrenda a su muy querida obra , en este caso
también vale criticar un poco a un dios omnipotente que hace mal su trabajo
fabricando seres sin la perfección esperada de tan elevado espíritu (punto para
la teoría infernal) a quien seguramente las matemáticas se le deben dar mal, quizás
el dios sea la parte en combate con el verdadero creador más cercano al
infierno que otra cosa, aunque aparentemente los celestiales del barrio
elegante del inframundo se metieron por diversión a molestarle el oficio al
sabio Lucifer quien por pura envidia pobló la tierra como campo de pruebas para
castigos futuros en otros planetas y dimensiones , ese tráfago de colonizar la
obra de satán terminaron por entrenar las legiones Romanas que luego mutaron
las espadas por los misales para catequizar el mundo , así se metieron por
todas partes y volvieron a construir un imperio más vasto que todo el
conquistado por las espadas , parte de la diversión es hacerle creer a las
pobres victimas que al morir van al paraíso cuando en realidad terminan en el
infierno, una cosa macabra entre las entidades con las que me enseñaron a
creer.
De todo eso es
factible que esta dimensión sea una suerte de regalo de consolación que le
entregaron a Luzbel en vez de pagarle la liquidación mil millonaria de varios
milenios de servicio, le dieron en trueque la oportunidad de ser dios sin las
complicaciones de la bondad. Recordemos las guerras, los asesinatos por causas
raciales, religiosas o sexuales, los robos, violaciones, tiranías políticas
donde todo lo demás es parte de su normalidad, además claro de las mil cosas
extrañas que le suceden a uno mientras transita por ahí. Como todo el entramado
religioso/católico/cristiano depende directamente del castigo como consecuencia
de las maldades pero si tienes la suerte de tener un sacerdote cerca al momento
de la muerte, con un acto de arrepentimiento el delegado celestial con poderes
extendidos sobre todo el asunto espiritual de criaturas menores (como los
humanos) , te da el perdón de todos los pecados cometidos en vida dándote un pase
VIP al cielo sin castigo por tus maldades pero si caes al descampado hasta el beso
que le robaste a la niña aquella con la que cursaste el primer grado C decidirá
el tiempo que pases en el infierno pero si viste en función de media noche a
Jane Fonda en Barbarela y tuviste sueños lúbricos con ella , te ganas un pase
directo a la paila número siete por cometer el pecado de lujuria , el
subconsciente es el verdadero YO de la personalidad múltiple que implica ser
humano . tan perverso el panorama que en realidad pone en duda la historia del
génesis cristiano, no es necesario ser filosofo para verle las costuras al
personaje divino por lo que acrecienta mis sospechas de que en algún momento se
traspapeló la cosa, si Lucifer es el verdadero creador, entonces lo malo es
aquello que parece ser bueno, eso
explicaría la razón de ese placer sensual que les produce a muchos la maldad,
si fuésemos una especie tan inteligente ser malvado seria la excepción y no la
regla en esta calle tan enmarañada.
Todo pensamiento
externo se borra en horario laboral, mis reflexiones están enfocadas a hacer mi
labor con la mayor pulcritud posible, responder emails, publicar mis escritos
de manera tan vedada que nadie sospeche que soy opositor acérrimo trabajando
junto a una piara de fanáticos gubernamentales acompañados de sus hermanos
mayores, los militares. Como consolación, justo al salir del metro y caminar
las ocho cuadras hasta el edificio donde laboro , termino por pensar que todo
esto de haber pasado a otra vida luego de alguno de los múltiples episodios de
casi muerte (o muerte) por los que he pasado en mi vida , todo eso es una
patraña para justificar una depresión con la que me he tenido que acostumbrar a
vivir, una formula menos complicada para lidiar con esta cotidianidad aplastante
de existir nadando apenas para no ahogarte pues la corriente no te deja
remontar hasta la orilla por mucho que te esfuerces.
José Briceño
2019