Hace
días leí un artículo de Elides Rojas donde exponía las tres expresiones más
escuchadas entre la población. Ciertamente hay tres grandes grupos de opinión,
los que defienden la ¿gestión? Gubernamental , los que detestan a cualquier
cosa que apeste a gobierno y los de más crecimiento que son los que están hartos
de cualquier cosa política y aseguran que ya no les interesa nada, que no
desean escuchar más del tema y que apenas puedan hacen maletas, venden hasta
los platos y se van del país para no volver jamás.
La
verdad es difícil comprender las razones del primer gran lote de opinión, se me
hace difícil compartir las ideas de quienes llevan quince años destrozando el
país , ignorando todo el desastre que han realizado, digamos que no todos hacen
su agosto con el dinero de la nación pero si todos son culpables por acción u
omisión del empobrecimiento progresivo que amenaza con ser definitivo de este
país que hasta no hace muchos años era un sitio donde se podía creer en el progreso,
tener una casa, un carro, un empleo cuyo sueldo fuese directamente proporcional
a las habilidades ganadas a punta de estudio (las familias de muchos pueden dar
fe de eso), ahora hay ilustres escolares presidentes de empresas del estado, “gerentes”
internacionales que no han aprobado el bachillerato, periodistas presidentes de
empresas eléctricas, tenientes multiministros y así una larga lista de gente
cuya formación acaso les daría para gerenciar un puesto de empanadas con altísimos
cargos, donde por supuesto su ignorancia no les deja tener ni siquiera una
mediocre gestión, tienen terribles gestiones donde los grandes jefes se
embolsillan una buena tajada mientras lo demás se esconde tras una gran patraña
de propaganda y fanatismo, si no creen tomen por ejemplo la del ministro aquel,
un economista metido a ingeniero agrónomo cuyo mayor logro fue el de formar un escuadrón
de sicarios que expropiaron el 90% de las tierras cultivables para convertirlas
en montarrales y ahora pues hasta un kilo de zanahorias cuesta más que el
billete de mayor denominación, la carne de bovino es incomprable y hasta los
pollos se importan pues al parecer a nadie le importa ser productivo.
Al
segundo grupo de opinión que va en franco crecimiento, no hay forma de culparlo
de nada, por supuesto toca andar molesto, si del lado oficial tienen sicarios
que llaman “colectivos” “círculos” o cualquiera de los epítetos que se les
endilgan a los fanáticos de moto y bala a quienes hasta la policía les rinde pleitesía,
creo que lo justo es que en algún momento existan grupos que les hagan peso
(eso aún no sucede, pero sucederá), mientras entre tanta impotencia se vale la
bronca. El problema es que del lado oficial nadie fue, nadie es culpable y se
sienten ofendidísimos cuando se los reclaman, puedo dar fe de eso pues por
asuntos de vida he tratado a altos funcionarios que ya no me tratan por
haberles reclamado alguna vez su absurdo accionar y su falta de honestidad al
realizar algunas cosas fraudulentas para colaborar con una gran cantidad de
ilegalidades que sus jefes les exigían. Aunque yo pertenezco a este grupo de opinión
he descubierto que con buenos e inteligentes argumentos se hace más que
insultando a cuanto chavista se me atraviese, de hecho, aunque trabajo en una
dependencia educativa del gobierno, no oculto mi filiación política ni evito
discusiones en ese sentido, algunas veces me porto hasta mal haciendo sentir
miserables a algunos compañeros de trabajo o diciéndoles cuatro vainas a
quienes se acercan con argumentos idiotas a la conversa, creo en la
inteligencia antes que la violencia.
Eso
no quiere decir que en pos de eso me deje insultar o ningunear por el primer
pendejo que se le ocurra, también tuve bastante calle en mi juventud como para
no dejarme amedrentar de gratis, sin embargo toca explorar la concordia antes
que la violencia.
El
último grupo ese de “no me importa nada, métanse su país por donde les quepa,
yo me voy”, ciertamente tiene razones válidas, debo confesar que si yo pudiera
llevarme a todos mis quereres en un avión (incluidos perros, gatos, amigos y
hasta empleos) me voy sin pensarlo dos veces, pero a los cuarenta y tantos
pensar en irse a limpiar mesas y condenarme a una vejez sin pensión ni calma,
es complicado pensarlo en serio. A esos amigos les digo que mientras no se
vayan tampoco se hagan los locos, hagan ruido, dejen el miedo, sean más
inteligentes (el lado oscuro no se lleva con la inteligencia), si de verdad se
van hagan resistencia hasta con la impresora de su casa, no se queden callados
frente a las injusticias, váyanse pero hagan su parte que quienes nos quedamos
de pie los miraremos si no con odio, si con indiferencia en el futuro, eso
señores se lo deben a sus hijos, sus muertos, sus familiares, sus amores y
hasta sus desamores que se quedan.
En
fin creo que el odio no tiene vuelta, el país está a un tris de algo que no
quiero ni nombrar, la división es un hecho y si aún estamos así es realmente
por la cobardía de unos pocos y el cansancio de muchos que tienen años en la
pelea mientras los políticos de oficio se creen en Versalles haciendo cálculos y
sacando ganancias para sus deseos mezquinos de poder efímero, haciendo tratos
bajo la mesa y engañando a su propia gente mientras sus cuentas siguen
creciendo “por si acaso”.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
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