Hoy es el día de navidad, aunque este espacio he decidido que sea una esquina desde donde gritar mi incomodidad, hoy pues voy a hacer uso de ella para realizar un acto diferente (de la esquina claro), no pienso gritar, cuando menos no con la rabia usual, tengo en mente un asunto más grato. Tan grato como es, dar gracias.
Algunos de mis lectores se sorprenderán, otros sonreirán y los menos confirmarán que ando muy loco, lo mejor es que todos tienen razón, miren, hace un tiempo he perdido la fe en los extraños, todos esos que miro pasar desde mi esquina, por la ventana del bus, en las redes sociales, la televisión y hasta las pocas veces que enciendo la radio, creo que todos andamos más o menos en la misma sintonía, es verdad, ya no se puede confiar en la gente, acá el que menos puja arroja una lombriz kilométrica, todo el mundo parece pendiente de un guiso y nadie cocina, la mezquindad es la regla en estos tiempos, el pillaje es algo tan normal que ya a nadie espanta, la política siempre cochina ha tomado nuevas cotas que rompen las reglas del asombro, la economía pues esa casi ni existe, en fin, las siete plagas bíblicas y otras más han caído en esta tierra de gracia, parecen negarse a irse, bien a su isla o mejor, al éter de nunca deben haber salido.
Sin embargo este año que va de salida me ha dado unas sorpresas muy gratas, primero, he descubierto otro talento muy diferente a la fotografía que me ha perseguido desde aquella tarde en el laboratorio cuando, en la penumbra rojiza de una luz de seguridad, vi aparecer de la nada mi primera copia en blanco y negro, a partir de allí la vida fue otra cosa, un vicio feliz que hasta premios me ha dado, aparte claro de que me ha otorgado la oportunidad de trabajar en espacios más cómodos que el de muchos de mis amigos, me dio una visión del arte desde adentro, cosa nociva para los estudiantes de literatura, sobre todo en una universidad pedagógica. Este año pues he decidido cambiar de oficio, salir de los pixeles y haluros hasta algo más simple como lo es la escritura.
Esta escritura me ha dado nuevos amigos, gente interesante en todo el mundo, el blog me ha hecho poder refutar con pruebas en la mano a mis amigos expertos en Internet, que allá afuera de mi ventana de cristal líquido no todos son idiotas que buscan píldoras para la vida, son gente que piensa, lee y discute, nada de la sacrosanta media cuartilla para que te lean, hay 70 mil lecturas en los últimos 365 días que lo afirman, eso se agradece y mucho.
Cada mañana me levanto con una sonrisa al pensar que yo, un ilustre desconocido, voy camino a labrarme un nuevo futuro gracias a otros tantos conocidos y desconocidos mediáticos que se toman la molestia de leer y compartir mis líneas, eso pues debe ser agradecido más allá de los 140 caracteres de costumbre.
Ciertamente me he granjeado unos nuevos “enemigos”, he perdido algunos amigos en el camino, sinceramente creo que si un amigo te rechaza porque tus ideas son diferentes a las suyas pues al final no era tan amigo, el cariño usualmente se salta las ideologías, también he ganado otros, gente que ha venido hasta mi esquina digital, ha tenido detalles que agradezco infinitamente, el niño Jesús se adelantó, este año se antojó de ser un poco más generoso que de costumbre, me trajo libros, vino y regalos para mí, algunos otros a mi hija, que en estos tiempos de escasez se agradecen un montón pues como todos sabemos la sonrisa de los hijos es el más preciado regalo que podemos obtener siempre.
A pesar de todas mis quejas he tenido una suerte increíble, he salido del país, estuve una temporada fuera del infierno y por voluntad propia me devolví, dejé gente de lado, supe casi a ciencia cierta cuál es mi espacio. Creo saber hacia dónde voy, me dejo llevar, me di cuenta que cuestionar es la vía, querer a los propios y ajenos el camino, saber dejar de lado la norma, vivir, la forma, no hay de otra, cada día hacer lo que te gusta, relajarse muy seguido y ser lo más sincero posible sin caer en ese espantoso error de la grosería gratuita que tantos confunden con sinceridad.
Mañana en la cena, sea opípara o medida, con licores caros o baratos, búsquense aunque sea a su gato y abrácenlo, sin no tienen hijos regalen un juguete a cualquiera que lo necesite, invite a los padres, amigos, primos, hermanos, vecinos, hasta los perritos callejeros aplican (su cariño puede sorprenderlos) , en fin, inviten a cualquiera que quieran cerca para compartir , exorcicen la política por unas horas, si la plata no les alcanzó para un wiski siempre caro, bébanse un Ron o cualquier otra cosa que les aligere el ánimo, imagínense que mañana no existe, recuerden cuando el niño Jesús existía y la magia navideña era realmente magia, seamos niños por un rato, que cuando despierten el país seguirá su camino y habrán horas para la bronca.
En fin, que la mañana de navidad los sorprenda felices, ahítos de comida, alegría, lágrimas y sentimiento, no sabemos jamás si será la última así que no las desperdiciemos en sentimientos inútiles esa noche, Feliz noche de navidad, que la resaca les sea leve y la fiesta alegre, saludos desde mi esquina.
José Ramón Briceño Diwan, 2013
@jbdiwancomeback
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