Yon Maikel Fernández
es hijo único, su madre lo cuidó de las malas juntas del barrio, lo obligó a ir
al liceo y se las arregló para hacer que el mismo se presentase a los exámenes para
estudiar en la llamada Guardia Nacional, ella (su madre) sabía por experiencia que
los militares en Venezuela son casi intocables, si bien es cierto que al
principio de la carrera no ganan la gran cosa, si se esfuerzan, se aguantan las
barbaridades de los superiores y se transforman en una suerte de autómatas sin
cerebro, la cosa se les hace más fácil, total con obedecer no le iba a pasar la
gran cosa, eran tiempos en que Venezuela era otra cosa y se esperaba realmente
poco de los militares.
Virginia Fernández,
la madre de Yon, le salió mal la jugada pues el novio que prometía boda en Los
Roques, apartamento en el este de la ciudad, carro y hasta ayuda económica para
los padres de ella, cuando se enteró de su embarazo, desapareció, nunca más se
supo de él, normal tambien en esta tierra de machos que se creen alfa y al
final no son más que niñas con pene que le huyen a la responsabilidad como a la
peste. Virginia, sin embargo se las arregló y entre mil cosas se ocupó de que
al niño no le hiciera falta nada de lo esencial, escuelas, médicos, fiestas,
noviecitas, mudanza a una mejor zona que resultó posible en otra ciudad, visitas
a museos militares, mucha película malosa de héroes de esos gringos que matan a
sopotocientos malos y ni se despeinan, desfiles y hasta la señora tuvo algunos
novios de uniforme solo para hacer que su hijo viese la posibilidad de futuro
allí, se enamorase del poder desde pequeño, no vaya a ser que el muchacho le
diese por pensar y terminar con una carrera pavosa de esas de profesor de
alguna vaina, no, esos se mueren de hambre, ella soñaba una vejez cómoda y solo
la milicia se lo aseguraba, por tanto la cosa fue tomar la cosa desde el
principio.
Hoy día la señora
estaba radiante, a su retoño lo han ascendido a teniente coronel, Comandante le
dicen, el muchacho no solo le ha salido juicioso, también inteligente, desde
que comenzó el gobierno anterior se anotó a ganador y apenas pudo se metió en
la política, apoyó a muchos que hoy son cercanos a los círculos íntimos del
poder, ha sido organizador de muchos de los llamados círculos bolivarianos, por
esa razón, cree, le dieron unos cargos buenísimos. Claro también se casó con la
hija de un general hoy retirado que de paso lo introdujo en el mundillo
político, ahora a sus cuarenta años es un hombre aparentemente solvente, con
casa en zona elegante, carros 4X4 para todos en la familia, viajes a Miami una
vez al año, trajes caros, seguro privado y demás comodidades que siempre soñó
para él.
Yon visita a su
mamá una vez por semana, muchas veces va con toda la familia pero últimamente la
he visitado solo, al parecer necesita espacio para pensar y desconectarse y la
casa materna es perfecta para eso, su mamá lo entiende y no pregunta mucho, ahí
se puede dar el lujo de sacarle la batería a los teléfonos pues la señal es tan
mala que prefiere decirle a su asistente que cualquier novedad se comunique
con él por el teléfono fijo de esa casa, y lo de la batería es para evitarse la
molestia de los fisgones que el estado le ha asignado para que recuerde que la
fidelidad es cosa de todos los días, no solo cuando tiene puesto el uniforme.
Madre e hijo
conversan, bueno, ella habla y el asiente, la verdad el tipo está raro, su mamá
lo presiente, no es para menos, las madres intuyen pues conocen desde el
nacimiento a sus hijos y más en el caso de Virginia, ella pregunta al hijo y él
le responde con evasivas, hace una semana que no lo ve ni habla con él, su
asistente (el del hijo, creo que le dice edecán) le habló para contarle que su
hijo le había dejado un sobre, que el “comandante Fernández” estaba de comisión
en el exterior y que nadie sabía cuándo volvería, sin embargo le dejó un sobre
abultado a la señora, ella fue muy rápido al cuartel, donde unos soldados
evidentemente impresionados por tratarse de la madre del comandante, la
escoltaron hasta la oficina del oficial, donde por cierto estaban unos tipos
muy raros que le preguntaron que había en el sobre y hasta la conminaron a
abrirlo en su presencia, más por incomodar que por otra cosa la señora hizo acopio
de esa autoridad que tienen todas las
madres y los mandó al carajo retirándose a su vehículo, escoltada de vuelta por
el par de suboficiales que la habían acompañado cuando llegó, eso también le
pareció raro.
Camino a su
casa, pasó por donde sus padres, le dio por viajar de improviso, total a todos
nos da alguna vez por volver al lugar donde se nació, ellos, los padres, aún
viven en el mismo barrio de la capital donde todos se conocen y se protegen,
sobre todo a los viejos, es un sitio de esos donde todavía respetan los años,
por esa y otras razones los viejos nunca quisieron mudarse, la verdad su papá quien
es maestro retirado nunca le hizo mucha gracia esa crianza promilitarista que
Virginia le inculcó a su hijo, el viejo decía que militar no era gente y últimamente
estaba más molesto con todo eso, el nieto se distanció totalmente y eso
molestaba a la señora, pero nada podía hacerse, los viejos son los viejos y
tocaba tragar grueso cada vez que visitaba a su mamá pues ahora la casa era
centro de reunión de un grupo de oposición.
Ella que se
sentía tan orgullosa del ascenso social y económico del hijo, quería que todos
se abrigaran bajo eso y lo disfrutasen también, pero algo no andaba bien y la familia
entera cerró filas no en contra del hijo, más bien lo ignoraban, la verdad últimamente
estaba muy creído, además esa tropa de edecanes, escoltas, asistentes,
choferes, llamadas a media noche, carreras del hombre y su sumisión a lo que se
le encomendase a nadie agradaba , si le sumamos la cosa política, el asunto
toma carices de telenovela pues la tensión en las pocas reuniones familiares se
podía cortar con un cuchillo y lo peor era que nadie hacia nada por suavizar
las cosas, no era envidia, era algo más, lo juzgaban como co-culpable de la
situación del país, lo sabían cómplice y ejecutor de muchas de las barbaridades
del gobierno y eso, no se perdona sobre todo entre la familia que siempre
valoró el conocimiento y la inteligencia por sobre todas las cosas, pobres pero
dignos siempre fue la enseñanza de su papá.
Virginia por fin
llega a casa de sus padres, allí llegó luego de tres horas de carretera, ella sabía
que por la condición de hogar materno, cueva opositora y barrio peligroso
ninguno de los que intuía la seguía se atrevería a entrar, acto seguido le sacó
la batería al teléfono inteligentísimo que le trajo su hijo después de la última
visita a Miami, donde fueron de paseo todos pues no sé qué ministro le prestó
un avión para que sacara a pasear a la familia, todo un nivel de vida que jamás
soñó cuando ella sola criaba a Yon, metió el paquete que le había mandado el
hijo en la cartera y se metió al hogar materno donde luego de los saludos y
bendiciones de rigor se metió al baño donde revisó el paquete.
En el baño por
fin lo abrió, había un vestido muy glamoroso, con toda la estampa de boutique
del extranjero, le pareció muy raro, sin embargo al desplegarlo cayó un manojo
de papeles en un carpetita, estaba entre los pliegues de la ropa, de manera tal
que no era detectado al tacto, los papeles eran un pasaje de avión acompañado
por una nota que decía:
Mamá, se estás leyendo esto espero que lo
hagas en casa de la abuela, ese es un sitio seguro, la verdad si te llegó el
paquete es porque tocó irme corriendo del país, anoche el sargento García,
hombre de mi confianza, estaba de patrulla con unos novatos y en una balacera
uno de esos novatos pendejos que graduaron antes de tiempo para beneplácito de
los jefes descargó su ametralladora por un ataque de pánico, con tan mala
suerte que le dio a un vehículo civil donde una señora iba con sus hijas, cosa
terrible, lo peor es que el fulano novato no va
a pagar cárcel ni nada por el estilo, pues es sobrino de un primo de un
medio hermano del cuñado del ministro y eso pues pasará a la historia debajo de
la mesa, no lo soporto, recordaba cuando tú me decías que debía ser fuerte,
como me cuidabas cuando el señor ese que teóricamente era mi padre se
desapareció y te salió criarme sola con la ayuda de mis abuelos a los que tanto
quiero a pesar de que ellos a mí no me quieren tanto por este asunto de la
política.
Lamento decirte que deserté de mi trabajo,
venia planificando la cosa desde hace años, ahora no importa adonde estoy, solo
te puedo decir que desde este momento y para siempre estaré fuera del país, la verdad,
discúlpame pero no me aguanto una arcada más, la depresión me está matando ,
eso solo lo sabe mi esposa, mi psiquiatra y ahora tú, pues no el farmaceuta
pues los récipes salían a nombre de mi esposa para evitar que mis superiores se
enterasen de mis males.
Perdóname de verdad, pero este asco de
hombre en que me convertí por culpa de la política no aguanta un muerto más y
menos aún las cosas que nunca te contaré pero que fueron órdenes y salía acatarlas
sin preguntar, junto con esta breve carta hay un pasaje, quiero que, con el
mayor de los cuidados le hables al abuelo, él sabe qué hacer, la verdad me
ayudó en secreto pues ni la abuela sabe adónde
estoy ni que era lo que hacíamos, espero que los servicios secretos tampoco, cuídate,
la bendición y te espero pronto, no creas lo que dirán los periódicos sobre mí,
seguramente el lunes explotará el peo y le va a llenar la cara de mierda hasta
al presidente, ya dejé todo arreglado.
Te amo mamá, nos veremos pronto.
Luego del susto
y la sorpresa, Virginia lloró, salió del baño con la cara hinchada y el vestido
en la mano, juntó el poco valor que le quedaba y se reunió con su padre, eso fue
hace unos días, salió de allí al aeropuerto, al día siguiente todos los periódicos
explotaron, los oficialistas tildaron a Yon de traidor, los de oposición le
sacaron el jugo a la noticia hasta hartarse, los medios y redes sociales
digitales tuvieron su cuota en el escándalo, nadie sabe qué hace Yon o adonde
se fue con su familia, desaparecieron en el éter.
Todo eso me lo
contó el profesor Fernández en una tarde de bohemia, me atrevo a contarlo pues
creo que aún hay muchas madres como la señora Virginia y algunos militares como
Yon, aunque no quiero que lleguen a esos extremos si me gustaría que
recapacitasen y pudiera sentirme orgulloso de mis compatriotas así estos usen
uniforme, ojalá estén bien y sus viejos puedan ver de nuevo a su nieto y a su
hija, que la muerte no los alcance en la soledad que los deja el destierro.
José Ramón
Briceño, 2013
@jbdiwancomeback