La
semana pasada hubo todo un revuelo bastante extraño con una noticia
extremadamente rara, supuestamente se están robando a los niños y estos
aparecen luego sin órganos, la verdad a pesar de lo trágico parece una noticia
“normal” en este caos en que vivimos, si la gente se mata por un Smartphone ,
una moto (de las chinas baratas) , un carro (el que sea) un par de zapatos
(importados claro) y hasta un paquete de harina, si se roban un niño para
destriparlo por unos miles de dólares no suena descabellado para estos tiempos.
Pero la verdad dudo que esta hampa imbécil de este país sea tan sofisticada, no
lo digo por destripar, eso lo hacen a diario, lo digo por aquello del ciudad
que han de tener con los órganos extraídos para que puedan serle útiles a sus
posibles clientes.
Lo
que hace más raro aun es el vehículo para la explosión de la noticia, una
manifestación de motorizados en una barriada de la capital y su posterior traslado a las puertas de un
canal del estado sin que la guardia nacional haya hecho ninguna escabechina de
perdigones con gas lacrimógeno, de paso la fiscal declara la importancia de
regular las redes sociales y a las 24 horas atrapan a una fulana con un
dineral, supuestamente pagado para que diera tales declaraciones, tanta rapidez
es sospechosa, sobre todo si hace menos de dos
meses un policía mató a un muchachito de 14 años de un certero disparo a
quemarropa con una munición de perdigones de goma. Todo eso sin hablar de la
cantidad de presos políticos que hay por centenas, pero ni un detenido por las
protestas de los motorizados.
La
verdad yo no confío en NADA de lo que dicen unos funcionarios acostumbrados a
mentir sobre cualquier tema. Sin embargo debo acotar que todo eso me parece tan
rebuscado que apesta a excusa para someter aún más a los que disienten, todo es
una persecución en este país.
Lo
que sí puedo dar fe pues unas cuantas personas conocidas ya han sido víctimas,
es de un nuevo modus operandi de las bandas delictivas, una versión más mísera
del secuestro exprés. Se llevan a los niños de los supermercados y luego llaman
a sus padres desde un celular para decirles que les hagan un mercado de entre
cinco mil y veinte mil bolívares (depende del supermercado y del secuestrado) o
si no, nadie vuelve a ver con vida a la criatura, aparte claro del típico
secuestro del niño o niña a las puertas de la escuela y la solicitud de rescate
con cifras que rondan los cien mil a los quinientos mil bolívares, algo
relativamente rápido que los padres pueden obtener hasta vendiendo el vehículo
en unas horas.
Difícilmente
puedo tan siquiera imaginar la angustia de unos padres ante tal hecho, lo que
si puedo imaginar es la lenidad con la que las instituciones encargadas de dar
seguimiento y atrapar a los culpables realizan las investigaciones para atrapar
a los facinerosos, lo más común es que entre los comentarios siempre se cuele
la posibilidad de que los organismos de seguridad tengan algo que ver con el
hecho delictivo, bien sea por asociación o por omisión, pues ellos son tan
temerosos como los ciudadanos de esas mafias que tienen tentáculos hasta en los
altos niveles ministeriales.
No
es de culpar a quienes se quieran ir del país, es más , si se van hasta envidia
les tengo, no porque odie a mi país, todo lo contrario, es que quiero que mis
hijos y los de TODOS los ciudadanos de bien lleguen a viejos, tengan familias o
no según sus gustos, pero que podamos vivir en paz, no en este eterno ciclo de
miedos con que nos bombardea la realidad del país a diario, nadie está a salvo,
nadie se puede salvar, somos potenciales víctimas de unos criminales que se
aprovechan de la estadística que dice que solo el 5% de los crímenes tienen
castigo, ellos se sienten muy cómodos siendo del otro 95% que vive a sus anchas
haciendo alianzas con el estado y a la vista están los “colectivos”, harto
documentados por cierto.
Cada
día me siento más un reo de cualquier campo de concentración, vivimos sin
escapatoria en una suerte de purgatorio donde en vez de medalla de la Virgen
del Carmen necesitamos pasajes a cualquier parte del mundo civilizado, que
comparado con este infierno bien parece el cielo ya que con poder comprar todo
lo necesario para vivir, comer completo tres veces al día, caminar tranquilo
por la calle sin que nadie se antoje de cosas tan banales como el teléfono, el
carro , los zapatos y hasta el mercado, con la esperanza de morirse de viejo y
no a manos de cualquier bicho de uña, es bastante parecido al paraíso, solo que
sin ángeles, arcángeles ni dioses, solo trabajo y calma que ya es bastante.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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