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sábado, abril 11, 2015

Sábado gris


La envidia es un sentimiento que jamás he sufrido, no veo la razón para que (de mala manera) yo quiera lo que otros tienen, tengo la creencia de que lo que tengo es porque me lo he ganado, de igual forma veo lo que los demás tienen. A pesar de que jamás he tenido la gran cosa creo que he tenido bastante. Acá en Venezuela por lo general los profesores tenemos el autoestima en el piso sin importar el nivel en el que trabajemos la remuneración jamás ha sido la gran cosa, por tanto nuestra autoestima va por el mismo camino.

La última aventura que tuve me iban a deportar del aeropuerto, una funcionaria de inmigración, muy cejijunta (como todos) me increpó por tener un pasaje a tres meses, sin tarjeta de crédito ni tan siquiera reserva de hotel, yo pretendía  quedarme en la casa materna mientras ubicaba alguna cosa, al explicarle la cosa a la funcionaria y decirle que andaba de sabático me pidió una credencial que apoyase mi versión, al sacar el carnet de la universidad donde daba clases, el rostro de la funcionaria cambió y hasta me felicitó por visitar su país, me deseó un feliz viaje y una pronta vuelta, aun no salgo de mi asombro tres años más tarde. Eso me enseñó que es en este país donde desdeñan el conocimiento.

Esta mañana en la que viajar se ha convertido en una entelequia para privilegiados, recuerdo mi sueldo de maestro y casi lloro de rabia e impotencia, aún es temprano para beber, además ya no tengo pastillas “mágicas” que hacen que olvide el estrés, pienso en esa otra gente a la que no le interesa el mañana, esos que hacen su cola calladitos, los que buscan desesperadamente que la gente del gobierno les haga caso para darles un cargo de importancia, esos que por un carguito venden hasta a su mamá, los otros que han hecho del mal vivir un estilo de vida, los que se conforman con su pollo de mercal o de pdval (con su respectiva cola por tres horas) , la gente que se pone su ropita roja con gorrita de igual color para apoyar a quien le toque apoyar, los que se arrastran sin opinar sobre nada pues les puede costar cualquier cosa, en fin todos los que han hecho posible que esta mañana amanezca deprimido (como la gente pensante del país), sepan que los envidio, no pensar pero si aspirar es una cualidad que me ha negado la genética.

Pienso que si pensara menos la vida se me haría más fácil, si las limitaciones éticas no las tuviese de seguro no me importaría mucho que la inflación se disparase, haría de mis días libres una fiesta de colas para luego revender, lo que también sería un bálsamo para equilibrar las pequeñas miserias de la pobreza, tendría seguramente un buen cargo oficial y quien quita si quizás no hubiese podido pertenecer a alguna misión internacional, una casa propia, carro también propio y una ilusión de futuro que no tengo.

De verdad toca envidiar la acefalia selectiva de muchos compatriotas, a los cuales por cierto he dejado de tratar o me han dejado de tratar gracias a la (poca) popularidad de este blog donde escribo cada día las cosas que me entristecen como fórmula mágica para darle salida a la depresión sin tener que recurrir a la fácil salida de la violencia o de la militancia ultrosa que al final sería  perniciosa, no creo que sobreviva mucho en una cárcel, bien por obra de los animales que la habitan, los otros que la administran y la inamovilidad que la caracteriza, la tristeza acabaría conmigo en poco tiempo .
Por cierto, vaya con los presos políticos mi más grande admiración y apoyo.
José Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback





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