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miércoles, junio 04, 2014

Reflexión de mediodía


Desde esta esquina siempre he compartido con todo aquel que se atreve a leerme, mis pensamientos, mi incomodidad, todo criticado desde la pretensión de que hago un análisis más o menos apegado al “deber ser”, pura lógica. He intentado escapar a ese espantoso lugar común, tan común últimamente donde los imbéciles del gobierno (valga la redundancia) cometen sus payasadas a diario mientras los ciudadanos padecemos su torpeza Este ejercicio interdiario me “obliga” a dedicarle todos los días cierto tiempo a reflexionar sobre el país, su situación y su gente.

Esta tarde, mientras regresaba a mi empleo luego de dejar a mi hija en su casa, iba en un bus público (saludos y fanfarrias, hasta que algo muy bueno inventa el gobierno), donde hay una cantidad de puestos dedicados a las personas mayores, mujeres embarazadas y en general damas o señores a quienes ir de pie se les haría muy incómodo, pues bien, en los asientos preferenciales estaban sentadas cuatro mujeres, 2 más jóvenes y el resto de mediana edad, el asunto es que a pesar de  que iban de pie varias señoras y señores mayores o con niños, no se dignaron a levantar la mirada, se hicieron las desentendidas, a pesar de las quejas generales ni se inmutaron, lo peor, las maleducadas son maestras de una escuela pública tal como lo denunciaba el uniforme que usaban.

La cosa me tenía indignado y entonces me asaltó un muy mal pensamiento, una variación de una frase hecha que oí alguna vez por ahí “entonces lo único malo de Venezuela podrían ser los venezolanos”, triste pensamiento para mí, se supone que debería pensar las cosas bonitas. Es como para pensar, la gente contamina por mero gusto, asaltan, matan, mienten, los policías protegen a los malandros en moto a quienes les paga el gobierno, no es que lo lea en tuiter, es que lo he visto y como la policía le dice a la gente que se disperse pues no pueden hacer nada en contra de los “colectivos” cuando debería ser al revés, mientras esto escribo me llaman para decirme que la policía política que la verdad ya ni se cómo carajo se llama asalta la Universidad de Carabobo para llevarse a uno de los miembros de su directiva, las cárceles rebosan de estudiantes mientras los malvivientes andan sueltos, los policías y guardias nacionales ahora son símiles tercermundistas de la Gestapo pues buscan apresan y agreden a un grupo de gente solo porque se los ordenan, violando todas las normas procedimentales, hasta me han contado de desapariciones y asesinatos por razones políticas, cuando ellos deberían ser quienes nos protejan, las calles son espacios de miedo al caer la noche pues nadie está seguro.

La gente se calma con un aumento de sueldo que se disuelve con esta hiperinflación que causa desmadres en los presupuestos de casi todos menos de los jerarcas que seguro hicieron desastres con las divisas “baratas” de CADIVI.

Cuando las maestras que imparten la primera formación a los niños se comportan como patanes de terminal de pueblo, ya se ve que la cosa está mal, ahora entiendo la razón de que tanta gente sea maleducada, no de ni siquiera los buenos días. Por el asunto del oficio docente he tenido contacto con mucha gente joven a la que he tiendo el gusto de dar clases, miren que se nota cada cosa, toda la mala educación del mundo, también ahora que soy padre me fijo más en los detalles y he inculcado en mi hija la obligación de tener gestos de cortesía, eso allana el camino de la vida.

Volviendo al tema, después de haber desgranado todas las cosas malas de mi gente, esas que sufro a diario, también debo acotar que encuentro y conozco muchos ciudadanos cabales y formales, quienes se comportan a la altura, pero somos minoría en este eterno lodazal, creo firmemente que a este país se lo ha llevado el gusto extraño de aspirar a nada, de ser solo peones sin valor real, que prefieren su colita para el aceite, el arroz, la harina, la leche, el eterno quejarse pero que al primer atisbo de montarse en una comisión se olvidan de las miserias ajenas y terminan como los espantosos “patriotas colaborantes” bien sea por acción a por omisión.

Me gustaría estar equivocado, que el tiempo olvide mis palabras y que todo este discurso solo sea una expresión de mi descontento generalizado entre tanto futuro pavoroso y presente incierto.
José Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback



 
foto: @plurifotos

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