Hace
unos años, en pleno paroxismo bolsivariano de propaganda y justificación, algún
imbécil, no se quien, se le ocurrió desempolvar una tesis de los tiempos de la
guerra fría, un invento bolchevique para su aparato propagandístico, allí
aseguraba un sesudo “investigador” que el primer socialista fue Jesucristo, a
mi abuela (que en paz descanse) casi le da un infarto y los insultos que
profirió no estaban cónsonos con su estampa de matrona dulce y viejita vivaz,
muy al contrario, habló más feo de lo que puede hablar un borracho cualquiera,
seguro eran remembranzas de lo que mi abuelo decía en sus peores momentos post
farra.
En
fin, desde ese día la cosa me da vueltas en la cabeza y uso el argumento para
burlarme de mucho fanático, pero de manera elegante para que no se sienta
ofendido, por lo menos no mientras esté con esa persona. El lunes pasado, en
vista de ser una noche de puente me reuní accidentalmente con unos muchachos
muy versados en política, entre cerveza y cerveza, gracias a las palabras de
una muy brillante jovencita, abogado, quien me dijo que lo que no estaba
prohibido taxativamente está permitido, se hizo la luz en mi obtuso cerebro y
se me ocurrió decir en voz alta que, si Jesucristo fue el primer socialista. Yahvé
podría haber sido el primer anarquista.
Claro,
toses y caras de sorpresa aparecieron en la cara de mis contertulios, seamos
claros, se supone que Dios padre, Jehová, Yahvé o como quiera que lo llamen es
un ente mucho más avanzado a todo nivel que nosotros, viles mortales, de paso
tiene toda una eternidad para hacer lo que les da la gana, de hecho, ahogó el
mundo por que la cosa no le gustaba, quemó un par de ciudades solo porque allí
practicaban eso que ahora se defiende tanto como la “diversidad sexual” y ha
sido la pesadilla de todos pues en cada era humana hay algún loco que decide
ser su “enviado especial” y se empeña en exterminar por puro necio nomás.
De
ser así, alguien tan importante no puede ser tan pragmático de resolver el
asunto de unas normas de convivencia con solo diez mandamientos, aunque esos
resuman más o menos las líneas básicas para que la gente viva en paz, o no se
molesten nos a otros que con eso creo que es bastante.
Veamos,
si no te metes con la figura divina le das paz a los sacerdotes y a aquellos
que encuentran paz en pensar que son oídos, si no matas creo que no necesita
mucha explicación la cosa, si no robas, mientes, deseas de manera que dañes a
otros y respetas las mujeres ajenas por muy bellas o “simpáticas” que resulten
algunas, el mundo estaría más tranquilo y los mandamientos más llevaderos a
pesar de la naturaleza humana.
Siguiendo
el razonamiento de los abogados, allí en esos huecos legales hay todo un
universo de disfrute, placer, inventos y hasta felicidad para muchos, sin que
esto presuponga la cárcel que tenemos por idea de religión, alguien diría (con
razón) que eso nos llevaría a la anarquía pura y simple, yo le aplaudiría pues
seriamos un mejor sitio para vivir, solo si nos ocupásemos de nuestros asuntos
sin atropellar a nadie, sin lastimas, trabajando todos los días en función del
bienestar propio y de la familia, sin andar inventándose excusas para drenar la
envidia, total, un mundo mejor, lástima que las diferentes iglesias se
apropiaron de la religión, inventaron más pecados, convirtieron un paraíso de
posibilidades en una cárcel gracias a las boberas santurronas de mucho
sacerdote, monja, vieja beata y la normal bobera de un publico ávido de
noticias divinas que jamás llegan con la claridad debida.
José
Ramón Briceño, 2014
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