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lunes, marzo 10, 2014

Hablando de la paz chavista


En Venezuela la locura y la impunidad han logrado cotas de película de terror, hace unos días, el jueves ocho de marzo, en la capital del estado Apure  (http://reportepolicial.com/?p=28478) un niño fue muerto a bala, todo fue obra de un policía por que el padre del niño le chocó la moto y se negó a pagar antes de que transito levantara el choque, la criatura de apenas nueve años fue ejecutada por el  policía, todo por una moto que encima de todo es de las baratas que ahora regala el gobierno a cuanto vándalo esté dispuesto a defenderlo y al parecer a los policías los contratan con la misma finalidad, ¿Qué es eso de que un policía asesine en plena vía pública?.

Ayer recién me enteré de esa noticia y la verdad tengo un amargo sabor en la garganta, me hago el loco pero sé que ese mal sabor en la boca es el regusto del odio, es que no se puede sentir nada menos que eso de un animal que mata a un niño por una rabieta, de paso también mató al tío del bebé cuando este intentó auxiliarlo, según he visto en las redes por la ciudad donde se cometió el asesinato nadie dice nada, los medios locales ignoran el hecho y al parecer la imbécil ministrucha esa que se dice defensora del pueblo de Miraflores imagino, no ha dicho esta boca es mía, cuando lo correcto sería meter a ese subanimal de cabeza en una cárcel, preferiblemente de máxima seguridad, al lado de violadores y asesinos que el mismo haya puesto preso y de paso pasarles a los reos una detallada sinopsis (ellos no creo que lean mucho) de las razones por las cuales los funcionarios están tras las rejas. La verdad es que ninguno de los dos amanecería y también es cierto que mucho no se perdería, la vida del niño no la van a devolver, sus padres seguirán hasta que les toque irse de este mundo con el luto fresco, cada niño que vean les recordará a su hijo, mientras los culpables son protegidos quien sabe por cual razón.

Ando de verdad con el ánimo crispado, la bronca a flor de piel y la tristeza inoculada en el alma, soy padre como muchos, amo a mi hija tanto o más que a mi vida, ella es mi razón de ser, estoy seguro que la razón de ser de muchos hombres y mujeres que tienen hijos, el terror de que ese caso se replique es un asunto latente, puede pasar en cualquier momento y al final ellos, los asesinos, saben que no les pasará nada, ojalá les dejen a ese par de agentes a los pobladores de san Fernando para que les den un banquete a los caribes y así ni los huesos de esas cosas a las que algunos cometen la grosería de decirles gente desaparezcan de la faz de la tierra.

Lo de la epidemia de funcionarios enfermos no termina en ese episodio del niño, quien sabe cuántos hay, que con su uniforme de la guardia nacional o de cualquier otro organismo de (in)seguridad del estado, andan matando jóvenes, no de nueve pero si desde los catorce años hasta los cuarenta y en algunos casos de más edad, por ahí existen muchos testimonios de gente torturada, muchachos detenidos que luego aparecen muertos, nadie investiga nada, todo se queda en veremos, la ministrucha esa dice que la tortura no solo es legal si no necesaria, incumpliendo de medio a medio la labor que le fue encomendada con el cargo, así mismo ningún funcionario llama a la cordura, pero lo más grosero es que hablan de paz. Sobre todo cuando sospechosamente llueven acusaciones sobre el cobro de recompensa por liberar a algún detenido, lo que tampoco ha merecido ni una aclaratoria asegurando con su silencio un manto de complicidad, tan típico de estos tiempos.

Imagino que todo ese discurso de paz debe referirse a la paz de los sepulcros, mientras la devaluación, el desabastecimiento, la pobreza y la desesperanza es lo único que ha mantenido un crecimiento constante durante estos días (para no caer en el lugar común de los 15 años de coprolalia que obligan a que ahora todos seamos realmente coprófagos sobrevivientes). No se hacia dónde vamos, puedo imaginármelo, la cuenta está muy grande, aunque la soberbia los esté “por ahora” mostrando como “sobrados” , tanta maldad no puede quedar impune, desde esta esquina vaya mi más profundo desprecio tanto para los criminales ejecutores como para los no menos criminales que por omisión no levantan su voz, ya les llegará su hora, mientras, sigamos apretando que la ruta es larga y recién comienza.
José Ramón Briceño, 2014

@jbdiwancomeback


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