El
clasismo es un invento absurdo de los marxistas trasnochados, ellos aún no se
han dado cuenta que todo ese invento de la lucha de clases funcionaba muy bien
en la Rusia Zarista o en cualquier otro país adonde existen clases determinadas
por títulos nobiliarios, acá, en Venezuela en cualquier barrio vive algún catire
de ojos azules cuya fisionomía está determinada por algún abuelo alemán,
italiano, francés o de cualquier otra nacionalidad, alguno de los millones que
se refugió en estas tierras gracias a cualquiera de las guerras que asolaron a Europa
en el siglo XX.
Aquí
no hay condes, aparte del “Conde del Guacharo”, si hablásemos de clasismo el
mentado conde no se presentaría en hoteles de lujo como lo hace, sus chistes
son de lo más vulgar que uno se puede imaginar, el uso de palabrotas lo
decuplica el señor en cada una de sus presentaciones, sin embargo igual la
familia de la urbanización más elegante de la ciudad se mezcla en sus risas con
el clase media endeudado por su tarjeta de crédito para pagar entrada y
servicio de Ron, el que tiene un amigo que le consiguió la entrada de cortesía y
si acaso consume un trago con una bandeja de tequeños y le obliga a la novia a
pasar una botella de Ron en la cartera para surtirse sin gastar, es ilegal pero
el venezolano es así, son las mismas carcajadas que se oyen en los barrios
adonde (por alguna razón que aun no entiendo) compran el disco en versión
pirata y hacen una fiesta oyendo la hora integra de la sarta de babosadas del
hombre. Total burguesía y plebe se unen en la carcajada común del chiste fácil.
Este
sencillo ejemplo demuestra que la posición oficialista es una muestra más de su
ignorancia y la de sus seguidores, esperar que el vecino por catire, pelirrojo,
chino, negro, malandro, colombiano, sueco, portugués o de cualquier otra
nacionalidad sea diferente por mucho con nosotros es una soberbia idiotez, es
más, si nosotros fuésemos como los gringos de las películas tendríamos que
presentarnos con una cartilla para no repetir hasta el cansancio la letanía de
los ancestros, acá todos tenemos por lo menos un par de extranjeros mezclados
en el genoma.
Se
preguntaran por que escribo esto, la verdad estoy algo más asustado, resulta
que tengo una hija rubia, gracias a la mezcla genética de la que les hablo, no
nos envanecemos por eso, tanto su madre como yo estamos más contentos por la
brisa fresca que presupone su presencia, tanto así que dejamos a un lado las
naturales diferencias de los señores divorciados que somos, en pro de la
crianza de ese ángel que nos ha tocado en suerte, per de seguir todo esto ¿Qué vamos
a hacer con eso de su color de piel y cabellos?, ¿Cómo la criaremos en este
clima de xenofobia y racismo?, ¿Cómo será marginada en el futuro gracias a su “accidente”
genético?, eso me tiene aterrado, el futuro cada día lo veo menos claro. Ya no
es solo un asunto económico, también lo es social pues si el estado provoca y
apoya esas acciones, otros venezolanos tan criollos como mi hija las pasaran
muy mal.
Creo
que es momento de que TODOS nos hagamos eco de esto que sucede pues estamos
cerca de tener una absurda guerra racista, de acá a poquito los estúpidos del
PSUV dirán que todo es culpa de los extranjeros y cualquier imbécil la pagará
con el primer pendejo que se tropiece en la vía y este tenga otro tono de piel,
eso señores es peligrosísimo pues en el entendido de que hay muchos padres como
yo por ahí sueltos, no nos quedaremos de brazos cruzados, algo malo puede pasar.
Por proteger a los hijos somos capaces de cualquier vaina.
Imagino
que todos los que provocan, apoyan, impulsan y organizan este nuevo fenómeno son
indígenas que jamás se mezclaron con otras razas, seguramente del shabono desde
donde despachan en Miraflores, el piache ha ordenado “limpiar” el país de los
infieles “sifrinos”, seguramente se sienten ofendidos por que no saben muy bien
que ellos son los absolutos culpables, además sus amigos Chinos, Bielorrusos, Cubanos
u Sur Coreanos les han hecho ver la verdad de lo beneficioso de los campos de
concentración y las guerras con cualquier excusa, claro, también sabemos que
desde el mismo shabono desde donde despachan mandan a sus hijos y familiares al
asqueroso extranjero adonde podrán estar tranquilos y quizás hasta “mejorar la
raza” con alguna catira o catire del viejo continente.
José
Ramón Briceño Diwan, 2014
@jbdiwancomeback
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