A
medida que se va envejeciendo, se supone que también se va ganando más en lo
que sea que uno haga, bien sea por que te vuelves experto, has estudiado más,
encontraste un mejor empleo, cambiaste de oficio o montaste negocio propio, eso
de crecer económicamente debería ser la norma para todos. Sin embargo en Venezuela
la cosa no es necesariamente así, me he dado cuenta de que a pesar de que gano
más que hace un año, compro menos aun que cuando era solo profesor por horas en
un tecnológico, cosa que todos los docentes sabemos es, económicamente
hablando, el peor de los empleos pues los sueldos por hora de esos institutos
son de lástima total.
Como
estamos cerca del día de navidad, anduve buscando cosas, una suerte de pre-gira
de compras para ver cuales detalles se pueden regalar a las poquísimas personas
a las que uno les puede regalar, no es cuestión de ser tacaño, es que si les
regalo a todos no me queda ni para los pasajes en bus y aún falta el fin de año.
En esa gira no podía faltar el revisar el precio de los licores, esos si no son
para regalar si no para consumo propio, no pienso en wiski que la verdad es
inalcanzable una botella decente y no las cosas espantosas de nombres tan
sospechosos que tengo la impresión que beberlos es un atentado directo al hígado
y quizás hasta ciego puede uno quedar de tan malosos que se ven.
Por
ejemplo, vi una botella que hace años compraba los fines de semana sin que me
diera remordimiento de conciencia, en esa época (tres años atrás) eso costaba
menos de cien bolívares y los amigos más afortunados arrugaban la nariz cuando veían
que traía algo de eso, algunas marcas de Vodka, Ron y hasta Tequila, hoy día son
incomparables pues ahora cuestan más de mil bolívares cada uno, eso que todavía
no ha entrado en vigor esa ley sobre el impuesto al lujo.
Alguno
me leerá y dirá “Que importa, por mí que el alcohol y los cigarros se vuelvan verdaderos
lujos, eso mata gente”, yo le respondería que en un país donde la gente no se
pueda costear sus vicios legales, la cosa pinta peor. Un país donde fumar
marihuana sea más barato que un cigarrillo legal, donde ni el albañil o el obrero
puedan reunirse a puerta de licorería para beberse unas cervezas, el maestro no
pueda darse un trago al volver después de atender quince secciones de cuarenta
y tantos muchachos cada día, el oficinista no pueda relajarse con un trago los
fines de semana ni las señoras su respectivo coctel, los jubilados su wiski
(por aquello de la tensión) , está a un tris de una explosión social, si muy
pocos afortunados pueden bajarse el estrés a punta de tragos sin tener que
pelear con una resaca atroz al día siguiente, lo más factible es que en algún
momento empecemos a enterarnos de que el atraco a las licorerías está a la
orden del día, no para vaciar la caja registradora como ya es costumbre, es para
vaciar los anaqueles y terminar vendiendo eso tras bastidores con un precio más
moderado.
Quizás
comencemos a ver con espanto como los profesores y maestros al borde de un
ataque de nervios terminen pateando a uno que otro adolescente (de esos que
tienen motor de 16 y carrocería de 25, metro ochenta a los dieciséis) cuando
estos se ponen necios dándoselas de vivos o a sus representantes que siempre
van a defender a su “retoño” negando de paso todo lo mala conducta que son, los
obreros terminarán matándose entre ellos por nimiedades , los profesores
universitarios comenzaran a pelearse entre sí, terminando con los alumnos,
caldeando un poco más esas últimas dos semanas de cada semestre donde alumnos y
profesores casi ni se hablan pues los primeros están hasta el cuello de
evaluaciones que lo más normal es que no los dejen dormir y vean a los docentes
como culpables de sus desventuras, ahí ha de ser peor la cosa, imagínense por
un segundo que los alumnos no tienen como liberar presión pues como gente sin
gran preparación no ganan mucho (los que trabajan) y los docentes que necesariamente
han de tener posgrado, tampoco, el ánimo será espantoso. Y de paso nadie sabe adónde
carajo se invierten los impuestos monstruosos que genera eso del IVA, el fulano
impuesto al lujo y el impuesto de cigarrillos y licores que dicho sea de paso
es casi que el sesenta por ciento del valor de cada uno de esos productos, se
los traga el gobierno y NADIE sabe en qué carajo los usan pues ni siquiera hay
nada en ninguna parte.
Seguramente
alguien dirá que es una maravilla, el gobierno quiere eliminar el vicio, yo
creo que ahora van a desaparecer hasta las pastillas mágicas (Valium, ativan,
lexotanil, bromazepan, lorazepam etc.etc) pues las señoras y muchos señores
conocen las propiedades terapéuticas junto con un tecito de tilo o quizás hasta
una cerveza para potenciarla, en vista de lo caro seguramente se harán fiestas
de pastillas mágicas al abrigo de los hogares, la fulana Yerba (marihuana) será
más popular pues hasta donde me han contado con 600 bolívares fumas un par de
semanas y si lo restringes para los fines de semana te dura aún más, así solo
la acompañas de jugo y dulces, serán más populares las matas de “Campanita”,
los alambiques clandestinos y hasta las cervecerías artesanales, con el plus de
que no le regalaría medio a un gobierno que nos chupa la sangre pero que no
ofrece ni siquiera estabilidad emocional pues las poquitas cosas que te sirven
para evitar reventarle la madre al vecino desgraciado del vallenato a todo
volumen, el calor de los buses, la puta quincena que no alcanza, los sueños truncados, la posibilidad de casa o carro , salir de vivir
arrimado, los alquileres imposibles, la inseguridad galopante y hasta el susto
constante de alguna “bala fría” que entre por tu techo, se vuelven imposibles.
Todo
suma a esta olla de presión inmensa en que se ha vuelto mi país.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
P.D:
por favor no me vengan con vainas de correr, hacer yoga, mantras ni meditación
trascendental, bien por los que lo practican y le sirven, muchas neurosis no
diagnosticadas andan por ahí caminando, incluyendo la mía, se reciben vinos,
libros, marlboro rojo, licores varios como regalos de navidad, saludos desde mi
esquina.
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