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lunes, diciembre 22, 2014

El espíritu navideño en tiempos de revolución

Nací en Maracay, hace más de cuarenta años, desde que tengo memoria me ha disgustado el centro de la ciudad, el bullicio, la música a volumen inaudible, esa que suena desde los puestos ambulantes donde venden discos piratas, hasta los de las tiendas que (suponen por una misteriosa teoría comercial) llama la atención de los potenciales clientes, el disgusto y el malestar sube unos diez niveles en temporada navideña. Lo normal es que sea un pandemónium de gente comprando regalos, ropa, comida y gastando sus utilidades pues el resto del año si acaso el sueldo.

Este año no es así, el centro cierra a la cinco de la tarde, los centros comerciales que se suponen seguros y alguna vez trabajaron hasta media noche, solo abren hasta las ocho y ya desde la siete van cerrando las puertas solo para atender a los clientes que están adentro. A eso le sumamos que la cantidad de gente ha mermado a menos de la cuarta parte, de verdad los centros comerciales y en las tiendas del centro el ambiente parece de un miércoles de febrero y no de la última quincena de diciembre.

¿Las razones? Solo puedo especular en torno a eso, sin embargo cuando consulto con mi bolsillo me doy cuenta que no tengo mucho y si lo tomo por los profesores y maestros ya somos cuando menos unos dos mil menos en las calles, quienes ganan sueldo mínimo pues  han de estar ocupados haciendo cola para comprar las cosas reguladas a ver si los tres meses de aguinaldo le alcanzan para alguna cosa, comer es la primera preocupación de todos. La inseguridad pone su acento en la vida citadina, igualmente las noches parecen madrugadas de domingo de ramos, las calles antaño centros de vida nocturna están desiertas, ni taxis andan por ahí a altas horas de la noche y los pocos que andan trabajando cobran tarifas de limusina neoyorkina pero sin aire acondicionado y tan sospechosos como muchos transeúntes, de hecho, hace tres semanas uno de esos taxistas extraños de la ciudad asaltó a un amigo, el fulano tenía a otro tipo escondido en el asiento de atrás, cuando rodaban por alguna calle desierta el de atrás emergió pistola en mano, mi amigo se la jugó y saltó del carro en movimiento, se desmayó y amaneció tirado en la calle, sin conocimiento y sin billetera pues dos tipos que pasaban por ahí (según la chica que rescató a mi amigo) le vaciaron el bolso y se llevaron, celular, billetera y utilidades, así como su espíritu navideño, ya confiar es un asunto complicado.

Si por casualidad tienes suerte y tienes suficiente dinero para comprar, igual la oferta es escasa y los precios exagerados, lo que ayer costaba cien bolívares hoy debe estar al doble y así sucesivamente, eso quienes se salvan de las inspecciones de “precio justo”, lo que ninguno de los fulanos del tal precio justo dicen es que la oferta de divisas para importar es solo ara algunas cosas, juguetes, ropa, electrónicos y demás cosas para vivir no están en ella, amén de los productos de tocador, por ejemplo, a mí me gusta mucho una colonia que normalmente cuesta 80 dólares (no es barata pero se supone que para algo trabaja uno) que veo difícil de comprar pues ya cuesta dos meses de sueldo, mi hija quiere una Tablet de regalo de navidad, ella la verdad no exige marcas ni diseños pero igual las baratas, esas de marcas exóticas, de origen desconocido y dudosa calidad, que uno mira en Amazon en 60 dólares, acá cuestan también un mes de sueldo y en algunos casos un poco más, si hablamos de ropa o zapatos la cosa no es menos grave, una docena de ropa interior de hombre, de calidad baja, cuesta un mes de mi sueldo, los de verdad, esos de algodón que son extra cómodos cuestan el doble, si los consigues.

Tengo la impresión de que el espíritu de la navidad está en la frontera, nos ha evitado pues la última vez lo atracaron, igual estarán el niño Jesús y los reyes magos, cuando las cosas simples y baratas son inalcanzables para el común de los mortales, llegará un momento en que los mortales se olviden de eso y comiencen a pensar que la violencia es la única manera de sobrevivir, si de paso el estado propone más violencia, se burla de las necesidades del pueblo proponiendo cosas como esa de llevar vacas a las escuelas para que los niños tengan leche fresca a diario (CDSMCPP*), que las madres deben enseñar a sus niños a usar el baño desde el primer mes de nacidos, volver al “Conuco” (huerto familiar)  para la supervivencia, decir que tenemos un bloqueo internacional cuando la verdad es tan evidente es que le debemos a todos y a nadie se le paga nada, los jerarcas son los únicos sin carencias económicas mientras los demás estamos subpagados y sobrevivientes, para colofón los que pueden se van a donde sea con tal de no estar acá, los que nos quedamos estamos a dos aguas esperando un milagro que nos saque con todo y familia de este moridero de pobres.
 José Ramón Briceño, 2014

@jbdiwancomeback


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