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lunes, diciembre 01, 2014

Llueve sobre mojado

Una de las cosas que más me molesta es que me falten el respeto, tengo años con una suerte de campaña personal en aquello de las buenas maneras, un “buen día” no le pesa a nadie, “por favor”, “disculpe”, “buenas noches” o cualquier otra fórmula de cortesía nunca está de más. Tengo que admitir que no soy el tipo más simpático del mundo, tampoco la genética me favoreció con una estampa acorde a eso de ser “simpático”, sin embargo hago esfuerzos a diario por ser un poco más amable con la gente que me rodea, detesto que me mientan y cuando considero que me han faltado el respeto me pongo bastante molesto, puedo llegar (y lo he hecho) hasta  ser grosero, evitando claro, las palabrotas, esas tienen su espacio.

Últimamente me he dado cuenta que las buenas maneras han estado desapareciendo del léxico del ciudadano común, eso me tiene harto, de hecho si no me piden por favor algo ignoro a quien me esté hablando, así pase por grosero, creo que el deber de todos es el de ser amables, sobre todo si quieren algún favor, así sea preguntar la hora, si no hay un gesto de cortesía me hago el loco, así estoy criando a mi hija, me niego a que mi única hija sea un engendro más de tantos que pululan de la mano de padres, madres y representantes de los que juran que todos deben obedecer sus órdenes.

Quizás esta sea una de las razones por las que me molesto más con los tipos del gobierno, la mentira (aunque la sinceridad jamás sea sinónimo de política en ninguna parte del mundo) de estos tipos, tan evidente, palpable y hasta cuantificable, hace que me moleste en grado sumo a cada día que pasa, los cuentos y sus justificaciones faltas de razón son un insulto a la inteligencia, la cual por cierto parece haberse batido en retirada entre los acólitos del gobierno.

Las colas, la escasez, la hiperinflación, el hampa, la policía corrupta y hasta más temible que los mismos ladrones por su semejanza en acción y el poder desmesurado que tiene cualquier funcionario frente al desamparo de los ciudadanos de a pie como yo, por ejemplo, no tenemos a quien recurrir, estamos desamparados.

Las medidas para “solucionar” la crisis que parecen cubetas de gasolina sobre una hoguera, mienten descaradamente, atropellan la dignidad, censuran, apresan, matan y si les preguntan lo niegan todo, hacen alharacas contra la corrupción cuando sus sueldos son tan astronómicos que cuesta imaginarse con tal cantidad de dinero, mientras todos sufrimos, suspiramos, añoramos y solo deseamos muchas cosas que vemos por internet, sometidos al insulto de un cupo de dólares para hacer una que otra compra, ellos se pasean por las capitales del mundo, comprando en tiendas de lujo, durmiendo en hoteles de mil quinientos dólares la noche, haciendo cenas de miles de dólares mientras acá el sueldo se divide entre comer o pagar el alquiler, ellos eliminan el patrocinio a la ciencia pero se traen “estudiantes” palestinos a quienes no les toca pagar nada, pasamos hambre pero a Cuba no se le niegan los millones de barriles al mes de los cuales los cabrones venden la mitad de eso y ni a Venezuela le pagan.

Los hospitales son zonas de guerra, entre sangre, dolor y miseria, los médicos mal pagados, sin insumos, sin camas, con una infraestructura terrorífica pero sus esfuerzos van en protestar lo mal que vive el pueblo palestino, a diario matan a cientos de compatriotas, las cárceles son guetos del mal pero protestan por que un policía gringo mató a un negrito (que mal realmente) pero carajo, acá se mueren miles al año y nadie dice nada, todos vivimos al filo de la navaja sin saber cuándo nos tocará, pero en el festival “suena Caracas” vetan a “Desorden Público” pues les incomodó una canción.

Hoy es lunes, primero de diciembre del 2014, amanezco pensando en las razones por las que detesto las revoluciones, sobre todo ahora que pienso en los regalos de navidad que no podré hacer, los deseos de buena vibra no cumplidos, lo que detesto la grosería gubernamental y este pueblo que ha retrocedido al Neanderthal por obra y gracia de la “patria” y el empeño gubernamental, aunque alegre por estar vivo y tener sanos a mis seres queridos y el espanto de saber que todo puede cambiar en un segundo y seguir desguarnecido cuando suceda, que tengan un buen día.
José Ramón Briceño, 2014

@jbdiwancomeback


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