Mientras
uno va envejeciendo se da cuenta de muchas cosas, las excusas cada día molestan
más, así mismo uno se va creando una suerte de “sexto sentido” para detectar
las mentiras al vuelo, quizás es este país lleno de “vivos” que se sienten muy
inteligentes cuando logran engañar a cualquiera, todos quieren un carnet, una
historia “heroica”, una salida “original” así eso presuponga más perder que
ganar, por eso, entre otras cosas, la institucionalidad jamás ha sido algo que
dure mucho, acá hasta las leyes son de uso momentáneo a menos claro que le de
alguna ganancia a alguien.
Esa
fama de mentirosos míticos va desde el alto gobierno hasta las calles, basta
montarse en un autobús para que en cada tramo de la ruta se suban varios a
mendigar “una ayudita para un niño con cáncer”, “una ayuda pues no encuentro la
medicina para mi hijo autista”, “ acabo de salir de la cárcel y necesito volver
a mi casa”, “el hogar de sanación del cristo de la mata de mango ardiente ayuda
a la rehabilitación de jóvenes con problemas de alcohol y drogas, como no
tenemos ayuda del gobierno necesitamos de su aporte, alabado sea dios”, “soy un
padre de familia que no encuentra trabajo y necesita llevar la comida a la casa”
, este último tiene varias modalidades, pañales, leche y hasta la comida del día.
Hay veces que si el tal mendigo no recibe nada, en la cuadra siguiente se sube
otro menos amable, cuchillo o pistola en mano haciendo leva de todo lo de valor
que tengan los pasajeros y dice a voz en cuello que eso sucede porque la gente
de ese bus no “colaboró” con su hermano.
Hablo
de la mentira pues a algunos de esos “sufridos” padres los he visto en las licorerías
foráneas del centro tragándose la limosna en cerveza, rodeados de funestos
personajes que tienen estampa de fumarse todo el crack que se pueda. Hasta hay
una mujer con un tumor inmenso en la cara, ella alega buscar dinero para
operarse sin embargo, más de una vez vi a gente dándole tarjetas para atenderla
gratis y operarla en algún hospital local pero tiene más de 15 años pidiendo
limosna, lo que ha variado es el modus operandi, ya no se sube en los buses,
ahora se para en los semáforos.
Venezuela
al parecer se ha transformado en una sucursal de “la corte de los milagros”
aquella de Oliver Twist, donde ser mendigo es una profesión decente, la verdad
es que ellos me dan cierta envidia pues ganan más que yo, se de uno que tiene
su punto estratégico en una esquina bastante concurrida, el señor no tiene
piernas y se mueve entre los carros con una patineta que empuja con las manos, se
de buena fuente que el señor tiene casa de dos pisos, carro especial para su “discapacidad”
, cuatro hijos y vida más o menos holgada, todo eso a punta de extender la mano
a quienes esperan el cambio de luz del semáforo.
Cuando
uno mira eso y se comienza a preguntar cómo (aparentemente) todavía el gobierno
tiene apoyo de eso que llama pueblo, la respuesta es simple, al pueblo le
encanta que le regalen, eso del trabajo, el estudio y el conocimiento le
incomoda, siempre será preferible la vida miserable pero fácil de levantar la
mano y pedir, jamás mucho pues de otra no te lo dan, sin embargo de a poco se
siente igual de bien. Los monstruos asesores estatales saben que ese pueblo ya
no tiene más sueños que comer pollo los sábados, un plato de pasta con salsa de
cualquier vaina en los almuerzos, desayuno y cena de arepa, quincena de cerveza
a puerta de licorería, sábado en la noche de licor, reguetón, salsa erótica o
bachata a volumen inaudible bañado con cualquier licor, eso basta para hacer
felices a las mayorías.
Cuando
esto escribo me siento un exagerado pero viendo algunas cosas como la
obligatoriedad de aprobar a los alumnos de educación básica, la eliminación de
las materias científicas (matemática , física, química y biología) del pensum
básico con la excusa de que eso no es necesario para la vida, la pretensión de “democratizar”
el acceso a la universidad para asegurar cupos en el sistema de educación superior
a los egresados de esa máquina de fabricar ignorantes llamado sistema educativo
bolivariano, las excusas gubernamentales para justificar su bestialidad en
materia económica y fiscal, la muerte del aparato productivo, el
desmantelamiento de nuestra única fuente de ingresos nacional que sin hablar de cifras, cuando te enteras
que ahora compramos petróleo y combustibles en vez de producirlos no hay mucho
que especular, las colas por días de cientos de ciudadanos para comprar
cualquier electrodoméstico, los buhoneros vendiendo a precio de oro lo que en
los supermercados no está, como para
cerrar ves a un ministro diciendo que eliminaran la ciencia que no le sirve al
pueblo. Constatas que “esto se lo ha llevado el diablo”.
Como
si fuese poco vivimos en guerra, donde la ignorancia campea también lo hace la
violencia, muchos piden un conflicto que queme en una hoguera cualquier
vestigio de la revolución, creo que vamos tarde, ya la revolución está quemando
a quienes creemos en el progreso, el trabajo y el estudio como fuente de
futuro, cada día cientos de balas se llevan a cientos de compatriotas, la
guerra vendrá por no por política, será cuando los mismos engendros armados por
el gobierno miren a su alrededor y decidan que quieren lo del estado, hay quien
aplaudirá, yo lloraré pues estaremos atrapados entre dos fuegos, sin que nadie
pueda defendernos, a menos claro que nos organicemos, amanecerá y veremos.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
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