Escribir
lo que pienso sobre la situación nacional sin acudir a los verbos escatológicos
y poco elegantes que se me ocurren para expresar toda la rabia que tengo es
complicado, amén de tener que confesar que tengo miedo. Las razones para temer
sobran, desde tener miedo por amigos, hija, querencias y familiares que andan
por las calles hasta por mi persona, creo que estos tiempos son para temer
hasta de la sombra.
El
hampa está desatada como todos sabemos, ahora hasta secuestran a los niños para
exigir como rescate el pago íntegro de un mercado que equivale a bastante
dinero, sin hablar de la angustia. Hay bastantes personas presas por decir
cosas a través de las redes sociales, han matado a yo no sé cuántos políticos “menores”
como sindicalistas y concejales de la bancada opositora cuya muerte se la ha
atribuido al hampa común, sin embargo la duda flota en el aire como hedor de
animal muerto.
Los
alcaldes no se salvan de la cárcel, han puesto entre las rejas a unos cuantos
solo porque hacen su trabajo a otros les sabotean la gestión llegando incluso a
quemar bienes del estado sin que tampoco existan culpables, lo que sigue
apestando a rata. Anoche pusieron preso a una de las cabezas más visibles de la
oposición, casualmente a un hombre que sacó más votos en su elección que el
presidente de la AN, además imagino que deben haber sido tantos votos que los
hackers del CNE no se atrevieron a ponerlo a perder por ese pudor malsano que
tienen todos los sátrapas de cualquier dictadura.
No
escapo al terror, siempre le he temido a las rejas, quizás ese temor me salvó
de cometer las tonterías propias de cualquier adolescente realengo aunque tuve
más suerte que otra cosa pues siempre me tropecé con policías hasta buena
gente, esos que lo encontraban a uno caminando a altas horas de la madrugada y
en vez de llevarte detenido te llevaban hasta la puerta de tu casa, esos mismos
que te defendían de los malandros de la zona sin que uno tuviese que rebajarse
a pedirles protección o pagar alguna coima para eso, ahora pues la cosa es
distinta.
Ser
opositor, disidente o cualquier otro adjetivo calificativo es cosa peligrosa en
estos tiempos, el gobierno está a la caza de cualquier disidente para dejarlo
sin empleo, ponerlo preso y si la cosa es muy urgente , mandarlo a matar y
luego declarar que dos fulanos en una moto de alta cilindrada te dieron dos
disparos para robarte el Smartphone de 20 dólares (como el mío).
Decir
“No vale, yo no creo, estás exagerando” ya es bastante mérito para cuando menos
decir dos mentadas de madre al interlocutor, estamos en una dictadura, donde
disentir es pecado y quejarse sobre las burradas de los jerarcas es causal
suficiente para cárcel, la lógica ha desaparecido y el miedo ahora es una cuestión
de supervivencia para muchos.
Lástima
pues alguna vez tuvimos una nación de gente brava, que no se dejaba amedrentar
y que a pesar de las circunstancias y de los distintos esbirros siempre estuvo
al día con defender lo que se considera libertad y progreso, hasta hubo
militares inteligentes, no como estos de ahora que se cuadran ante un
extranjero por orden superior para acallar su conciencia con fabulosas cuentas
en moneda dura. No me quiero meter con lo del narco pero cuando el río suena
tan duro es que alguna cosa de cierta ha de tener el rumor.
Amanezco
triste, con rabia y susto, mi futuro lo miro más gris que de costumbre pues la
pobreza se ha instalado (casi) definitivamente frente a mi puerta, como los
inquilinos molestos que ni pagan ni se quieren ir, salir a la calle parece un
paseo por las líneas enemigas, uno tiene que mirar constantemente a todos
lados, evitar a quienes se miran sospechosos no tanto por su indumentaria como
por su actitud, no dejar salir a los niños a jugar, evitar llevarlos al supermercado
o a cualquier aglomeración pues uno nunca sabe, acostarse a dormir temiendo que
en algún momento te tiren la puerta abajo para llevarte detenido en medio de la
noche y en el mejor de los casos terminar en un limbo de rejas pues ningún cuerpo
de seguridad asumirá tu detención y en el peor aparecer en otro estado
maniatado y con un tiro en la nuca sin que nadie sea culpable tampoco.
En
fin, el gobierno revolucionario de los bárbaros gorilas de verde oliva ha
fusilado las leyes por decreto y de manera sumaria, los ciudadanos aténganse a
las consecuencias, pensar es un delito, reclamar también y su condena será
directamente proporcional al rastrerismo de tu captor.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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