Nací
en Maracay, hace más de cuarenta años, desde que tengo memoria me ha disgustado
el centro de la ciudad, el bullicio, la música a volumen inaudible, esa que
suena desde los puestos ambulantes donde venden discos piratas, hasta los de
las tiendas que (suponen por una misteriosa teoría comercial) llama la atención
de los potenciales clientes, el disgusto y el malestar sube unos diez niveles
en temporada navideña. Lo normal es que sea un pandemónium de gente comprando
regalos, ropa, comida y gastando sus utilidades pues el resto del año si acaso
el sueldo.
Este
año no es así, el centro cierra a la cinco de la tarde, los centros comerciales
que se suponen seguros y alguna vez trabajaron hasta media noche, solo abren
hasta las ocho y ya desde la siete van cerrando las puertas solo para atender a
los clientes que están adentro. A eso le sumamos que la cantidad de gente ha
mermado a menos de la cuarta parte, de verdad los centros comerciales y en las
tiendas del centro el ambiente parece de un miércoles de febrero y no de la
última quincena de diciembre.
¿Las
razones? Solo puedo especular en torno a eso, sin embargo cuando consulto con
mi bolsillo me doy cuenta que no tengo mucho y si lo tomo por los profesores y
maestros ya somos cuando menos unos dos mil menos en las calles, quienes ganan
sueldo mínimo pues han de estar ocupados
haciendo cola para comprar las cosas reguladas a ver si los tres meses de
aguinaldo le alcanzan para alguna cosa, comer es la primera preocupación de
todos. La inseguridad pone su acento en la vida citadina, igualmente las noches
parecen madrugadas de domingo de ramos, las calles antaño centros de vida
nocturna están desiertas, ni taxis andan por ahí a altas horas de la noche y
los pocos que andan trabajando cobran tarifas de limusina neoyorkina pero sin
aire acondicionado y tan sospechosos como muchos transeúntes, de hecho, hace
tres semanas uno de esos taxistas extraños de la ciudad asaltó a un amigo, el
fulano tenía a otro tipo escondido en el asiento de atrás, cuando rodaban por
alguna calle desierta el de atrás emergió pistola en mano, mi amigo se la jugó
y saltó del carro en movimiento, se desmayó y amaneció tirado en la calle, sin
conocimiento y sin billetera pues dos tipos que pasaban por ahí (según la chica
que rescató a mi amigo) le vaciaron el bolso y se llevaron, celular, billetera
y utilidades, así como su espíritu navideño, ya confiar es un asunto
complicado.
Si
por casualidad tienes suerte y tienes suficiente dinero para comprar, igual la
oferta es escasa y los precios exagerados, lo que ayer costaba cien bolívares
hoy debe estar al doble y así sucesivamente, eso quienes se salvan de las
inspecciones de “precio justo”, lo que ninguno de los fulanos del tal precio
justo dicen es que la oferta de divisas para importar es solo ara algunas
cosas, juguetes, ropa, electrónicos y demás cosas para vivir no están en ella,
amén de los productos de tocador, por ejemplo, a mí me gusta mucho una colonia
que normalmente cuesta 80 dólares (no es barata pero se supone que para algo
trabaja uno) que veo difícil de comprar pues ya cuesta dos meses de sueldo, mi
hija quiere una Tablet de regalo de navidad, ella la verdad no exige marcas ni
diseños pero igual las baratas, esas de marcas exóticas, de origen desconocido
y dudosa calidad, que uno mira en Amazon en 60 dólares, acá cuestan también un
mes de sueldo y en algunos casos un poco más, si hablamos de ropa o zapatos la
cosa no es menos grave, una docena de ropa interior de hombre, de calidad baja,
cuesta un mes de mi sueldo, los de verdad, esos de algodón que son extra
cómodos cuestan el doble, si los consigues.
Tengo
la impresión de que el espíritu de la navidad está en la frontera, nos ha
evitado pues la última vez lo atracaron, igual estarán el niño Jesús y los
reyes magos, cuando las cosas simples y baratas son inalcanzables para el común
de los mortales, llegará un momento en que los mortales se olviden de eso y
comiencen a pensar que la violencia es la única manera de sobrevivir, si de
paso el estado propone más violencia, se burla de las necesidades del pueblo
proponiendo cosas como esa de llevar vacas a las escuelas para que los niños
tengan leche fresca a diario (CDSMCPP*), que las madres deben enseñar a sus
niños a usar el baño desde el primer mes de nacidos, volver al “Conuco” (huerto
familiar) para la supervivencia, decir
que tenemos un bloqueo internacional cuando la verdad es tan evidente es que le
debemos a todos y a nadie se le paga nada, los jerarcas son los únicos sin
carencias económicas mientras los demás estamos subpagados y sobrevivientes,
para colofón los que pueden se van a donde sea con tal de no estar acá, los que
nos quedamos estamos a dos aguas esperando un milagro que nos saque con todo y
familia de este moridero de pobres.
José Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback