Las
redes sociales son un invento maravilloso
con su lado nefasto, lo bueno es la interconexión constante que uno
mantiene con gente alrededor del mundo, en la mayoría de los casos son amigos,
familiares y gente que uno conoce bastante bien, en otros pues son amigos
condicionales al espacio digital, me he tropezado gente con quien intercambio
cosas en internet y al intentar saludarlos pues se escurren, una suerte de
comunicación que tácitamente debe estar circunscrita al universo paralelo de mi
ventana de cristal líquido. Lo nefasto quizás estribe en una herramienta
gratuita de espionaje que le facilita la vida a cuanto funcionario desee hurgar
la privacidad de los ciudadanos, nada es perfecto.
En
estos días, entre tragos y cigarrillos conversaba con unos amigos sobre mi
trabajo y que tan contento estoy con él. Como he expresado soy profesor,
pretendo vivir con lo que aprendí en la universidad. Veo con tristeza como
muchos colegas se quejan amargamente de su elección, esto de la carrera docente
no es tan mal oficio, muy al contrario, siempre es beneficioso ser una inspiración
para los alumnos, tener la oportunidad de colaborar con su formación y tropezárselos
años después en espacios mejores, bien sea con buenos empleos como ganadores de
premios, a mí por lo menos me agrada ver su trabajo siempre. Otro plus docente
es la relación con los jefes, mi experiencia siempre ha sido beneficiosa, yo
los ignoro y ellos hacen lo mismo, solamente nos vemos al inicio de cada
semestre y cuando hay alguna que otra reunión, todos los que hemos laborado en
oficinas sabemos de las incomodidades con jefes y compañeros de trabajo, mi
costumbre de ignorar a todo el mundo me ha favorecido, yo lo llamo “estrategia
de supervivencia laboral” , eso sin contar la multiplicidad de días no
laborables y vacaciones pagadas que tenemos al año, eso se agradece bastante.
Esos
mismos colegas y amigos me reprochan con cierto dejo de amargura “es que tú
tienes otro oficio, eres fotógrafo y además trabajas en una escuela de arte”,
no te sale lidiar con 300 o más adolescentes, sin biblioteca, sin recursos, si
acaso una pizarra acrílica, sin seguridad, sin muchas de las cosas que nosotros
tenemos que lidiar a diario, debo admitir que tienen razón.
En
esa conversa otro metió baza, me dijo, Briceño, tienes razón, ciertamente ningún
otro empleo tiene esas ventajas, pero tampoco ningún otro empleo te paga tan
poco por tanto trabajo, no me quedó más que bajar la cabeza y darle la razón,
los obreros ganan más.
Días
después conversaba con otra persona y me decía que en la empresa donde laboraba
los obreros andaban alebrestados pues solicitaban mejoras en sus beneficios,
desde un aumento proporcional a la inflación en el cesta ticket (que por ley no
les toca pues tienen comedor) hasta la revocación de la prohibición de hacer
horas extras. Recordando la conversa que contaba en el párrafo anterior no me
quedó más que preguntar de qué tendencia es el sindicato obrero y sin ninguna
sorpresa descubrí que era de tendencia oficialista, cuya función (al parecer)
es la de permanentemente hacer más complicado el funcionamiento de las empresas
privadas.
La
verdad no tengo nada en contra de los obreros, sin embargo he de confesar que
me incomoda en grado sumo su excesiva tendencia al llanto, ese eterno quejarse
de que son pobres, que nadie los quiere, que los “licenciados” son unos creídos
que se creen la gran cosota por estar cinco o más años estudiando, que ellos si
trabajan , no como los otros tras un escritorio, que jamás sudan, ellos sí que
trabajan (los obreros), esa espantosa costumbre de sentirse menos que los demás
y encima cobrarle al mundo como si el mundo fuese culpable de su desgracia,
cuando la realidad dicta otra cosa, me explico, en esa empresa de la que hablo
el obrero promedio gana más de 9 mil bolívares, tienen todos los beneficios del
mundo, hasta les pagan un bono por asistencia (CARAJO) como si eso no fuese
algo natural en todo empleo, no se puede faltar al trabajo y eso no debieran
premiarlo.
En
el caso de los dependientes del ministerio de educación es más o menos así,
ganan más que los colegas con título universitario, trabajan menos pues muchas
veces se niegan a hacer nada más que lo que les da la gana, y así una larga lista
de recriminaciones posibles, el problema es que ellos también viven en la
fantasía de la miseria.
No
puedo creer que mi país ha retrocedido años luz en 15 años, no es solo que estamos
todos tan pobres como los africanos, es que además el estado apoya la
masificación de la ignorancia pues la salida ya no es la universidad y el
progreso no está en el saber, ahora se apoya la pobreza como un fin deseable,
se les premia no solo por no trabajar, además se inventaron cientos de misiones
para que la gente tenga más excusa para hacer menos, creando de paso una ola de
opinión en los círculos menos favorecidos de que la gente culta es sospechosa
de odiar al pueblo, por tanto no tiene sentido serlo. Triste legado el del
galáctico y de sus acólitos del rancho oficialista.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
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