Quisiera,
alguna vez, compartir un excelente panorama, predecir un futuro amabilísimo para
este país, ver mi quincena y preguntarme seriamente en que invertiré las
posibilidades de inversión que este permite, hablar con mis amigos y familiares
en el exilio y decirles, lástima que te fuiste, las vacaciones siguientes te
visito y te llevo algunas cosas que de seguro no encuentras en el país adonde
viven como harina “PAN” por ejemplo, decirle a mi hija sin sentirme mentirosos
que con estudio es que se alcanzan las metas más altas, ver a mi novia y
decirle, tranquila mi amor, la semana que viene vamos al banco y pedimos el
crédito para la casa que queremos, hacer mercado lo suficientemente grande como
para invitar a comer a mis amigos todos los fines de semana.
Poder
levantarme una mañana y decidir publicar mis textos “porque me da la gana” sin
tener que sufrir cada vez que pregunto en una imprenta en cuanto me sacan unos
cuantos ejemplares que (teóricamente) se podrían vender muy rápido, sacar mi
esquina de los bytes y transmutarla al papel, solo para compartir más de cerca
mis cosas, planificar una individual en alguna galería decente sin pasar por la
vergüenza de decir que no pues mi capital no da para imprimir y montar ni una
foto por mes, menos las quince que debería poner en exhibición para vender (ah,
si es que en este país alguien vende algo) montar un negocio en algún bonito
lugar, caramba, como me gustarían tantas cosas.
También
me gustaría que mi familia me visitase más seguido, los que viven en México,
los que viven en USA y todos los que están regados por el mundo, sin que desde
allá me digan “no vale, mejor vente tú que para allá ni de visita quiero ir, la
última vez me atracaron” “un policía me martillo” “en el aeropuerto me
saquearon la maleta” “me clonaron la tarjeta” “me robaron la Tablet o el
celular” “Mataron a mi tío, mi amigo (a), mi primo”, en fin cualquier cosa catastrófica
donde cualquier cosa puede pasar y de hecho pasa, el miedo ya tiene sucursales
en todo el mundo y sus recuerdos son los menos gratos, suenan a algo así como
una luna de miel en la franje de Gaza hoy día o un “disfrutar” de una tarde de
verano en el centro de cualquier batalla en cualquier parte del, nada
placenteros.
Seria
agradable ver más películas en el cine que tener que comprárselas al amigo
buhonero de la esquina, afeitarme cada día sin que me entre el pánico por que
la hojilla se melle y toque salir a buscar alguna afeitadora decente en la
ciudad, salir más a pasear, no tener temor por la lista de útiles este nuevo
año escolar, mandar a mi hija a algún
plan vacacional, sacarla de viaje y quedarnos en carpa a la orilla de
alguna playa paradisiaca aonde pueda llegarse sin problemas, caminar por mi
calle de noche o pasearse la ciudad hasta la madrugada en función de algún paseo
romántico, escaparme (acompañado claro) a algun refugio sin que esto presuponga
una agotamiento temprano del sueldo, pensar en tener un hijo más sin entrar en
pánico por lo de la leche, los pañales, las consultas y demás gastos que
incluyen tener un hijo pequeño hoy día y el futuro que le esperaría en este
moridero de pobres que ya somos.
Me
encantaría ser más alegre y animar a mis lectores pero mi ánimo de verdad no da
para mucho, sin embargo sigo pensando, en algo muy dentro de mí que sin
violencia ni cuartelazos podremos salir de esta gente que cada día está más
cerca a un ejército de hormigas gigantes que acaban con todo a su paso, sin
pensar en nada más que su provecho
particular y con la misma carga de culpa o raciocinio que tuviera un monstruo
como el que nombro.
Como
me agradaría pensarme compatriota de los rojos, sin embargo mi partida de
nacimiento dice otra cosa, yo nací en la REPUBLICA DE VENEZUELA, no en esta
otra que intenta hacerme creer mi cédula , lástima que todos estemos
pensando así, lástima que hay algunos que viendo eso piensen que son fantasías
del imperio, lástima…
José
Ramón Briceño, 2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario