Hace
rato (como todo el mundo) me pregunto por qué carajos seguimos con esta gentuza
en el poder, como cada ladrón juzga por su condición, la verdad me cuesta
entender eso de la segregación y el resentimiento por boberas. Puedo entender
tenerle rabia a alguien o aun grupo en particular, pero solamente cuando esta o
esas personas te han hecho algún mal, la verdad hasta estos tiempos yo no sentía
rabia por nadie, la gente que no me agrada con no tratarlo tengo y si por
casualidad, en pos del mantenimiento de las formas, esa gente no se ha dado
cuenta de que me desagrada, yo, de manera más o menos elegante (hay veces que
toca dejar de mantener las formas) se lo hago saber y punto. No lo veo como
ganarse un enemigo si no que me saco de encima algo que no soporto.
Aquí
voy, cada vez que me quejo en público y señalo con el dedo a algún bichejo que
considero cómplice por omisión o por acción, la mayoría me contesta “yo no
tengo culpa de nada, solo hago mi trabajo” o ¿Qué quieres que haga, que me
quede sin empleo?, eso me acojona un poco más y hasta ahí el tema pues he
decidido desde hace rato no tratar con pendejos, eso es como la sarna, la
idiotez se contagia y lo peor es que no tiene remedio.
Aquí
estamos muy jodidos pues la educación se fugó cuando habían dólares baratos y
se ha negado a volver, los pocos representantes que ha dejado, al ser minoría son
acallados por las voces de quienes (sin saberlo) son iguales sin importar mucho
el lado político en que militen.
Una
vez escuché a un par de señoras discutiendo acaloradamente con un colega
profesor de literatura sobre la imposibilidad de que las “Cincuenta Sombras de
Greys” sean una porquería como literatura, se enfurecieron y hasta acusaron al
pobre hombre de soberbio por creerse con la razón, jamás se pusieron a escuchar
las razones más que validas esgrimidas por el profesor, acto seguido, las damas
hablaron de lo mala gentes que son las personas de otras religiones diferentes
a la suya, eso no es nada extraño, cada quien trata a quien le agrada, lo que
me incomodó fue que hablasen de esas otras personas como si su religión fuese
un defecto mental y ellas, sabedoras de las profundidades de la espiritualidad
humana se condolían de los pobres seres cuyas creencias distaban tanto de las
propias.
Una
vez escuchada la fulana conversa me vino una sospecha a la mente y comencé a
comparar los discursos exhibidos por los pro gobierno, también me parecieron
manidos y absurdos, esos que dicen que desconfían de los educados pues por lo
general albergan malas acciones para con los pobres desposeídos que son ellos, también
aplica eso de que todos odian a los pobres sin pararle mucho a que en las zonas
pobres de las ciudades es donde se gestan las más espantosas intenciones de
unos seres no menos despreciables que llamamos “cariñosamente” malandros o
motorizados que son casi lo mismo pues ese vehículo es el de su preferencia,
así una larga cadena de ideas preconcebidas que agrían el ánimo de los menos
favorecidos económicamente hablando.
Entre
esos dos grandes grupos de “´perfectos idiotas latinoamericanos” que habitan
este país está la fuerza del gobierno, pues su fuerza está basada en los
estereotipos de los ciudadanos comunes. Ciertamente detesto la chabacanería así
como también detesto la ramplonería de quien solo por tener más posibilidades
económicas se abroga la potestad de sentirse superior sin ver el gran vacío
cerebral que lo acompaña, ciertamente pueden ser excelentes personas haciendo
negocios pero hasta ahí les llega la mente, lo más grave es que hay mucho
profesional universitario en ese rango etario de disfunción mental, de antemano
pido perdón a quienes de verdad poseen alguna discapacidad, en ese caso no es
su culpa, en el otro hasta se solazan en su idiotez , eso sí es punible.
El
asunto es que estamos presos de os grandes masas que en algún momento harán explosión
y uno , como buen pendejo, estará atrapado entre esos dos fuegos, la verdad
quizás lo más triste es que en mi país la izquierda no sirve para mucho pero la
derecha tampoco, la tarea será ardua y la guerra fea, amanecerá y veremos
cuantos se ofenden por mis palabras, así estaré más tranquilo pues si se sabe
de dónde viene el enemigo también se puede ver el camino para evitarlo, pelear
con bolsas es una tarea inútil y desgastante, de esto solo saldremos con
educación mezclada con cierta dosis de humildad para aceptar lo que no se
conoce y reconocer a quienes de verdad saben lo que hacen.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback