Cerca
de mi casa hay varias panaderías en un radio de aproximadamente dos kilómetros,
son tres exactamente, podría decirse que
representan una muestra estadística bastante cercana a la realidad nacional. Una
está en medio de una zona bastante populosa, la segunda, a pesar de estar también
en una zona popular se encuentra al inicio de la zona comercial y la tercera
está ubicada detrás de una de las urbanizaciones más caras de la ciudad, a
pesar de vender básicamente lo mismo, los tres establecimientos tienen
variantes que responden a la clientela común, siendo la menos favorecida la
segunda panadería, imagino que será por su ubicación, mientras la primera colinda
apenas por 100 metros de un urbanismo lleno de edificios de clase media
acomodada esta (la segunda) se encuentra
enclavada en una encrucijada de clase baja y extrabaja que es lo que constituye
el grueso de la población.
En
fin, esta semana estuve de gira comprando algunas cosas y en cada ocasión paré
en un local en tres días sucesivos, la verdad aun no salgo de mi asombro, el
pan de jamón está entre los 500 y los 700 bolívares, mientras el sueldo
promedio mensual ronda los cuatro mil ochocientos (con todo y aumento general),
la verdad no creo que nadie se gaste la cuarta parte de su quincena en un
alimento que al final es solo un símbolo de la época, debo confesar que soy de
los que se compra uno de esos para utilizarlo como desayunos y cenas hasta que
se acabe, este año dudo mucho que lo haga a menos que alguien me lo regale, me
niego a gastar tanto en una sola cosa, quizás como me gusta la cocina me busque
una receta en internet e intente hacer uno con la colaboración de mi novia y en
plan de vaca ( para los que no hablan venezolano, una vaca es una colaboración
entre varios para comprar alguna cosa), acción que ya esta de moda entre los venezolanos
de a pie que no tenemos mayores medios de fortuna para acceder a cosas banales
pero satisfactorias.
Si
el pan de jamón está incomprable, no me quiero imaginar lo demás, un vino decente
ni soñarlo, hallacas pues serán compradas al detal y medidas para compartir, el
pernil pues mejor ni me acuerdo y le achaco la imposibilidad a mi estómago
maltratado y a los triglicéridos disparados para no deprimirme por eso, licores
de los baratos (muy baratos) bajo el riesgo de quedarme ciego por consumir
alcohol de dudosa procedencia, sopa post farra navideña, seguramente será de
hueso rojo, de aquellos que le compraba mi abuela a los perros para que
ejercitasen su dentadura que ya no son baratos pero cuestan menos que una buena
carne para sopa, sin inventar mucho pues los vegetales y verduras tampoco son
económicas.
De
los juguetes, resulta que quería utilizar mi cupo electrónico pero alguna cosa
hice mal y al desgraciado sistema no le da más que ofrecerme una fulana remesa
para estudios en el exterior que se e antemano que me negará, no solo porque no
estoy en ese plan, es que tampoco se lo dan a los venezolanos en el extranjero
que si andan estudiando y eso que no es un regalo, esa vaina uno la paga con el
dinero que produce con su trabajo, no como algunos a quienes se lo regalan por
sus triquiñuelas con el estado omnipotente. Quería hacerle un regalo excéntrico
a mi hija y sorprender a unos cuantos seres queridos pero ya ni modo, tocará
regalar las baratijas que acá venden a recio de oro y explicarle a mucha gente
querida que no es que no los quiera, es
que si les regalo lo único que pudiere comprar con mis magros ingresos parecerá
más un insulto que un acto de cariño (pendejadas sensibileras aparte).
Nunca
me gustaron mucho las navidades, cuando tuve la dicha de ser padre siempre me
entusiasmó la cosa del niño Jesús más allá del hecho de quedarme más pobre o no
comprarme nada, igual mi navidad preferida es en bermudas y sandalias
acompañado de la gente que quiero, este año mi depresión navideña comienza casi
mes y medio antes, a menos que ocurra un milagro creo que no pasará nada
especial, quizás encuentre alguna cosa interesante para regalar, pero con todas
las privaciones y desapariciones de todo no creo que desear una feliz navidad
vaya a ser este año una sentencia sincera.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback