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miércoles, diciembre 14, 2016

Mensaje para los venezolanos en el exterior

Tengo poco menos de un mes fuera de Venezuela, si leyeron mis post anteriores podrán darse una idea de cómo logré salir de allá y también de donde fui a parar. Los detalles (por el momento) no importan mucho, hoy voy a salir un poco de la crónica de mi viaje para decir algunas cosas que toca contar, más que todo para sacármelas de adentro pues son una astilla encajada en una costilla que casi no me deja respirar. Quiero hablar de la comunidad inmigrante, sigo viendo como son de indiferentes hacia su propio país, como no se organizan para ayudar con más efectividad a todos los otros que vienen detrás. Aunque se  de antemano que mucha de esa negativa nace de la experiencia avasalladora que significa estar solo en tierra extraña y de las muchas cosas negativas que bastantes de mis compatriotas se aprovechan de la buena fe de muchos para terminar abusando, eso al final crea (inevitablemente) una suerte de alergia a la solidaridad.

No hablo de hacer donaciones de comida, ropa o medicinas, mi punto va más enfocado en hacer redes de empleo, apoyo legal, difusión de las distintas expresiones del conocimiento que poseen nuestros compatriotas. Nada de cosas folclóricas (aunque también podría pensarse) , también hay artistas de muchas disciplinas, científicos, médicos y vaya usted a saber toda la cantidad de profesiones posibles que tienen mucho que dar al mundo pero que por su condición de emigrantes son excluidos de los siempre reducidos círculos intelectuales de cada país. Esta reflexión nace de una conversa que tuve acá con una exiliada quien me dijo muy taxativamente que Venezuela era un país sin cultura y que precisamente en eso estibaba su gran problema, en una ignorancia generalizada que mata poco a poco el país.

Para serles sinceros perdí los estribos, me molestó mucho su afirmación ya que si bien es cierto que un altísimo porcentaje de la población venezolana está contagiada con el voraz virus de la ranchificación mental que la “revolución” ha inoculado con toda la posible mala fe en pos de sus deseos políticos, también es cierto que si yo, un mortal cualquiera, sin mayores posibilidades económicas ni plataforma que obligue a buscar mucho, conozco por lo menos a cincuenta valiosos compatriotas , si multiplicamos solo la décima parte de esa cuenta por todos los emigrantes regados por el mundo, la ecuación da como resultado un abultado número a quienes vale la pena ayudar a fin de lavar nuestra cara a nivel internacional, sin hablar de las potencialidades que genera organizar un grupo que funja de voceros entre los exiliados y el país que les de acogida, junto a ello va también una plataforma de lucha política que abra los ojos a la comunidad internacional sobre las penurias que sufren los venezolanos todos los días, las colas, la escasez, el hambre, la hiperinflación, la pobreza generalizada que la fulana “revolución” ha implantado como forma de vida , esa misma de la que todos escapamos como bien podemos, unos con más fortuna que otros pero al final todos huimos con el mismo fin, sobrevivir y ayudar a nuestros seres queridos que quedaron atrapados allá.

Lo que más me da bronca (donde estoy) es la cara de incredulidad de muchos que me preguntan por cual razón me fui, tengo la impresión de que muchos creen que exagero solo para darme aires de victima pues está fuera de su marco referencial toda la tragedia que vivimos allá, además, la propaganda oficial hace ver a los opositores como gente sin escrúpulos y a los emigrantes como personas de mala fe que buscan abusar de los países que les den cobijo, no es casual ver la política de exclusión y xenofobia que hay andando en varias naciones suramericanas, tampoco sería extraño descubrir que tras esas muestras exista alguna relación con personajes oscuros al servicio del gobierno nacional, la verdad a estas alturas del partido ya creo que todo es posible así la elucubración parezca una novela de espías, sabemos que la gentuza “bolivariana” es capaz de cualquier bajeza para que sus deseos se cumplan .

Desde mi esquina propongo que los emigrantes seamos más unidos, establezcamos redes, de ser posible (si existiere la manera de financiarlo) algunos medios de comunicación digitales o físicos desde donde exponer los valores de nuestros compatriotas así como fuentes de empleo, establecer fundaciones para asesorías gratuitas a todos los migrantes y quien quita hasta lograr hacer hostales donde alojar a quienes no tengan donde vivir con el compromiso de dejarlo cuando logren su estabilidad amén de colaborar con quienes les dan cobijo. Como actividades suplementarias también organizar foros, conferencias, conversatorios, ruedas de prensa y hasta manifestaciones para lograr la atención internacional sobre el caso venezolano. En este último punto vale también acotar  que hay muchos colegas profesores dictando clases en distintas universidades, más allá de un compromiso político debería ser uno moral el denunciar los atropellos y las barbaridades que ya son lo cotidiano en Venezuela.

Como exiliado también me siento en la obligación de participar, aunque mis limitaciones económicas son muchas por lo menos está este blog a la disposición de quien quiera colaborar en esta iniciativa, si ya existen cosas similares pueden invitarme a participar que con gusto lo haré y si lo que quieren es que les explique con más detenimiento mi idea por favor escríbanme por acá que con gusto les responderé. Como dijo un poeta, aunque me fui nunca me alejé, sigo con el corazón en mi patria y quiero volver algún día, muchos tenemos ese mismo deseo así que toca trabajar en función de ello.


P.E: si por casualidad alguien sabe de un empleo en Uruguay también me puede contar que con gusto acudiré al llamado, he huido sin fondos y la necesidad está tocando la puerta con furia.
José Ramón Briceño, 2016
@jbdiwancomeback


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