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jueves, diciembre 29, 2016

Cerca del año nuevo

Gabriel García Márquez decía que las diferencias entre la vida y la literatura solo era cuestión de formas más no de fondo, la primera vez que leí tal frase me quedé de piedra pues hasta ese  momento pensaba que la literatura pertenecía exclusivamente al mundo de la imaginación donde cualquier cosa podía pasar, en ningún caso a la “vida real” donde todo está gobernado por las inmutables leyes del tiempo y el espacio, en este día no puedo hacer otra cosa que quitarme el sombrero ante tal afirmación ya que la vida misma me ha demostrado la veracidad de que cualquier cosa puede pasar y sin importar cuan increíble suene ya alguna persona ha escrito algo al respecto.

Esta mañana a escasos dos días de terminar el año  es la primera vez en que estoy realmente solo, mi familia está a miles de kilómetros de distancia, también por primera vez en doce años estaré lejos de mi hija quien sigue atrapada en el infierno tropical venezolano, de más está decir que he amanecido desolado con esta situación, estar  sin familia es un asunto bastante amargo cuando uno se pone viejo y en teoría debería ya tener la vida resuelta a los 45 años. Hui de mi país hace apenas un mes, me fui en autobús, me robaron en la frontera mientras dormía, tocó dormir en aeropuertos y estaciones de autobús, he conocido el miedo y jamás estuve tan preocupado por mi futuro como en estos días, todo esto sin contar la angustia que me tiene al borde de un colapso nervioso por mi gente querida  que está atrapada allá.

Al principio de este texto hablaba de la semejanza entre la vida y la literatura, hoy me he levantado pensando en “La divina comedia” de Dante Alighieri, aquella que relata en versos como Dante de la mano del poeta Virgilio atraviesa el infierno para ir al cielo a salvar a Beatriz, su amada, de la muerte y llevarla a la tierra ara terminar de vivir su vida juntos, la razón de pensar tanto en aquella obra está en que al leer las noticias sobre mi país siento que he escapado del infierno, no estoy en el cielo aun pero tengo confianza en que encontraré un empleo decente que no solo me permitirá vivir con cierto decoro, también podré rescatar a los míos de aquel horror tropical.  

Aunque a diferencia del poeta no voy a salvar ningún amor carnal puedo apostar bolívares a dólares que tengo más amor concentrado en las personas que dejé atrás que Dante por la sosa de Beatriz ya que el amor por hijos y familia sobrepasa por mucho el que se pueda tener por alguna mujer, ellas como los años pasan pero la familia queda ya que el vínculo (la mayoría de las veces) es más fuerte que la muerte.

Todos los venezolanos emigrados sabemos lo que allá sucede, los que salimos de ultimo conocemos desde dentro como es el infierno. Particularmente yo conocí el hambre y la desesperanza en este último año cuando mi sueldo era tan miserable que muchas semanas las pasé comiendo una sola vez al día y a veces ni eso, donde aprendí que la comida más humilde, esa a la que en otros tiempos  hacía ascos sabe a veces como el manjar más exquisito luego de muchas horas sin nada en el estómago, el placer de una salida al cine con mi hija era un asunto máximo ya que solo podía hacerse cuando por casualidad hacia un trabajo a destajo que me permitía algunos días de calma económica, hasta mi gato conoció la miseria ya que de estar acostumbrado a su alimento granulado terminó comiendo sardina cocida con arroz partido que son las cosas más baratas que se pueden comprar, al principio le costó pero el hambre pudo más que su escrúpulo.

Mi hija ha tenido mucha suerte, a pesar de la pobreza indignante de su padre, ella tiene una madre que más allá de nuestras diferencias es una buena mujer, por fortuna la niña no ha pasado  hambre pues la señora ha acomodado su economía teniendo como prioridad la alimentación de ellas, como podrán imaginar entre otras culpas que arrastraba era la imposibilidad de cumplir con mis obligaciones como padre, cosa que me tomo muy en serio ya que tengo la teoría de que si uno trae hijos al mundo es para hacerse responsable de todo lo concerniente a ese niño, no puedo entender a esos amigos que se separan de mujer e hijos, aunque en algunos casos la cosa es culpa de las mujeres por su manía de fastidiar la vida de los exmaridos, creo que uno debe ser más fuerte que eso ya que en el futuro la única persona a la que le preocuparas será a tus hijos , los demás no pasaran de un lamento y una palmada en la espalda, los hijos harán mucho más pero eso solo será en el caso de los padres que hacen de la paternidad un lugar feliz, no de aquellos que lo vuelven un páramo de soledad.
En fin, al igual que Dante atravesé el infierno, podría escribir un libro narrando las peripecias de náufrago pero sería como solazarse en el dolor de un despecho, un ejercicio inútil de tristeza. Este año nuevo quisiera creer que aún hay esperanza para mi país, que comenzaré a reunir para volver a mi calor, mi mar, mis montañas, mi hija, mi viejo, mi gato, mis amigos entrañables, mis amigas extrañadas, mi ron, mis conversas a la luz de los tercios  y cuando toque el último viaje pedir a mi hija que bote las cenizas en algún rio de la montaña que me vio nacer y que hoy extraño con fuerza.

Dante llegó hasta el cielo yo apenas he salido del infierno y estoy sentado frente a la puerta esperando la oportunidad de sacar a mi gente querida y si se puede también ayudar a otros para que se vayan de allá.

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José Ramón Briceño 2016

@jbdiwancomeback

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