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domingo, agosto 02, 2015

Reflexión Dominical II

No estar deprimido, asustado, molesto (o algo peor) , prejuiciado o cualquiera de los terroríficos verbos que forman parte del sentir de todos los ciudadanos que intentamos sobrevivir  cada día en este país, muchas veces (como hoy) pretendo hacer un ejercicio sacando la ecuanimidad que no poseo, solamente para no sentir tanta animadversión por alguien, es más, el problema es que la molestia es con tanta genta que hasta asusta la cosa, nunca creí que iba a terminar sintiendo tanta repulsa por un grupo específico de personas, sobre todo cuando solo se saben unos cuantos nombres, los otros se distinguen pues su posición política, así como sus razonamientos públicos los delatan.
Lo peor , para mí cuando menos, es que desde hace muchos años había desterrado ese extraño sentimiento que se parece al odio, tanto así que muchas veces les he dado la mano a enemigos jurados porque me había olvidado de cuanto me odian, pero como los tiempos obligan he terminado por claudicar ante tanto desbarajuste. Es difícil no hacerlo cuando te enteras que tu sueldo no te alcanza para comer, que vivir, vestirse, tener un seguro médico, medicinas y hasta la aparentemente inocua pero muy necesaria sesión de esparcimiento, son cosas prohibitivas para uno, en esos momentos de frustración la verdad no pienso mucho ni en el país ni en los otros que como yo viven el mismo drama cada día.

Saber que fulano de tal hace mercado en Curazao, que mengano tiene una flota de aviones, que perencejo es un meganarcotraficante, que menganita es amante de medio mundo y por eso gana millones de dólares y cualquier otro detalle de esos me importa nada (por no decir que un carajo), la verdad me importa mi despensa, la de mi hija, la de mi viejo, poder encontrar nueva casa, apartamento o habitación pues mi casero me pidió desalojo y aparte de la incomodidad del caso también me da mala vibra tener que terminar enemistado con este señor que se ha portado tan bien, pero todo apunta que va a tener que aguantarse hasta que encuentre la formula, lo demás, eso que también importa solo es un eterno ejercicio de parchar y medio equilibrar presupuestos para sobrevivir sin terminar bajo algún puente o peor, morirse de un infarto cuando comprar pollo o carne se te va toda la quincena.

Mientras escribo esto me viene a la memoria un artículo que reseña una cadena nacional donde el fulano presidente habla de una gran cruzada para sustituir importaciones, si ese gran carajo hubiese hecho ese anuncio hace unos años, quizás me alegraría pues es una deuda que hemos venido arrastrando desde hace un tiempo, esa infamante dependencia de las importaciones de todo, pero lo hace cuando los supermercados están desabastecidos y hasta un kilo de humildes caraotas rojas cuesta el doce por ciento de un salario mínimo, sin hablar de la proteína animal que cuesta hasta veinte por ciento, que si lo sacamos por quincenas , un kilo de carne de segunda puede costar fácilmente la mitad de una quincena, es decir, que estamos pasando por un momento trágico para la economía nacional.

Si no supiera que no hay producción en nuestros campos, tampoco hay reses para la producción de carne, mucho menos de todo lo demás, quizás podría darle un voto de confianza y tener la esperanza de que algo así aparezca, pero ese anuncio más que tranquilizar, desespera, eso quiere decir que con esa excusa van a desaparecer aún más rubros, lo poco que queda se disparará y con ello toda la poca calidad de vida se deteriorará hasta niveles nunca antes vistos, la miseria será mucho peor.

Sigo pensando de manera individual y me acostaré feliz de que hoy tengo que darle de comer a mi hija, quien por cierto se alegra sobre manera pues la carne es un artículo de lujo que aparece en nuestra mesa muy pocas veces, hoy hay desde pollo en el almuerzo hasta cena con jamón y queso amarillo, toda una cena de gran categoría ya que su costo es prohibitivo la mayor parte del tiempo, afortunadamente no tengo enfermos crónicos en mi familia, además poseo un oficio que me permite algunos ingresos extraordinarios sin tener que vender el alma en el camino.

Mi problema empieza en tres días cuando lo poco de mi despensa se reduzca, cuando me toce juntar algo de valor para decirle a mi casero que le toca aguantarse, en el momento que tenga que comprar los uniformes escolares, cuando mi hija me pregunte por el futuro y no sepa que responderle, en ese momento me acuerdo de tanto fulano, fulana, perencejo y sutanejas que impulsan, protegen, resguardan y hasta se hacen pasar por gentes para defender esta porquería de gobierno.

Entonces, en momentos como estos, cuando pienso que una de las posibles soluciones es dejarse de pendejadas y suspender todo el dialogo, la cordura, hasta la educación a ver si de una vez por todas comenzamos a transitar el camino correcto, no este empedrado de dificultades que nos ha obligado la ineptitud de muchos, la apatía de otros tantos, la ignorancia de las mayorías y la maldad de las “elites”.
José Ramón Briceño, 2015

@jbdiwancomeback

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