Ayúdame con un click

lunes, agosto 03, 2015

Desde el ojo de la cerradura


Hacer memoria es algo interesante, sobre todo para gente como yo, que abuso de la facultad del olvido, todo lo que me incomoda lo relego a un espacio de mi cerebro por el que muy pocas veces me paseo, en algunas ocasiones cuesta un poco más pero al final lo logro. Estoy trabajando en un texto autobiográfico, obligándome a recordar lo bueno, lo malo y lo interesante que he hecho en estos 43 años de vida, intentando deslastrarme del asunto político para quizás encontrar algunas respuestas, con el añadido de tener la excusa para fabular.

Ese ejercicio crea algunas cuestiones marginales, reflexiones que si bien no caben en la dimensión de mi intención, no pueden ser desechadas y buscarle acomodo en otros espacios como este por lo menos. Haciendo memoria me he dado cuenta no sin cierta sorpresa que soy el único de mis amigos de adolescencia que continúa soltero, entre esos casados hay algunos que viven en el eterno terror de que su esposa los atrape en alguna cosa que ellas consideran “malas” desde la clásica intención de infidelidad hasta la inocua conversa regada de licor que como mucho los hará trastabillar en la escalera de su casa y si acaso vomitar el impoluto baño de la casa, nada grave.

Lo de la infidelidad es algo más que criticable, no pongo resistencia en ese punto, además si vas a ser infiel por lo menos cuida las formas, es mejor divorciarse y ser feliz que vivir casado con una mujer que no te provoca más que obligación, eso ha de ser espantoso. Lo otro, eso de salir con los amigotes alguna vez no es nada malvado siempre y cuando no sea para gastar todo el ingreso familiar, quizás la reflexión de todo esto es que esos panas viven aterrorizados, en una eterna adolescencia donde cualquier desliz es visto como una afrenta a la autoridad materna, se supone que crecer significa marcar tus propias reglas y hacer lo que nos venga en gana, siempre y cuando el respeto al prójimo, así como la honestidad deben ser las piedras angulares de nuestro proceder, toca dejar a los hijos un buen ejemplo.

Lo más sorprendente es la aceptación de su situación, ese eterno justificar el proceder de sus esposas, ese bajar la cabeza ante la “autoridad” indiscutible de una mujer que te administra desde la cuenta bancaria hasta la vida, sin que tengas escapatoria más que vivir como un espía, cuidándote de lo que dices, lo que haces y hasta de lo que piensas, en fin, una condena que pagas sin cometer más crimen que ese de proponer matrimonio, obedecer tácitamente las reglas sociales y sonreír aun sin ganas para no faltar el respeto a los ritos.

Todo esto viene a colación por la situación del país, tengo la idea de que entre otras cosas la resignación nos tiene jodidos, al igual que los maridos sometidos, los venezolanos estamos bajo la egida constante de la búsqueda de un “líder” que nos señale el camino, no hemos superado la costumbre de la horda, esa que manejó las estrategias de la guerra de independencia y de las muchas otras que siguieron, todos somos muy pájaros bravos, muy machotes pero en asuntos con el poder simplemente bajamos la guardia y nos justificamos de cualquier manera. En la MUD se piensa en “política” manipulando la cosa hasta que se pueda hacer manejable, desde el Psuv se saben fuertes pero son en el fondo la misma porquería , en ambos extremos del espectro se manejan las mismas formas, la ganancia es lo buscado, lo otro simplemente es una excusa para defender el cargo.

Los militares, de esos no quisiera no acordarme, todos son unos lacayos de quien les da las ordenes, se dejaron montar a los cubanos como jefes sin protestar, de otra, si fueran gente pensante las academias militares se quedarían desiertas como lo están las universidades, ya  nadie puede alegar ignorancia, ni decir que eso es una exageración, los cadetes ven eso desde el primer día, además, quien se resigna a vivir a las órdenes de cualquier energúmeno, no puede ser considerado gente, me disculpan los familiares y amigos de gente así, no hay excusa posible para ser eso y sentirse gente.

La costumbre es una cosa espantosa, no reflexionar sobre ella es peor, ya muchos saben los días que les toca hacer compras, muchos guardan lo que pueden para lograr tener algo en el bolsillo para esos momentos, los que más pueden pues hacen acopio de contactos para conocer quienes les puedan surtir desde el mercado negro, los que no pues nos jodemos y terminamos amoldándonos a mal vivir sin mucha resignación. Desde que caí en cuenta lo de los esposos maltratados que hacen malabares para que la gente crea que son absolutamente felices o que son felices a su manera por un asunto de costumbres, me he dado a la tarea de pensar en mi país como un matrimonio imposible donde ambas partes de la pareja serán felices realmente después que se decidan al mal trago del divorcio con todo lo que conlleva, hasta que eso no suceda siempre seremos los maltratados, de eso no hay escapatoria, esas situaciones nunca mejoran, solo empeoran hasta que el tiempo, la vida o la paciencia se agotan pues los abusadores nunca tienen suficiente, siempre quieren más.
José Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback



No hay comentarios.: