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lunes, agosto 31, 2015

Lunes, fin de mes


Es lunes, inicio de la semana laboral donde se supone que todos arrancamos con buen pie o por lo menos eso queremos pensar, sin embargo al leer las venturas y desventuras de amigos, conocidos y hasta desconocidos vía redes sociales o prensa digital, la verdad se me aflojan las ganas hasta de ser pesimista. Las razones para mi descontento no son secretas, obviamente no soy el único con angustias en estos días, sin embargo hay un momento en el día en el que me permito ser absolutamente egoísta y dejan de importarme los problemas de los demás, ciertamente suena feo pero si uno no se preocupa seriamente de los problemas propios para intentar encontrar la manera de resolverlos nadie lo hará, sobre todo en este momento histórico donde todos están más preocupados por su supervivencia que por alguna otra cosa.

Leía un post de una amiga que vive en otro país, muy lejos de este trópico, que había tenido lo que ella percibía como un espantosos percance, en su trabajo le prohibieron por 2 horas permanecer en un sitio done había wifi gratis, eso a ella le pareció una cosa espantosa y hasta reclamos hubo, al final le pereció de lo mejor pues conoció gente agradable y olvidó por dos horas su dependencia del móvil. Justo debajo de ese post, otro amigo de estos lados reporta como si de un noticiero se tratase, sus desventuras hoy lunes al frente de las grandes farmacias donde ha iniciado peregrinación para buscar algunas cosas para su casa, desde pastillas anticonceptivas para su esposa hasta pañales para su hija, lo peor es que anda desde muy temprano y no ha encontrado nada pero en un sitio donde habían pastillas anticonceptivas no pudo comprar pues le hace falta la receta médica, algo nuevo realmente, yo sin ser mujer como tipo responsable he terminado comprando esas pastillas para algunas (muy pocas realmente) relaciones largas que he tenido en mi vida y jamás me han pedido más que el nombre del producto.

Por otras redes sociales, una amiga me comenta que la secuestraron y que está viva de casualidad, le robaron el teléfono junto a la poca tranquilidad que le quedaba. Más abajo veo una foto donde una señora señala con su bastón una pancarta donde exhorta a los inmigrantes ilegales a irse del país de una manera francamente ofensiva, en ese momento pienso en lo absurdo de un venezolano haciendo tales observaciones xenófobas, cuando en realidad acá todos tenemos un “musiú” ahorcado en el genoma, cuando menos yo soy así, mis abuelos árabes, bisabuelos vascos, Gochos, una bisabuela de Ocumare del Tuy , soy tan criollo como el llanero que vive frente a mi casa y los sábados saca el cuatro para cantar sus joropos que suenan a sabana, así la cantidad de historias sobre nuestro complicado mapa genético es larga ya que acá nadie se resiste a una catira, las catiras les gustan sus negros, los abuelos no eran muy exquisitos que digamos y la verdad acá nadie se aguanta nada, el racismo es una postura boba de unos pocos, para que una manga de ignorantes ahora les dé por impulsar el odio al país vecino solamente porque sus jefes así se los ordenan, ya quisiera yo que caracas tuviese la mitad de lo cosmopolita de Bogotá.

Como si todo lo anterior fuese poco, la política comunicacional de los organismos de seguridad da pena, los únicos allanamientos e incautaciones se hacen a los comerciantes, me parecería muy graciosa la cosa de no ser un indicio de otras situaciones tan graves, unos fulanos armados hasta los dientes, con estampa de feroces soldados custodian veinte bultos de harina pan junto a otros tantos de café y azúcar, presentando la ocasión como el acto de valor más sorprendente del mundo, allanaron una farmacia, la bodega de fulano, el abasto de mengano y decomisaron COMIDA, la cosa más horrorosa del mundo. Nunca más hemos vuelo a saber de alijos de drogas, de criminales apresados, al parecer ya no pasa nada si no los decomisos de comida o las justificaciones estúpidas de los jerarcas.
Este lunes amanece azul, pero las noticias lo enturbian, la despensa lo certifica y mi cuenta bancaria lo oscurece un poco más, preguntarnos hasta donde llegará esto no tiene sentido, mejor preguntémonos hasta cuando aguantaremos, cuando aprenderemos a organizarnos como sociedad para comenzar a hacer verdadera oposición, en que momento tendremos el valor de exigirle a las autoridades que trabajen en función del avance de todos y no de esos pocos que se enriquecen mientras otros (nosotros) languidecen en la pobreza, la historia tiene millones de ejemplos, la salida no está fácil pero todo camino inicia con unos pasos, hasta que no comencemos a caminar en esa dirección seguiremos sintiéndonos como gusano en baile de gallinas, asustados y aprehensivos, miremos a Cuba pues nos parecemos cada día más, la libreta de racionamiento no está lejos y las puertas del aeropuerto solo se abren para unos pocos.
José Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback




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