Venezuela
es un misterio, vista desde lejos, a la luz de estos nuevos tiempos, parece un
territorio donde putas, ladrones, traficantes y hampones de toda calaña han
tomado el mando en el país. Relatos de terror sobran, así como sus complementos
de la lenidad institucional para castigar a tanto criminal, para muestra están
los recintos carcelarios transformados en spa de lujo para quienes puedan
pagárselo mientras cumplen “condena”, los pobres sin capital no tienen derecho
a nada de eso que se ve por los cientos de canales digitales pues los
periódicos, televisoras y radioemisoras hacen mutis gracias a la censura
oficial.
Otro
de los fenómenos es éste de la diáspora nacional, no pasa un día sin que
alguien me comenté sus planes de emigración o se lamente por no poder hacerlo,
quienes ya se fueron supuran su descontento por las redes pidiendo más acción
por parte de los sectores democráticos a lo que muchos que aún están por acá
les responden de una manera tan agria que pareciera más una respuesta nacida de
la envidia que otra cosa. A quienes se han ido nada se les puede censurar,
tengo la certeza de que la mayoría se exilian ante la impotencia y el temor,
cosa altamente válida, además darle (y darse) un futuro mejor a los hijos no
puede criticarse desde ningún ángulo, a los únicos que si critico es a quienes
alguna vez fueron actores principales de esta debacle y a la hora de la verdad
huyen para ponerse a salvo en vez de soportar lo que bien colaboraron a crear,
esos me desagradan.
Entre
esa gente que ahora es exiliada a medias, pues dejaron a sus familias
resguardadas en otro país pero que por razones laborales, al ser altos
funcionarios todavía siguen por estos lados. Hay uno que conozco y que por
cariño todavía lo tengo en mis redes sociales, a esa persona le vi en su muro
varios anuncios de esos que llaman memes, apoyando la deportación masiva de
colombianos a su país de origen así como aplaudiendo el cierre de la frontera
con todo y alambre de púas. No sé, me gustaría que le hicieran lo mismo a sus
familiares en ese país donde viven a ver si va a sentirse tan bien aplaudiendo
la medida.
No
tengo nada en contra de la legalidad, ciertamente hay países cuyas leyes
migratorias son casi infamantes, sin embargo hasta en esas naciones tienen unos
lapsos para acomodar todas las
formas apegadas a la ley y así poder ser
emigrantes con todos los deberes y derechos de un ciudadano común, no esa manía
de llevarlos arrastrados y tirarlos al otro lado de la frontera sin que exista
ni siquiera una defensa amable, con el agravante de que les derrumban sus casas
y pierden hasta la ropa a manos de unos soldados que son peones de otros más
desalmados. Personalmente veo muy mal eso, no solo por el componente humano,
ese de las buenas maneras e intentar no dañar al prójimo, también está esa otra
preocupación de como reaccionaran los del vecino país pues esas acciones más
parecen declaraciones iniciales de guerra que otra cosa.
Aunque
de seguro están envalentonados gracias a la aparente simpatía de Santos con
estos animales de este lado de la frontera, no creo que el Uribismo se quede de
brazos cruzados ante tanto atropello sobre todo con el precandidato de gira por
el país. Seguramente el presidente colombiano ha pactado de alguna manera para
que el escandalo también acalle las críticas internas por el plan de paz con
las farc que incluyen la exclusión de las penas de cárcel por sus delitos, al
igual de su par venezolano que tiene el agua al cuello por el descontento
generalizado de la pobreza institucionalizada, la verdad no sé, pero como en
política cualquier cosa puede pasar, no dudo que vayan en ese sentido las
negociaciones bajo cuerda de los comunistoides vía Habana, recordemos que
hablamos de criminales amparados por un estado forajido, no de gentes que son
respetuosas de leyes.
Aunque
la percepción general es que no habrá guerra con los vecinos, tengo la idea de
que en algún momento se puede ir de las manos, los fanáticos que seguramente ya
se frotan las manos para quedarse con los bienes de los deportados al final
solo son carne de cañón, un conflicto podría ser la solución interna para
encontrar los “culpables” en el extranjero, recordemos que la izquierda es la
“ideología” más lacrimosa que existe, ellos cometen las barbaridades pero
cuando el otro se defiende es quien se transforma en criminal.
La
cosa angustia más cuando vemos que los colombianos son expertos en guerras pues
tienen años en eso con sus enemigos internos, mientras que por este lado unos
pocos malvivientes tienen en jaque a las autoridades desde hace años sin que
nadie le haya podido poner el cascabel al gato, mal nos veo, además seguramente
los vecinos se acordarán del plan Colombia y sus socios lo reactivaran, con eso
acaban con lo que queda del país y nosotros, los pendejos, como siempre
,saldremos perdiendo.
José
Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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