La
historia está llena de malvados que han sido héroes políticamente “correctos”,
por ejemplo, El Libertador, sin entrar en demasiadas profundidades filosóficas
o teosóficas, el decreto de guerra a muerte tiene más tintes de genocidio que
de otra cosa, es sospechosamente parecido a la solución final de aquel engendro
alemán cuyo fantasma pervive en la mente de algunos fanáticos, aunque de siglos,
entornos, países y hasta ideologías diferentes mantienen similitudes más de
fondo que de forma.
También
en el siglo XIX hubo un coronel español que hizo destrozos a la república y
cuyas tropas causaron más de la mitad de
las “bajas” de la guerra, José Tomás Boves “el taita” quien era el héroe de las
clases oprimidas en cuyo nombre se cometieron cientos de atrocidades, pero para
buena parte del país era el HEROE aunque la historia oficial no lo dibuje así,
de hecho el teniente Pedro Camejo fue soldado de Boves antes de ser oficial al servicio
de otro llanero valiente como fue José Antonio Páez, cuyo valor y destreza para
la guerra jamás ha estado ni siquiera cerca de la sospecha, tan peligroso era
que hasta Bolívar le tuvo miedo y también buena parte de la tropa había servido
bajos las ordenes de Boves, lo que no los ayuda en la idea que de ellos tengo,
deben haber sido unos malvados de primera línea.
Hacia
la última mitad del siglo XIX existió otro que ahora es considerado casi que
una divinidad por los círculos izquierdosos y hasta ha sido parte del panteón heroico
de la revolución, Ezequiel Zamora, sin embargo sus métodos distan mucho de los teóricos
esos de humanidad y progreso, según se sus oficiales competían a ver cuál de
ellos descabezaba más limpiamente a los prisioneros de guerra con el sable, lo
que tampoco habla de buena gente.
Estrenando
el siglo, de las montañas viene un hombre que tuvo el país entre su puño por 35
años, Juan Vicente Gómez, quien usó métodos nada humanísticos para su gobierno,
de esos si se hablan ya que está muy cerca aun el recuerdo de lo bueno y de lo
malo que hizo y para muchos es casi un santo, de hecho, en su mausoleo se
pueden ver muchos recuerdos para “agradecer” algún favor celestial según sus
fieles.
Esta
mirada a vuelo de pájaro del poder y de quienes han estado cerca de él, es que
ninguno de ellos ha sido ni siquiera cercano a la definición de lo que debería ser
el poder, recto, decente, pacifista, progresista, muy al contrario profesan
otras cosas bajo excusas heroicas y románticas esconden una faz cuyo sino es la
maldad pura en pos del beneficio propio. La diferencia es que la mayoría de
ellos sabia de guerra, de plomo, de miedo y valor, estos de ahora solo son
valientes cuando andan empatotados, son fortísimos cuando el ejercito los
apoya, cuando no es así son mansos corderitos que alegan inocencias de
prostituta miserable.
La
maldad de estos está más cerca de la canallada del criminal que de la excusa de
la historia, no hay tal buen plan tras toda la sangre y los abusos, solamente
existe el egoísmo y el pánico que empuja a los malos hombres a ser peores y a
los otros los envilece con su discurso ponzoñoso preñado de malas intenciones,
que han pactado con el diablo y con infinitud de demonios menores o mayores
para hacerse fuertes a costa de lo que sea. Así ganen y se queden por siempre
jamás nadie olvidará jamás su maldad, la saña, lo viles que son, la brecha que
han abierto se hará más profunda con los años, muchos han comenzado a escribir,
su gente se les voltea para narrar su molestia, los muertos gritan desde sus
sepulcros cuyo estruendo anda resonando en todo el mundo, los emigrantes del éxodo
contarán a viva voz sus relatos de horror.
Serán
recordados como lo que fueron, una mancha en la historia contemporánea de
Venezuela, como una cagarruta de mosca en un libro blanco, no importa cuánto
uno intente limpiarla, la mancha sigue ahí alborotando el asco de todo el que
la mire. Al contrario de los otros bárbaros no habrá quien les limpie las intenciones con libros laudatorios, no habrá sexta república ni futuro en sus
supervivientes, nunca más podrán volver a levantar la cabeza, les falta
inteligencia, y educación, su ignorancia
supina los mantendrá en el limbo donde moran los muertos sin dolientes.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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