Estuve
(otra vez) retirado de las redes por unos días, debo confesar que me sentí algo
menos estresado. En estos días en que no tengo acceso a internet me doy cuenta
a cabalidad cuan desinformados vivimos, cuan poco sabemos de lo que sucede en
otras partes del país y de cuanto ha sido el avance de la censura previa en
TODOS los medios de comunicación venezolanos, si a eso le sumamos que no tengo
televisión por cable, se imaginarán cual es el nivel de “tranquilidad” que
posee el ciudadano promedio.
Mario
Vargas Llosa, hace años escribió una tesis doctoral que se llamó “Historia de
un deicidio” allí hizo algunos aportes sustanciales para entender cómo se come
eso de la ficción, allí habla de tres cosas importantes de las que debo hablar para
intentar comprender la percepción tanto del habitante promedio, la del creyente
y la del extranjero, todos sujetos al bombardeo propagandístico del régimen.
Don Mario habla en su tesis de una “realidad real” que se corresponde a la
parte de la ficción que responde a las leyes de la física, el tiempo y el
espacio, es decir, el personaje vive, muere, camina, le da hambre, se enamora,
se despecha y hasta va al baño, la otra categoría es la de la ficción pura o “realidad
ficticia” donde está enmarcado todo el andamiaje de posibilidades que a un
autor se le puedan ocurrir y que por estar en el campo de la ficción son “reales”
o posibles solo en ese espacio, a esta categoría también podríamos añadirle una
más, la “realidad hiperterrita” donde se combinan las otras dos categorías pero
nadie se sorprende, todo es de lo más normal del mundo para los personajes de
esa ficción.
En
Venezuela, a pesar de que todos creemos vivir en una realidad absoluta pues
tenemos cedula, pasaporte, nos da
hambre, envejecemos, nos enfermamos, nos molestamos, nos enamoramos,
desenamoramos, extrañamos y toda la gama de verbos posibles tras de los que
podemos escudarnos para poder asegurar que aún estamos vivos. Sin embargo toda
esta presunción se desbarata cuando leemos lo que se publica en los diarios, lo
que sale en los noticieros, lo que dicen las “autoridades” y la contrastamos
con lo que vemos a diario.
Los
fanáticos oficialistas, esos que viven de cola en cola imagino que viven en
alguna de las categorías de la ficción que el Nobel de literatura se inventó
hace más de 40 años, pues de otra es imposible saber cuál es la razón para que
sean tan felices haciendo buchitos con la miseria nacional, así mismo el
gobierno o sus representantes (que vienen a ser lo mismo) cuando declaran las
barbaridades que dicen, cuando jamás ellos son los responsables, que todo es un
invento de la CIA o de quien sabe quiénes pero que, además, no contentos con
mentir descaradamente en torno a todo lo de importancia nacional, se dicen demócratas
pero amordazan a todos y si no bailas al son que ellos toquen pues toca decidor
entre cárcel o alguna cosa tan mala (puede pensarse que hasta la muerte es
preferible a terminar en esos guetos infernales).
Por
ultimo están todos aquellos que viven en una “realidad hiperterrita” donde a
pesar de todo lo que pasa se niegan a hacer propuestas, solo gritan su
descontento pero nada en firme proponen, entre esta categoría de ciudadanos hay
quienes ignoran todo y hasta les importa poco lo que sucede, son capaces hasta
de salir a defender lo indefendible para seguir comiendo de sus miserias
mientras el mundo se desmorona.
Los
que nos va peor somos aquellos que vivimos en una “realidad real” donde
sufrimos en carne propia los embates de la mala economía, que tememos hasta de
la sombra del mediodía, de los otros pasajeros del autobús, que nos peleamos
hasta con el jefe por lo que creemos justo y que la situación nos ha costado
hasta la salud mental pues entre la miseria y el conocimiento más o menos
sensato de que ni emigrar podemos, cada día suma desencantos difíciles de
manejar, muchos han colapsado, los de más suerte han logrado medicarse y andan
por ahí felices pero en una realidad alterna, ficticia gracias a la química legal,
los menos se han entregado a otras sustancias no tan legales pero que igual
anestesian el pensamiento, imagino de paso que debe haber un repunte en los
casos de alcoholismo pues cada quien busca como aminorar sus angustias para
sobrevivir más o menos entero a este caos.
Este
país está tan loco que hasta un análisis cuyo origen y uso corresponde solo a
las categorías de la crítica literaria se pueden aplicar con cierto éxito, la
diferencia es que con los libros, simplemente se cierran cuando se terminan o
no son del gusto del lector, el país no se puede cerrar ni reescribir por mucha
imaginación que se tenga.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback