Hace
casi treinta años, amanecimos de golpe, quienes , como y cuando muchos nos
acordamos. Hay quienes lo recuerdan de la peor manera pues tienen muertos que
recordar, otros de manera más amable ya que hoy día recogen los frutos de su
militancia, sin embargo muchos más somos los que lloramos aquellos 20 segundos
donde un militar se rendía y decía “por ahora”, paradójicamente años despues
cerró a televisora que lo catapultó a la fama.
Este
viernes por la tarde, mientras leo las noticias y os tuits de mucha gente, he
intentado darle una forma coherente a todo este galimatías de gobierno que ha
terminado de parecer una mezcla de película de horror con canción de Rubén
Blades, un mundo bizarro como bien lo definió uno de mis alumnos en una
conversa antes de entrar a clases.
Se
hizo presidente un domingo de hace unos cuantos años, la historia se repitió
unas cuantas veces, la sospecha de fraude siempre ha flotado como u vaho pestilente,
denuncias sobran, sospechas también, sin embargo se hacen la propaganda de ser
el evento electoral más transparente del mundo, pero ni por asomo proponen
auditar las papeletas de votación, es más, en las últimas elecciones unos
comandos motorizados saquearon unas cuantas urnas en muchos centros de
votación.
Hace
apenas unos tres años el hombre de aquellos 15 segundos de fama inicial se
murió, se desataron los demonios, todo se fue al traste, la historia detrás del
fallecimiento está infestada de mentiras más que evidentes, un “presidente
encargado” que no es más que una figura inventada por los fulanos para
mantenerse en el poder, unas fotos sonriente leyendo el periodicucho comunista
rodeado de sus hijas, el encargado hablando de horas de trabajo, una enfermera
que dijo haberlo visto caminando, mientras un periodista muy serio decía que el
hombre estaba vivo solo porque nadie lo había desconectado.
El
cáncer lo mataba muy rápido, creo que los fulanos del ministerio de información
no saben la existencia de google o de Wikipedia que te resuelven cualquier duda
en apenas segundos, por tanto no había que ser experto para saber que pasaba. Una
tarde cualquiera dijeron en cadena nacional que se había muerto, empezó un show
de muy mal gusto (como todos sus inventos), al día siguiente llegó una urna
donde se supone venia el cadáver, lo expusieron casi por un mes con música, romería,
se hicieron escapularios con el rostro del difunto, lloraron todos. En ese
momento lo único raro es que (gracias a google) descubrí que para mantener un
cuerpo sin que se pudra tocaba hacerle un tratamiento embalsamatorio que si
acaso debía durar mínimo un mes, la sospecha se hizo presente.
Desde
ahí se armó el desmadre, la cosa fue en picada, pasamos de ser pobres a ser
mendigos, se habla de narcotráfico, de que los cubanos realmente son los que
gobiernan, de millardos de dólares regados por el mundo, terminamos ganando
apenas unos dólares al mes, en la mayoría de los casos hablamos de menos de 90
centavos de dólar al día.
Van
miles de muertos por el hampa pero su escenario de guerra solo les permitió
regalar parcelas de país a los hampones en las llamadas “zonas de paz”, el
gobierno paralelo manda desde las cárceles del país, los policías se han vuelto
unas mascotas de los presos poderosos, se habla de nexos entre el alto gobierno
y los llamados pranes, de una ministra esposa de uno de los más peligrosos del
país. Las colas son un espectáculo diario, la muerte una constante en las
calles, la desesperanza una fija en todos lados.
Seguramente
algún oficialista me lea y volverá a reclamar pues dice que hablar mal de mi
país es no quererlo, sin embargo desde esta esquina le respondo que el respeto
es un asunto que se gana, si el país que se supone está representado por sus
funcionarios, que no respetan a nada ni a nadie por ende tampoco me respetan a mí,
como ciudadano de a pie, indefenso como todos aquellos que no tenemos ni
padrino ni revolver, que dependemos de un miserable sueldo que no alcanza ni
para un mercado decente, que añoramos la época en que el sueldo alcanzaba hasta
para darse algún gusto de vez en cuando, cuando la inseguridad (protegida por
el estado) no te obligaba a encerrarte antes de que caiga la noche, el único problema
con las medicinas era su costo pero estaban siempre al alcance de la mano,
cuando no se hacían colas para comprar nada importante para vivir, tengo
derecho a quejarme como me de la gana, ya estoy harto de mantener las formas y
de mal vivir en este puto tercer mundo que alguna vez no fue, pero que apunta
de idiotas comunistas hemos retrocedido a la época de las montoneras, nunca
fuimos tan pobres, tampoco tan desgraciados, nunca antes los aviones fueron una preocupación, hoy día solo pensamos en eso pues la desesperanza nos alcanzó, el
hartazgo de tanta violencia nos ha inmunizado contra la nostalgia, muchos solo
quieren irse a vivir a otra parte con tal de no formar parte de las estadísticas
de guerra cada lunes por la mañana.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback