La
envidia es un sentimiento que jamás he sufrido, no veo la razón para que (de
mala manera) yo quiera lo que otros tienen, tengo la creencia de que lo que
tengo es porque me lo he ganado, de igual forma veo lo que los demás tienen. A pesar
de que jamás he tenido la gran cosa creo que he tenido bastante. Acá en Venezuela
por lo general los profesores tenemos el autoestima en el piso sin importar el
nivel en el que trabajemos la remuneración jamás ha sido la gran cosa, por
tanto nuestra autoestima va por el mismo camino.
La
última aventura que tuve me iban a deportar del aeropuerto, una funcionaria de
inmigración, muy cejijunta (como todos) me increpó por tener un pasaje a tres
meses, sin tarjeta de crédito ni tan siquiera reserva de hotel, yo
pretendía quedarme en la casa materna
mientras ubicaba alguna cosa, al explicarle la cosa a la funcionaria y decirle
que andaba de sabático me pidió una credencial que apoyase mi versión, al sacar
el carnet de la universidad donde daba clases, el rostro de la funcionaria
cambió y hasta me felicitó por visitar su país, me deseó un feliz viaje y una
pronta vuelta, aun no salgo de mi asombro tres años más tarde. Eso me enseñó
que es en este país donde desdeñan el conocimiento.
Esta
mañana en la que viajar se ha convertido en una entelequia para privilegiados,
recuerdo mi sueldo de maestro y casi lloro de rabia e impotencia, aún es
temprano para beber, además ya no tengo pastillas “mágicas” que hacen que
olvide el estrés, pienso en esa otra gente a la que no le interesa el mañana,
esos que hacen su cola calladitos, los que buscan desesperadamente que la gente
del gobierno les haga caso para darles un cargo de importancia, esos que por un
carguito venden hasta a su mamá, los otros que han hecho del mal vivir un
estilo de vida, los que se conforman con su pollo de mercal o de pdval (con su
respectiva cola por tres horas) , la gente que se pone su ropita roja con
gorrita de igual color para apoyar a quien le toque apoyar, los que se
arrastran sin opinar sobre nada pues les puede costar cualquier cosa, en fin
todos los que han hecho posible que esta mañana amanezca deprimido (como la
gente pensante del país), sepan que los envidio, no pensar pero si aspirar es
una cualidad que me ha negado la genética.
Pienso
que si pensara menos la vida se me haría más fácil, si las limitaciones éticas no
las tuviese de seguro no me importaría mucho que la inflación se disparase,
haría de mis días libres una fiesta de colas para luego revender, lo que también
sería un bálsamo para equilibrar las pequeñas miserias de la pobreza, tendría seguramente
un buen cargo oficial y quien quita si quizás no hubiese podido pertenecer a
alguna misión internacional, una casa propia, carro también propio y una
ilusión de futuro que no tengo.
De
verdad toca envidiar la acefalia selectiva de muchos compatriotas, a los cuales
por cierto he dejado de tratar o me han dejado de tratar gracias a la (poca)
popularidad de este blog donde escribo cada día las cosas que me entristecen
como fórmula mágica para darle salida a la depresión sin tener que recurrir a
la fácil salida de la violencia o de la militancia ultrosa que al final sería perniciosa, no creo que sobreviva mucho en una
cárcel, bien por obra de los animales que la habitan, los otros que la
administran y la inamovilidad que la caracteriza, la tristeza acabaría conmigo
en poco tiempo .
Por
cierto, vaya con los presos políticos mi más grande admiración y apoyo.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback