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martes, enero 27, 2015

Las colas de la infamia


El contraste entre las declaraciones de los ministros, al ser comparadas con la realidad de las calles es bastante fuerte. Mientras hay ruedas de prensa, declaraciones, mítines y cientos de pasquines que hablan de un fulano universo de paz y concordia, que acusan a una tal oposición de ser una suerte de malos hados de las noticias que exageran todo en su indetenible ansia de poder, las colas se reproducen casi que como por arte de magia.

Hoy caí por inocente, fui a un supermercado de mi ciudad con la esperanza de ubicar algo de detergente para lavar ropa, la verdad no tengo ni un gramo de eso y en algunas casas de gente muy cercana tampoco, así que toca compartir, cuando llegué al sitio me encontré con no menos de 600 personas en una descomunal cola, todos apelotonados bajo el sol de 42° de la ciudad, eso sin contar la cola de la tercera edad y una muy particular de empleados del hospital militar.

Mi primer pensamiento fue retirarme, sin embargo hice acopio de fuerza (para no comenzar a insultarlos a todos) y me di una vuelta, simulando tener intenciones de meterme en la fulana fila para el jabón, la verdad vi de todo, desde señoras mayores con colchonetas, otras más jóvenes con niños en brazos y un bolso con las cosas que este bebé necesitase, hombres jóvenes trasegando cargamentos del fulano producto, gente variopinta con montones de bolsas con jabón, lo que denunciaba el destino que tendría y su impacto para la economía de esas personas que se dedican a revender. Cosa curiosa, no había molestia alguna, quizás algo de incomodidad por el sol, sin embargo las caras no eran de gente con rabia ni nada por el estilo, tampoco aceptación, el gesto en la mayoría era más cercano a la alegría por la cercanía de algo que de bronca por la indignidad de hacer no menos de tres horas de cola para encontrar una cosa vulgar y silvestre como es eso del jabón para lavar ropa.

La cosa me dio una extraña sensación entre asco y rabia, uno puede quizás pensar que como está escaso, la gente se aguanta su cola para poder comprar y tener en casa, pero cuando te tropiezas con cientos de personas cuyo animo está más cercano a la gula por la pronta ganancia que a la necesidad dan ganas de quemarlos vivos en una pira publica, a todos, bachaqueros, policías, militares y funcionarios de distinta calaña que hacen de esa rosca un negocio altamente rentable.

Si los ministros pusieran cara seria, a lo mejor no me molestaría tanto, pero, caramba, mientras el país se cae a pedazos un fulano grita que hay que sacar a todo el mundo al campo, como si esa vaina fuera como sembrar caraotas en frascos de compota, aquello que hacen todos en los primeros años de escuela para entender eso de la germinación, otro imbécil dice que las colas son gracias al gran ingreso del venezolano, el presidente que el 70% de los venezolanos son felices con las medidas y la escasez, ahí le doy la razón al fulano presidente, por supuesto que ese porcentaje está felíz, ellos son los que hacen sus colas y revenden en más del mil porciento cualquiera de los productos, además también tienen sus “Zonas de paz”, esos guetos donde el hampa es tan feliz que los cuerpos de seguridad se olvidan de esos sitios, mientras los ciudadanos de bien pues no les queda más que rezar para que ningún hampón se enamore de sus cuatro cosas, además el costo de la canasta alimentaria está por sobre los treinta mil bolívares débiles que es algo así como seis sueldos básicos solo para comer, eso sin incluir todas las otras cosas del vivir.

En ese razonamiento podríamos inferir que una familia come una semana con la venta de seis paquetes de 60 unidades de pañales desechables ya que en el mercado negro se venden hasta en dos mil bolívares, tres kilos de café que ya están por los 450 (150 el kilo), unos cuatro de jabón en polvo que a 300 la presentación de 900 gramos son 1200 bolívares débiles , lo que suma un total de 10.200 bolívares, aproximadamente dos veces el sueldo de un licenciado en educación que trabaja a tiempo completo en cualquier escuela del país (de las públicas pues de los privados no llega ni a la mitad) y la inversión de esa gente es en tiempo de cola y aproximadamente el 8% del valor total de todo eso vendido en el mercado negro, pero seguimos en la patria revolucionaria.

Mientras todo eso sucede las autoridades están mezcladas en negocios raros como el narcotráfico, ya hay un alto militar declarando en Washington al respecto, eso incluye al presidente de la asamblea general, total, un país gobernado por vándalos y supeditado a la anarquía del más fuerte.

Por cierto, una abuela necesita urgentemente conseguir Adalat oros de 60 miligramos o un similar, si saben de algo por favor comuníquense conmigo, tampoco hay medicinas y existe gente muriéndose por eso mientras los vándalos disfrutan su paraíso de miseria y balas.
José Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback



1 comentario:

Tania dijo...

Excelente su apreciación, de la triste realidad la que nos encontramos todos los Venezolanos exceptuando los gobernantes de este país que dudo mucho que la padezcan ya que ellos no se enferman ni compren aquí!!!. Ojala que tomemos conciencia a la hora de elegir en un futuro quienes gobernarán y a donde nos conducirán su manera de manejar la economía y el amor que le tengan a su país no solo llenarse unos cuantos .... trabajar en función de tenr un país digno y para todos!!