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miércoles, agosto 20, 2014

Inconformidad

Ver el mundo a través de esta ventana de cristal líquido hace que uno se dé cuenta de cuan inconforme  es el ser humano, además obliga a revisar las creencias propias, en todas partes del mundo hay quejas de sus respectivos gobiernos, al parecer a nadie le agradan como van las cosas en sus respectivos países, todos (al parecer) quieren emigrar hacia otra parte, con excepción claro de quienes ya lo hicieron y han sentido el halito fresco de la calma de vivir sin la presión propia de estar en Venezuela por ejemplo.

A muchos de esos inconformes provoca decirles cuatro cosas, no por estar incomodos que al final es buen síntoma pues la comodidad extrema no produce más que flojera y poca iniciativa, es por quejarse por cosas tan fútiles como que el tren pasa ahora con tres minutos de retraso, la gente no se baña en invierno (los panas de verdad huelen mal) , el político fulano o zutano ha dicho alguna imbecilidad que dicho sea de paso al parecer es una epidemia peor que el ebola eso de la estupidez de muchos políticos, también se quejan de una inflación de apenas seis por ciento anual, el sueldo de mil euros mensuales no les alcanza, vaya uno a saber que más.

El asunto es que cuando uno contrasta esa incomodidad con la realidad nacional, de verdad quisiera pasarlo tan mal como otros en otras naciones, por lo menos allá hay trabajo, no hay escasez, los servicios públicos funcionan, el hampa común es tan común que sus peligrosísimos hampones parecen niños malcriados de cualquier jardín de infancia a quienes solo les hace falta un coscorrón bien dado, si los comparamos con estos matones desalmados quienes han decidido que tu vida vale menos que el teléfono que usas.

En base a eso se podría decir que ejercer cargos de poder es un espanto, no importa la decisión que tomes, nunca le gustará a todo el mundo, siempre habrá quien le haga ascos a lo que se impulse, sobre todo en la cosa política donde lo que sobra es gente pendiente de hacerte ver mal para ellos alzarse con los laureles, el cargo, las comisiones o la elección, siempre existirán los inconformes. Acá quejarse es un ejercicio de supervivencia, la verdad las decisiones gubernamentales no están basadas en pragmatismos dirigidos a resolver los problemas de todos, son más bien parches para “resolver” la situación personal de los jerarcas jamás de todos.

Eso que llaman con tanto engolamiento “pueblo” es una entelequia ya que eso de pueblo deberíamos ser todos, sin embargo las ejecuciones del estado solo benefician a quienes se enchufan a los núcleos del poder, los otros estamos jodidos sin posibilidad alguna.

Como me gustaría estar equivocado, quizás poder ser acusado de ceguera política , no ver las maravillas por ser un opositor acérrimo que se hace el pobre solamente para poder incordiar a alguien por gusto, uno de esos que bailan con el diablo por hacerse el interesante, realmente ese es un deseo profundo ya que de ser así cualquier psiquiatra medianamente competente podría ayudarme terapia por medio a ver con ojos imparciales la realidad nacional, para darme cuenta que he perdido vilmente mi tiempo escribiendo tal sarta de sandeces desde esta esquina.

Es una lástima darse vueltas por la ciudad y tropezarse con colas, muertos en la vía, quejas por escasez, mi hija con su cabellera de bruja por no haber champú, ver mi nevera casi vacía pues el puto sueldo no alcanza para mucho, mendigar casi un “tigre” que matar para medio equilibrar la cosa, dejar de ver televisión por cable pues sabes que la mayoría de las cosas que ves no las vas a encontrar en ninguna tienda, así sea las de los comerciales de gente idiota que pretende venderte cosas maravillosamente inútiles.

Causa espanto darse cuenta, de manera cabal que uno no está loco ni es un necio inconforme por boberías, es que la cosa es seria, la pobreza generalizada y la desesperanza es un virus que se propaga de manera involuntaria, no necesita más canal de contagio que la vida misma, salir a la calle, trabajar, cobrar y quedar en cero es un ciclo de contagio que se repite en muchas vidas sin importar mucho el nivel o estatus de vida a que estés acostumbrado, hasta los mendigos deben estar en crisis pues lo mendigado no debe alcanzarles para mucho aunque ellos recolecten más en un día que el trabajador promedio en una semana.

Como decía el poeta “…Esta extraña enfermedad inclasificable, que te quita la sonrisa, cuyo síntoma es que ya no importa nada…”, así vamos, mientras la “alta” política se reparte el botín, la “baja” se pelea por migajas, el “pueblo” por sobrevivir y los inconformes, pues los inconformes solo intentamos no morir de enfermedad pues sabemos que medicinas no hay, la esperanza es el bien más escaso.
José Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback




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