Hace muchos años y creo que desde siempre los jóvenes se han
hartado de licor para sentirse adultos, además para que negarlo, la cosa de
andar intoxicado con licor es agradable y lo más importante, es legal y por
tanto no trae mayores consecuencias que las de las locuras propias de los
borrachos. Como sabemos, el licor es un desinhibidor pues nada más sincero que
la palabra de un borracho feliz, la verdad aun ando de nostálgico y los
recuerdos van por ese derrotero.
Aún recuerdo la vaca para comprar el anís, hoy día me parece
el licor más terrorífico del mundo, no solamente por los resultados y la
posterior resaca inhabilitante del día siguiente, pero a los 17 años y liceísta
eso era lo que había, es un licor muy barato y que está al alcance de todos, lo
interesante del caso es hacer memoria de la evolución de las bebidas en las
fiestas, con el pasar de los años, fue anís con cualquier cosa, desde el
tradicional limón hasta el nefasto Kool Aid que por su natural acidez
transformaba el licor en algo menos dulce y por tanto hasta atractivo al
paladar, su consecuencia, sacaba a flote los problemas que siempre hay entre
los grupos de amigos, con la subsiguiente
pelea sin grandes daños y el posterior ejercicio de burlas a los peleadores, y
de ultimo la reconciliación entre abrazos y promesas mal pronunciadas por el
efecto del licor.
Hubo la época del Brandy de Jerez, que por cierto me gusta
mucho a pesar de vivir a una constante de 30 grados centígrados, el vodka y no
del barato, recuerdo esa época en que comprábamos el Smirnof o la Stolisnaya
por cajas para la reunión de los sábados, cuando todavía pensábamos que la vida
era larga y el mundo inmenso, cosa que ya sabemos no es así, también tuvimos
nuestros tiempos cerveceros cuando la única exigencia para una fiesta era la de
aportar una caja de latas de cerveza, lo que lograba convertir la casa del anfitrión
en una especie de bar con la posibilidad de llenar una piscina de cerveza y ,
como decía mi amigo Luis Valera, el pintor, beber hasta desaparecer, lo que
quiere decir , beber hasta quedar ciego de la borrachera, eso sí, en la calma y
seguridad relativa de la casa de esos panas, llegando hasta el extremo en que
la madre del dueño de casa preparase un desayuno anti resaca para mandar a los
muchachos a sus casa sin mayor peligro y a la luz del día.
Luego por supuesto, por asuntos de la edad, las ocupaciones,
los proyectos, las mujeres, los matrimonios y hasta los hijos en algunos casos,
nos fueron distanciando, haciendo nuevos grupos de amigos , navegando igual
entre el licor ocasional, el cigarrillo diario y el café obligatorio que siendo
cosas bastante toxicas , cuando menos a mí me ayudan a vivir en este caos.
La reflexión en este caso es referida a eso que llamamos
progreso, de muchachos con apariencia de inservibles, drogadictos, borrachos y
otras cosas más que no voy a nombrar para que ninguna de las ahora esposas y
novias sepan ciertos pasajes oscuros de las actividades, esos que incluyen
amigas de una noche y otras de aunque un poquito más hasta fueron compartidas
entre los panas como si de un trago se tratase, cosa que por un asunto de este
modernismo extraño y la camaradería extrema se comentaba en voz baja con
carcajadas grandes, en los momentos en que no existía nadie de fuera
escuchando, una suerte de logia de loa Búfalos mojados como les decía mi
primera esposa. Ese asunto de parecer inservible y ahora, tantos años después en
las reuniones , donde por supuesto hablar de trabajo está vedado y los títulos o
cualquier otro reconocimiento de esos que te hacen importante a los ojos de los
desconocidos y de muchos conocidos, se quedan en la acera de enfrente para
intentar volver a parecer los tipos aquellos que se bebían la vida y en el
proceso pues trataban de entenderla, pues en esas reuniones hay desde médicos especialistas
con altas calificaciones, altos ejecutivos de la comercio digital a gran
escala, premios nacionales en arte, licenciados en alguna cosa que de paso le
sacan punta a su título, ejecutivos de televisoras internacionales, de esos que
viven y trabajan en USA pero acá son aun los mismos panas de la cuadra solo que
el Anís no es más que un mal recuerdo que ni lo nombramos más que para recordar
y burlarnos.
Total una juventud que se hizo adulta y hoy día son gente
importante alrededor del mundo, lo que me hace contrastar con lo que de vez en
cuando me encuentro por ahí, gente de mi misma edad, con aspecto de derrotados,
quienes se quedaron en los 90´s , no hicieron esfuerzo por estudiar ni
prepararse y pues dan como lastima y hasta me sorprenden pues, en mi caso , soy
un tipo bastante sectario y a pesar de conocer a mucha gente me reúno con muy
poca y esos son siempre tipos talentosos, como cada ladrón juzga por su
condición, hasta no hace mucho he estado convencido que todos tienen algún talento
importante, la verdad triste es que es falso eso, les juro que me tomó por
sorpresa saber que no todos son talentosos en algo o cuando menos no lo
explotan en la justa medida, entrando en la madurez sin nada realmente de que
enorgullecerse más allá de las pequeñas cosas de todos los días, que siendo
importantes, también lo es haber realizado cosas que te enorgullezcan en el
futuro, de esas que uno les cuenta a los hijos y ellos a los nietos con un dejo
de admiración constante y de ser posible hasta ser protagonistas de la historia
local y por qué no, de la nacional también.
La parte triste de todo eso es que la política ha penetrado
el asunto , logrado subdividir aquel clan en dos subgrupos, los oficialistas y
los opositores, los primeros pues reciben prebendas del estado y los segundos
piensan en la destrucción del país, claro estos son tipos que han viajado
constatando que en otras tierras las cosas funcionan y al volver pues se
encuentran de frente con lo que sucede, trayendo como consecuencia un rechazo
absoluto y un querella constante con esos otros que creen y defienden lo que a
mi parecer es indefendible, pero también mantengo mi línea de no discutir por política
con la gente que quiero, a pesar de que saben que siempre ando en constante
critica, aun me reciben en sus casas como si de un familiar querido se tratase,
que nuestros hijos se tratan de primos, cuando el cariño real eclipsa todo
amago de pelea, por más que de vez en cuando y bajo el influjo de la mágica y
liberadora cerveza se les salga algún comentario de esos que impulsan la discusión,
en ese momento cierro la cosa con algún sarcasmo y cambio la conversa, no tiene
sentido.
Con esto de mi próximo viaje se han venido dando reuniones y
cenas, como todos me conocen y saben a ciencia cierta mi problema depresivo
nadie habla de despedidas pero uno igual lo sabe, menos mal existe el alcohol
que lima un poco las tristezas. En una de estas reuniones que terminan en
recuentos de vida y milagros solo para hacernos recordar que estamos viejos
pero con espíritu joven, me sirven un vino, un tinto sin mayores pretensiones
pues debo confesar que me gusta un buen vino acompañado de mejor conversa,
cuando tomé el sorbo de vino, me doy cuenta que es un Merlot y de paso Chileno,
le digo eso a mí anfitrión y comenzamos lo que he venido escribiendo en los párrafos
superiores, quedando maravillados pues después de tanto rodar, beber fumar (en
mi caso y en de unos pocos que aún tenemos ese mal habito ) y beber desde lo
más barato hasta algunas exquisiteces que sin estar al alcance de mi bolsillo
cuando menos nunca ha faltado la reunión u otros amigos que si te ofrecen eso y
te acostumbras hasta reconocerlo sin lugar a dudas, lo que de paso te dice
cuanto has avanzado en el proceso de civilización tan bueno para una vejez
cultivada.
Al final la moraleja va en función de que si a los 16 años bebías
anís y a los 40 ya reconoces los vinos y
sus calidades , no has perdido tanto el tiempo y aunque esa no sea una medida
de éxito si lo es de ciudadanía, esto de pasar del anís al Merlot en 24 años,
en retrospectiva dice que si con esfuerzo y constancia, estudias, te preparas,
haces cosas importantes todavía tienes futuro, aun cuando quienes no lo hacen
suponen que no es así, cosas de la vida, de esas bonitas que en medio de todo
siguen pasando.
José Ramón Briceño Diwan, 2013
@jbdiwabcomeback
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