Hace
unos días leí en un muro de Facebook que alguien estaba molesto pues escuchó
aun conocido que vino al país de visita y habló muy mal de cómo van las cosas
en Venezuela, otra persona le respondió que si es una mala costumbre del
venezolano habar mal de su tierra, esa persona dice ser chilena de nacimiento,
imagino que de alguna familia de las tantas que se exiliaron por acá cuando la
cosa se les uso muy dura a ellos entre los militares y la izquierda ultrosa que
los gobernó. Ciertamente es raro escuchar un inmigrante que no recuerde con
cariño su patria, sin embargo tengo la idea de que la mayoría emigró, no escapó,
en esos casos la nostalgia gana.
Alguna
vez tuve la oportunidad de reunirme con algunos compatriotas en el exilio, en
muchos casos me buscaban conversa para saber cómo van las cosas en el país pues
casi todos tenían mucho tiempo afuera y una de las “terapias” usadas para
vencer la nostalgia es intentar olvidar, pues es sencillo quedarse atorado en
el fanatismo vía redes sociales cuando lo más sensato es entrarle al empleo en
ese nuevo país, cosa que por lo general consume todas las energías disponibles
de cualquier mortal, además adaptarse a una idiosincrasia diferente es un
asunto sumamente complicado así todos hablen el mismo idioma, si es otro el
idioma la cosa es más difícil y estar pendiente de las cientos de atrocidades
que suceden cada día acá no lo hace más llevadero.
Casi
todos los que conozco, esos que han emigrado, en algunos casos de manera
apresurada, sin plan ni norte , más allá de escapar del país. Otros en cambio
se tomaron su tiempo, hicieron planes, contactos y hasta empleos encontraron
mucho antes de tomar el avión, sin embargo casi todos tienen en común algunas
historias de pavor, atracos, hambre, secuestros, tristezas y hasta asesinato de
seres queridos, por tanto en todos los casos piensan que han escapado de la
bala o del puñal, el avión es un refugio malquerido que los aleja de sus
querencias pero les asegura la vida.
Tengo
la creencia de que los compatriotas que hablan mal del país lo hacen como
aquellos que han pasado por un divorcio caótico, de esos donde la mujer o el
hombre son quienes ejercen la violencia como modo de expresar su amor, de esas
que persiguen, fiscalizan y hacen escándalos en cualquier lado, que aun a pesar
de estar divorciadas y legalmente desvinculadas poco les importa investigar
donde está el infeliz incauto con alguna novia para tomar por asalto el sitio
solamente para hacer algún tipo se show que los avergüence a todos, con la
diferencia que si hacemos la alegoría con el país tenemos que sumarle a esa bárbara
salvaje y loca mujer un ejército de guardaespaldas que además tienen de su lado
a jueces y policías , razón por la cual andas en total desventaja, en estos casos
la única solución es poner tierra de por medio.
Cuando
estás en otro país y ves que no hay racionamiento de nada, que encuentras de todo
en cada esquina, que comer con tu sueldo no es nada del otro mundo, la leche
existe, los granos no son para ricos (eso de las lentejas a 900Bs. Es una grosería
mayúscula), que puedes pensar en un futuro con tu trabajo, que un robo es parte
de la mala suerte y no una ruleta bastante factible en cualquier sitio adonde
estés y lo contrastas con lo que has dejado atrás. Todas esas consideraciones
bastan para que consideres a tu patria además de mala gente un peligro
potencial.
Si
le sumas, que la dirigencia gubernamental tiene 16 años ganando elecciones
fraudulentas, la oposición pareciera negociar con ellos todo el tiempo, que no
hay salida electoral a la vista de todos los fraudes que suponemos deben
existir, que los organismos que debieran protegernos son socios incondicionales
de todo lo criminalmente posible en esta tierra, caramba, es muy difícil no
hablar mal de todo esto, sobre todo cuando miramos con estupor como a pesar de
toda la porquería que nos sucede a nadie pareciera importarle, hasta defienden
la gestión del gobierno para acusar a cualquiera que les digan que tienen que
acusar de su miseria, sin ver que ellos mismos, con su apoyo irrestricto han
colaborado sin pausa a lograr que la Venezuela del siglo XXI sea más parecida a
la del siglo XIX pero mientras la guerra de independencia mataba a todo aquel
que se tropezara, sin importar mucho el bando.
No
es que me agrade escuchar o leer como se habla mal de mi país en ninguna parte,
tengo claro que hay muchas cosas que me encantan, sin embargo he tenido que
dejar de disfrutar de la mayoría de ellas gracias a todo lo descrito con
anterioridad, sin olvidar claro que mi sueldo de maestro no me alcanza ni para
un octavo de mercado pues está más de un 80% por debajo del costo de la canasta
básica. Toca estar claro en que quienes escapan del infierno no tienen buenos
recuerdos de él, quienes han pasado por situaciones de estrés continuado les es
complicado tener pensamientos amables pues en su mayoría están tan distantes en
el tiempo que su corazón está más ligado a la repulsa que al amor, cosa normal,
como en algunos divorcios.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback