Domingo sin resurrección
Mañana es lunes, no sé por dónde
comenzar a quejarme, la desesperanza de la calle se ha instalado
definitivamente en mi cabeza, lo que antes daba por descontado ya no existe
más, he querido pensar que mi depresión me hace ver todo gris, sin embargo al
conversar con muchos en la vía me he dado cuenta que existe más gente que también piensa como yo. Algunas personas
de verdad le han tomado tanto cariño a la situación que la tienen como normal,
otras pues tienen tal capacidad de abstracción que olvidan por completo todas
las dificultades y se concentran simplemente en sobrevivir como mejor puedan,
sin depresiones visibles pero si con un marcado sino de abuso de alcohol que
por ser socialmente aceptado pues pasa desapercibido como signo de un declive
en su ánimo, total, la mayoría de los borrachos son felices mientras el licor
hace su efecto.
Este país ha dejado de ser lo que antes
fue, un espacio para que todo aquel que lo quisiera desarrollase su potencial
hasta lograr lo que deseara con su vida, realmente es una nación de zombis que están
pendientes de cualquier cosa menos de lo importante, vivir. No hay quien no
comente las barbaridades del gobierno, tampoco existe gente que no haya sido
tocada por la crisis, desde aquellos que no pudieron viajar nunca más en sus
vacaciones (lo menos trágico) hasta aquellos que han visto truncadas todas sus
esperanzas gracias a la pésima administración, en ese cumulo de gente hay desde
profesionales que tienen que vivir con sus padres ya que el sueldo no les
alcanza, otros que no les queda más remedio que tener por casa una covacha más
cercana al retrato perfecto de la miseria ya que su sueldo tampoco le alcanza para
tener una vivienda digna, los enfermos de toda una diversa gama de enfermedades
que van desde una deficiencia coronaria
hasta el cáncer pues por la limitación de divisas no hay medicación, los padres
desesperados que no pueden dar de comer decentemente a sus hijos ya que lo que
ganan no alcanza ni para que coman carne un par de veces cada quincena, los
profesores que ganan menos que la señora de la limpieza con todo y los
posgrados que ostentan, los abuelos desesperados pues la pensión los tiene en
la eterna duda entre comer o comprar medicinas, los recién graduados que venden
su alma por un pasaje al extranjero, los deprimidos a quienes no les alcanza
para poder pagar una cita con un buen psiquiatra que los trate, los enfermos
que mueren todos los días en los hospitales pues no hay insumos para su salud,
todos aquellos que andan en peregrinación para encontrar la manera de operarse
una dolencia y todos los que por razones de espacio no nombro pero que todos
sabemos quiénes son.
En fin, mi país de cielos azules, de
gente alegre, de desbordante felicidad donde todos éramos amigos del alma a la
tercera cerveza, de optimismo a prueba de todo ha desaparecido, en su lugar tenemos
una nueva distribución social que está entre quienes se quieren ir a como dé
lugar, quienes se han quedado solos pues todos se les han ido, en esta categoría
están muchos padres, abuelos y familiares que han dejado su corazón en algún avión
con destino a otra tierra sin fecha de regreso, están los que viven solamente
por vivir sin pensar en nadie más que en su provecho inmediato y por ultimo
quienes viven del mal vivir aprovechándose de la inmensa cuota de impunidad que
destilan los cuerpos de seguridad del estado, allí moran desde funcionarios
policiales hasta los altos cargos del gobierno que se han fundido con toda
clase de mal vivientes de cualquier calaña imaginable.
Al final la verdad no le veo más final
que el de dos pasajes de avión con camino a la esperanza, de amigos o
familiares solidarios con los cuales endeudarme no solo de manera económica, también
de esa otra forma que solo se puede demostrar devolviendo el favor de múltiples
maneras pues las deudas de honor son de carácter invaluable, no volver y dejar
mis recuerdos para ser rememorados en alguna conversación en alguna parte del mundo
donde la amenaza sea una posibilidad remota y no esta certeza maldita en la que
vivimos todos los venezolanos.
José Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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